(InfoCatólica) Palabras de Mons. Luis Argüello, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española:
Hemos recibido una gran alegría: la Iglesia tiene un nuevo Obispo de Roma, un nuevo Papa. Se trata de Robert Franciscus Prevost, que ha querido adoptar el nombre de León XIV, sumándose así a la saga de papas con este nombre, que comienza con el Papa León Magno —de singular importancia en la vida de la Iglesia del siglo V, y contemporáneo durante algunos años de san Agustín— y continúa con León XIII, el Papa de la doctrina social de la Iglesia.
Acabamos de escuchar la llamada de León XIV a anunciar el Evangelio, a vivir juntos en comunión —esa amistad que los agustinos cultivan con tanto esmero—, a ser constructores y edificadores de la paz que el mundo tanto ansía.
La Iglesia española se alegra de manera extraordinaria al acoger a este nuevo Papa, que ha sido, además, obispo en tierras de habla hispana, en Chiclayo (Perú); que ha vivido junto al Papa Francisco en la responsabilidad del Dicasterio para los Obispos; que ha mostrado también su cercanía a nuestra nación visitando, como Prior General de los Agustinos, las comunidades agustinianas en España, lo que le ha permitido conocer diversos lugares de nuestra tierra.
Acojamos, pues, con alegría y agradecimiento este nuevo don que el Espíritu Santo nos ha hecho a través del Colegio de Cardenales. Vivamos la llamada que nos ha hecho: anunciar a Jesucristo y vivir en comunión, juntos, como pueblo peregrino, siguiendo lo que ya había iniciado el Papa Francisco, con el deseo de ser, en medio de nuestra sociedad, verdaderos voceros y edificadores de la paz.
No puedo menos que recordar ahora un diálogo con el nuevo Papa, en el que tuve ocasión de participar junto a él en el Sínodo de los Obispos, en una de las mesas de trabajo. En aquel diálogo, el actual Papa León XIV hizo un comentario que tocó profundamente mi corazón: una reflexión sobre el himno de la carta a los Filipenses. Dijo que, si la Iglesia no entra por el camino que Pablo canta en ese himno, difícilmente podrá vivir la comunión y tener un corazón libre para anunciar el Nombre sobre todo nombre: Jesucristo, el Señor.
Que el Señor bendiga a León XIV. Que la Virgen le cuide e interceda por él y por toda la Iglesia.
Habemus Papam.
Himno de la carta a los Filipenses (Fil 2,6-11)
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario,
se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre sobre todo nombre,
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
«Jesucristo es Señor»,
para gloria de Dios Padre.