(InfoCatólica) «Yo no sé qué Papa necesita la Iglesia, porque —por mucho que me fastidie— debo admitir que no soy Dios». Así comienza su último artículo Costanza Mirano, influyente bloguera italiana. Pero no por ello deja de manifestar lo que echa de menos en la Iglesia de hoy en día
«Lo único que conozco un poco —poco, porque el ser humano es un abismo— es mi propio corazón. Y sé lo que necesita recibir, lo que le falta cuando lee documentos aguados o escucha homilías insípidas, palabras que podría decir igual un voluntario de cualquier ONG, un buen educador o un columnista convencido de ser biblista.
Miriano plantea una crítica directa a lo que percibe como una secularización del discurso eclesial. Su preocupación se centra en la forma en que algunos líderes de la Iglesia —los «pastores»— diluyen el núcleo sobrenatural y escandaloso del cristianismo, presentando la fe como una simple «propuesta de valores», comparable a otras corrientes éticas o humanistas. Para ella, este enfoque reduce el cristianismo a un sistema moral más, intercambiable con otros, y le arrebata su carácter único: el anuncio de una vida eterna que comienza ya en el presente, y la afirmación radical de que solo a través del bautismo es posible alcanzar la filiación divina.
La bloguera denuncia lo que ve como una tentativa de hacer la fe «compatible» con las categorías del mundo moderno —la justicia social, el comportamiento ético autónomo, la autorrealización— en detrimento de su dimensión salvífica y trascendente. En su análisis, esta aproximación debilita el mensaje cristiano, lo despoja de su potencia transformadora y lo somete a la lógica del reconocimiento cultural y de la aceptabilidad mediática. Frente a esta tendencia, Miriano reivindica la especificidad irreductible del cristianismo: no es una filosofía ni una ética entre otras, sino una revelación que transforma ontológicamente al ser humano.
Y pide una predicación auténticamente cristiana
«A mi corazón —muy a menudo, con muchas, muchísimas excepciones afortunadamente— le falta, en la predicación y la comunicación comunes, un anuncio de la Verdad (porque no basta con oírla una vez, la conversión del corazón nace de la frecuencia, y dura toda la vida), palabras que le hagan vibrar, que lo llamen a la conversión. Que le digan que la oscuridad que lo habita, que habita en el corazón de todos, ha sido vencida por la cruz de Cristo. Falta el anuncio de Cristo, única salvación del hombre, única respuesta al mal, Cristo, el cordero inocente que cargó con el mal del mundo, que es irresoluble. Cristo es la única Puerta Santa».
Un mensaje que venga de la Iglesia sin Cristo como referente es pura vacuidad:
«De esta posición derivan los juicios sobre todos los problemas contemporáneos, y esos juicios no pueden prescindir nunca de Cristo: lo demás son palabras vacías, invitaciones a la bondad, llamamientos sobre migrantes, ecología, justicia social, migrantes. Son palabras vacías porque sin Cristo no resuelves el problema del mal que hay en el corazón del hombre».
Y añade:
«Necesito una Iglesia que me diga que solo Dios salva, que la Eucaristía puede, gradualmente, lentamente, milagrosamente, hacernos Cordero, que solo en una relación con Él se puede pensar —vagamente— en la posibilidad de ser capaces de amar, o mejor dicho, de pedir a Cristo que ame a través de nosotros, es decir, que cargue con nuestro mal y el de los demás para entregarlo todo a Cristo, que lleva el yugo con nosotros».
y:
«Necesito una Iglesia que me ayude a hacer verdad en mi vida, porque somos ciegos respecto a nosotros mismos, ni siquiera conocemos nuestras miserias, nuestras heridas, nuestros pecados, nuestras limitaciones. Lo único que sabemos es que solo Él puede sanarlas, y antes aún, que solo Él sabe lo que hay en el corazón del hombre».
Costanza Miriano expresa su inquietud por una Iglesia que, según ella, ha suavizado su mensaje para hacerse más aceptable ante el mundo. No se trata —advierte— de añorar tiempos pasados ni de entrar en polémicas, sino de constatar que el anuncio cristiano ha cambiado de forma en su dimensión pública y mediática. Aunque reconoce que esta actitud ha acercado a personas alejadas, también alerta sobre el riesgo de que la Iglesia caiga en un «complejo de inferioridad», intentando ser «amigable con todo» y diluyendo así la radicalidad de su mensaje.
Miriano reclama valentía a los pastores —especialmente al futuro Papa— y les anima a no ceder a la lógica del prestigio o la aceptación social. Utiliza imágenes provocadoras, como la de las cápsulas de café, para denunciar la obsesión por encajar. Y contrapone esa mentalidad con la lógica cristiana, donde los verdaderos grandes no son los famosos, sino los humildes y ocultos que viven su fe con entrega. En definitiva, defiende que la Iglesia debe anunciar a Cristo sin complejos, aunque eso la haga incomprendida.
Y dice a los pastores:
«Nosotros, los laicos, os apoyaremos desde atrás, bien conscientes de que no se trata de estrategias geopolíticas: nuestra lucha, como dice san Pablo, no es contra criaturas de carne y sangre, sino contra los Principados y las Potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en las regiones celestes».
La periodista italiana advierte del intento de Satanás de influie en el cónclave:
¿De verdad pensamos que esta batalla no entra en el Cónclave? Si los principados y potestades se esfuerzan tanto por dominarme a mí, que no pinto nada, imaginaos si no van a intentar revolotear en la Capilla Sixtina, de donde saldrá un hombre tan importante para el mundo.
Es por ello que propone rezar:
«Por eso, retomo la idea de una monja que me propuso rezar las 1000 Avemarías el domingo 4 de mayo, o también en otro de los días previos al 7, el inicio del Cónclave, para poner en manos de María muchas flechas, para que ella pueda elegir a uno de sus hijos predilectos y hacerlo subir al trono de Pedro».
Reconoce que no es tarea fácil, pero no imposible:
«Quizá podríamos hacer grupos con amigos: 100 o 200 cada uno, no sé. Busquemos la forma, asediemos el cielo con la oración de los pequeños, de los humildes, desarmemos a los Principados de las tinieblas. Es un momento de combate, y debemos encontrarnos en nuestro puesto».
Matrimonio cristiano
Costanza es conocida principalmente por su libro Sposati e sii sottomessa (2011), traducido al español como Cásate y sé sumisa. La obra, escrita en forma de cartas dirigidas a amigas, propone una visión cristiana del matrimonio basada en la Carta de San Pablo a los Efesios, donde se exhorta a las esposas a ser sumisas a sus maridos, algo que por otra parte también enseña San Pedro en el capítulo 3 de su primera epístola. Este enfoque generó una gran polémica, especialmente en España, donde se presentaron denuncias y peticiones, incluso de una ministro del gobierno del Partido Popular, para retirar el libro del mercado.
Tal y como se puede ver en el siguiente video, Miriano sigue ofreciendo charlas sobre lo que debe ser el matrimonio cristiano. En la mismoa relata diferencias con su marido, malentendidos comunes entre hombres y mujeres, y la importancia de reconocer los distintos lenguajes del amor. Destaca que el matrimonio es un camino de conversión, donde se aprende a amar a través del perdón, la oración y la renuncia al control. Insiste en que la familia es una vocación y un lugar privilegiado para crecer espiritualmente, y anima a valorar al otro sin querer cambiarlo, confiando en la gracia de Dios.