(Fides) Los actos fueron cometidos después de que las ciudades fueron abandonadas por la milicia del Califato. Este es el escenario que se desprende de un informe detallado recogido por Human Rights Watch (HRW).
Cruzando las historias de muchos testigos oculares, y también haciendo uso de fotos de satélite de las zonas afectadas, la organización internacional comprometida con la defensa de los derechos humanos ha podido comprobar que el saqueo y la devastación de barrios enteros de la ciudad rescatados del control del Daesh han sido realizados por grupos armados y milicias de «auto-protección popular» que ahora reclaman su papel en la campaña de «liberación» de la ocupación yihadista.
Los saqueos y la devastación al parecer se han producido entre noviembre de 2016 y febrero de 2017, sin justificación aparente desde un punto de vista militar. Entre los grupos identificados como responsables del ello, según Human Rights Watch también se incluyen las fuerzas de movilización popular conocidas como Hashd al-Sha'abi, unidad que acredita su contacto directos con el primer ministro iraquí Haydar al-Abadi.
Al sur-oeste de Mosul, Human Rights Watch ha documentado el saqueo y la demolición de edificios en tres pueblos a través del uso de explosivos y excavadoras. En el pueblo de Ashwa se ha destruido sin ninguna razón, la mezquita más grande. A las acusaciones de Human Rights Watch, los representantes de Hashd al-Sha'abi han respondido hablando de trampas explosivas que los yihadistas habrían dejado para desencadenar la destrucción de casas y edificios públicos después de su retirada. Sin embargo, varios relatos de testigos recogidos por Human Rights Watch parecen contradecir esa versión