(InfoCatólica) En un discurso a los participantes en la conferencia «Repensando Europa» organizada por la comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea en colaboración con la Secretaría de Estado Vaticana, el Papa Francisco ha reflexionado sobre los problemas que aquejan a Europa y sus posibles soluciones.
La familia, la primera comunidad y modelo
El Papa ha hecho referencia a «la familia, como primera comunidad», la cual «sigue siendo el lugar fundamental» donde cada cual descubre su identidad. «En ella, la diversidad se exalta y al mismo tiempo se recompone en la unidad» ya que es «la unión armónica de las diferencias entre el hombre y la mujer, que cuanto más generativa y capaz sea de abrirse a la vida y a los demás, tanto más será verdadera y profunda». Del mismo modo, «una comunidad civil está viva si sabe estar abierta, si sabe acoger la diversidad y las cualidades de cada uno y, al mismo tiempo, sabe generar nuevas vidas» podrá generar también «desarrollo, trabajo, innovación y cultura».
Denuncia del laicismo y su pretensión de relegar la religión a la esfera privada
El Papa ha invitado a que «la dimensión horizontal de la vida cotidiana» no le falte «nunca el aliento trascendente que mira más allá de lo efímero, de lo pasajero y provisorio», por lo cual debemos «considerar el papel positivo y constructivo que en general tiene la religión en la construcción de la sociedad». A este respecto ha denunciado también «cierto prejuicio laicista, todavía en auge» que «no es capaz de percibir el valor positivo que tiene para la sociedad el papel público y objetivo de la religión, prefiriendo relegarla a una esfera meramente privada y sentimental».
De esta manera «se instaura así también el predominio de un cierto pensamiento único, muy extendido en la comunidad internacional, que ve en las afirmaciones de una identidad religiosa un peligro para la propia hegemonía, acabando así por favorecer una falsa contraposición entre el derecho a la libertad religiosa y otros derechos fundamentales».
La traición de Europa a su tradición cristiana le ha traído un tiempo de esterilidad
El Papa ha explicado que «a partir de los años sesenta del siglo pasado está teniendo lugar un conflicto generacional sin precedentes» pues «al entregar a las nuevas generaciones los ideales que han hecho grande a Europa, se puede decir hiperbólicamente que se ha preferido la traición a la tradición. Al rechazo de lo que llegaba de los padres, le ha seguido el tiempo de una dramática esterilidad. No solo porque en Europa se tienen pocos hijos —nuestro invierno demográfico—, y demasiados son los que han sido privados del derecho a nacer, sino también porque nos hemos encontrado incapaces de entregar a los jóvenes los instrumentos materiales y culturales para afrontar el futuro. Europa vive una especia de déficit de memoria. Volver a ser comunidad solidaria significa redescubrir el valor del propio pasado, para enriquecer el propio presente y entregar a la posteridad un futuro de esperanza».
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