(Obsevatorio Bioética/InfoCatólica) En Italia, la incógnita sobre las circunstancias de la muerte de Marina Ripa di Meana, polifacética escritora y celebridad italiana del cine y la televisión, fallecida el 4 de enero a los 76 años, ha servido para que en la opinión pública se equiparasen los cuidados paliativos y la sedación profunda con la eutanasia.
Para deshacer equívocos, Benedetta Frigerio ha entrevistado en La Nuova Bussola Quotidiana a Claudio Bulla, médico internista experto en cuidados paliativos, quien explica con gran precisión cuándo es ética la sedación profunda, en qué momento suele efectuarse y con qué fin, además de cuándo no debe aplicarse porque implicaría provocar la muerte del paciente.
¿Qué es la sedación profunda?
En general se habla de sedación paliativa. Es un tratamiento que consiste en disminuir o quitar la consciencia a un enfermo, con su consentimiento, cuando ya los mejores cuidados disponibles no pueden paliar el sufrimiento. Puede ser temporal o continuada, parcial o completa, es decir, profunda. La primera se realiza cuando, por ejemplo, en un determinado momento del día un síntoma de la enfermedad del paciente es muy intenso y los fármacos no consiguen controlarlo; en este caso, se le pregunta al enfermo si quiere dormir, al menos por la noche o unas horas durante el día. Cuando se despierta el síntoma es más tolerable. Pero si el síntoma es verdaderamente resistente, es conveniente iniciar una sedación permanente en la que la consciencia se elimina de manera continua hasta la muerte natural.
¿Cuánto puede durar una sedación profunda, es decir, desde el momento en que los síntomas de una enfermedad se convierten en intolerables e incontrolables?
La bibliografía habla de un intervalo que va de uno a trece días desde el inicio de la sedación hasta la muerte. Pero, según mi experiencia, este tipo de sedación se aplica casi siempre en las últimas horas de vida. Los síntomas son intolerables cuando el paciente ya no los soporta a pesar de los mejores intentos terapéuticos para aliviarlos.
¿Cómo juzga la utilización de la sedación profunda cuando no es necesaria para controlar el síntoma?
Hay directrices publicadas por la Sociedad Italiana de Cuidados Paliativos que indican que es necesario informar al paciente y tener su consentimiento. La sedación profunda es necesaria sólo cuando existe un síntoma intolerable que no responde ni siquiera a las mejores terapias paliativas. En caso contrario no es posible efectuarla; es incluso éticamente equivocado, porque la consciencia es un bien indispensable de la persona, también en el final de la vida, un momento en el que muchas personas manifiestan miedo a morir, y desean, sin embargo, poder mantener un contacto con la vida que le queda y con sus seres queridos.
Si la consciencia es un bien fundamental de la persona, ¿qué otro buen objetivo que haya que tutelar justifica la posibilidad de sacrificarla?
Un síntoma resistente grave que genera un sufrimiento intolerable, según el juicio de la persona que muere. Le pongo otro ejemplo: la falta de respiración genera una enorme angustia en los enfermos. Cuando los tratamientos habituales (morfina, cortisona, ansiolíticos) ya no bastan para eliminar el síntoma y la angustia que provoca, es necesario proponerle al enfermo la sedación. El bien objetivo que hay que tutelar es el deber de aliviar los dolores de la persona que sufre. Por lo tanto, éste es el fin único, que tiene como consecuencia la pérdida de consciencia sin acelerar la muerte, que llegará de manera natural. Por los datos presentes en la bibliografía, este tratamiento se aplica al 20% de las personas que mueren, normalmente cuando ya la muerte es inminente.
¿Se puede utilizar la sedación profunda para acelerar la muerte? Si la respuesta es positiva, ¿cómo?
Si el organismo de la persona no da indicios de una muerte inminente y el pronóstico de supervivencia es de más de tres-seis semanas (existen escalas de valoración del pronóstico en los cuidados paliativos), realizar la sedación profunda, tal vez suspendiendo la hidratación y la alimentación, es un acto moralmente ilícito que acelera la muerte.
¿Es posible usar una sedación profunda para acelerar la muerte sin privar a la persona de la alimentación y la hidratación?
Repito, la finalidad de la sedación no es provocar la muerte, sino tratar el sufrimiento. Se puede acelerar la muerte utilizando una dosis desproporcionada, respecto a la necesidad de disminuir o abolir el síntoma, de los fármacos sedantes. Está claro que si el objetivo del médico es sólo controlar el síntoma es difícil que se exceda voluntariamente y aumente la dosis del fármaco.
Texto reducido de la entrevista publicada en La Nuova Bussola Quotidiana y traducido por Andoc. Tomado de Observatorio de Bioética.