(ACI/InfoCatólica) En una reciente homilía el Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, criticó la ideología de género pues, aseguró, hace perder «el contacto con lo natural» y «enseñarnos las cosas más inverosímiles».
«Hoy pienso en todas las implicaciones de la ideología de género, que, además, trata de imponerse como ley en la educación de los niños. Hay una patología detrás de eso. Hay una cortedad y una torpeza de la inteligencia», expresó el Prelado el pasado 12 de febrero en la Catedral de Granada.
Mons. Martínez dijo que es necesaria la gracia de Cristo para descubrir que la naturaleza «es un regalo».
«La naturaleza no es simplemente una cantera para explotar, que cuando la tratamos como una cantera para explotar terminamos destruyendo la naturaleza y destruyéndonos a nosotros mismos».
Añadió que hombres y mujeres son iguales en dignidad y se preguntó «¿cómo no lo vamos a ser?». «Pero no somos intercambiables más que para los intereses del mercado y del Ministerio de Hacienda».
«En la vida real, somos iguales en dignidad, hermanos y compañeros, y tenemos el mismo destino: participar de la vida nueva en Cristo. Pero, en todo lo demás no reaccionamos igual, no pensamos de la misma manera», dijo.
Mons. Martínez aseguró «que la Creación ya tiene una ley. Y esa ley, en la mayor parte de los casos, la descubre en parte la ciencia, la descubrimos con el sentido común: apenas empezamos a usar de la razón».
Añadió que una ley se encuentra en las cosas y aprendemos a respetarlas, aunque no siempre conozcamos esas leyes, «y no sólo por falta de ciencia», sino también «porque el pecado nos afecta».
En ese sentido, el Arzobispo aseguró que «la ley de Dios es siempre un camino de vida, incluso en aquellos casos en que no la entendemos».
Agregó que llega un momento en la vida en que se descubre «que la ley del Señor es una ley de vida; que el Señor no quiere para nada hacernos la vida fastidiosa; que los mandamientos de Dios y la ley de Dios no son, en absoluto, un capricho de Dios, sino que son caminos de vida, y que cuando nos alejamos de esos caminos entramos en la muerte, entramos en una cierta cultura de la muerte».
«El pecado nos empequeñece, ofende a Dios porque nos empequeñece a nosotros, le da tristeza a Dios porque nosotros nos acercamos a una muerte que es peor que la muerte física, porque es la muerte de nuestro ser, de nuestra alma», aseveró.
Finalmente, Mons. Martínez dijo que necesitamos el espíritu de Dios y su gracia para tener «una relación y una amistad pura entre hombres y mujeres, y una colaboración buena para el fin del mundo, para el bien de los hombres; donde es posible el amor entre el hombre y la mujer, no como una pasión de luchas de poder, o de usar al otro para satisfacer necesidades mías afectivas, sexuales, del tipo que sean, sino deseando que el otro, que es diferente, que la otra, que es diferente, pueda cumplir su vocación, su participación plena en la vida de Dios».