(ACN/InfoCatólica) La fundación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) entrevistó el pasado 5 de mayo a Saba, una joven de tan solo 15 años que fue parte de las víctimas de conversiones forzosas en Pakistán.
El número de víctimas de este tipo de violencia registrado durante el año 2021 fue un total de 78. En lo que va de 2022, esta cifra no pasa de crecer, dentro de las cuales se incluye Saba.
Próximamente, el día 22 de agosto, será el «Día internacional de conmemoración de las víctimas de actos de violencia basados en la religión o las creencias», con el fin de conmemorar a quienes lo han sufrido y dar visibilidad a este gran problema.
Durante su entrevista con la ACN, Saba explicó: «Mi hermana y yo habíamos pedido ropa nueva, pero mis padres no podían permitírselo. Mi madre sólo trabajaba en dos casas y nosotras queríamos apoyar a nuestros padres».
El 5 de mayo del año en curso, Saba caminaba por la calle a las 9:30 de la mañana cuando un vecino musulmán y obrero de construcción llamado Yasir la secuestró.
Ella testimonia: «Detuvo su rickshaw en una calle, otros dos llegaron en moto. Empujó a mi hermana mayor a un lado y me metió por la fuerza en el rickshaw. Me puso en la cara un pañuelo empapado con un producto químico intoxicante».
Informa que, al despertarse, se encontraba en Gujrat, una localidad al noreste de Faisalabad ubicada a 209 kilómetros de donde vivía. «Le supliqué que me dejara volver con mis padres e incluso dejé de comer durante unos días, pero no cedió», dice la joven.
Un tiempo después, gracias a la policía de Faisalabad, a su padre le llegó la noticia de que Yasir había contraído matrimonio con su hija. «Entonces, el agente nos dijo que nos fuéramos y esperáramos a que llegara el contrato matrimonial islámico» dijo su padre, llamado Nadeem Masih, quien es parte de la Iglesia protestante de Esmirna en Pakistán.
Estos continuos secuestros y actos violentos llevan a las minorías religiosas de Pakistán a vivir con miedo, pues no tienen los suficientes recursos para protegerse. Lamentablemente, viven en estados de pobreza grave, cuentan con bajo estatus social y reciben una escasa educación, por lo que las niñas y jóvenes menores de edad se vuelven un blanco fácil para los secuestros, los matrimonios y la conversión forzosos.
Sin embargo, Saba fue de las pocas jóvenes que logró escapar y obtuvo un final feliz. Cuando su padre se enteró de lo sucedido, se acercó junto a su familia a la oficina diocesana de Faisalabad de la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJP) de los obispos católicos, quienes trabajan con el apoyo de la ACN. Inmediatamente su caso fue documentado y enviado a la oficina nacional de la CNJP en Lahore.
Unos días después, el 29 de mayo, el tío de Yasir (el secuestrador principal) llamó por teléfono al padre de Saba y le contó sobre el paradero de su hija; la habían abandonado cerca de un parque frente a la comisaría de policía de Madina Town, en Faisalabad.
«Me llevé conmigo a tres hombres cristianos de refuerzo para recuperar a mi hija. Lloramos ante la comisaría. Ahora, estamos a la espera del informe médico de Saba de la policía», cuenta.
El director diocesano del CNJP, el padre Khalid Rashid, se involucró bastante en el caso, exigiendo la detención inmediata del responsable: «Yasir vivía en la casa de al lado y Saba solía llamarlo ‘tío’. Su mujer, que afirma que se ha casado tres veces, ha accedido a prestar declaración policial contra él. Es un drogadicto que ahora está en libertad», informa.
El padre Rashid añade: «Es raro que se logre recuperar a estas niñas y la gente suele rendirse a mitad de camino. No obstante, nosotros nunca haremos compromisos a costa de la dignidad de estas niñas, pues se trata de una flagrante violación de los derechos humanos perpetrada por personas que hacen un uso indebido de la religión».