(Álex Navajas/Religión en Libertad) La sangría está siendo rapidísima: en el último año y medio (desde el 1 de enero de 2015), 341 casas pertenecientes a congregaciones religiosas se han visto obligadas a cerrar definitivamente sus puertas por la escasez de vocaciones y la elevada edad de los consagrados.
Esto supone que, cada día y medio, se ha perdido una presencia de vida religiosa en algún lugar de España.
Por lo general, las casas se quedan cerradas, sin uso, a la espera de que alguien las compre o alquile para darles otro tipo de actividad. En otras ocasiones, se convierten en el objetivo de vándalos y «okupas» que las degradan. Sólo en algunos casos, las casas se mantienen abiertas y con uso, pero ya sin la presencia de consagrados.
Los religiosos suelen abandonar los pueblos para reagruparse en ciudades y localidades de más importancia, lo que provoca que los pequeños núcleos de población pierdan la presencia de las almas consagradas. En algunos casos, sin embargo, la situación es tan desesperada que no se salvan ni siquiera las casas religiosas de las grandes ciudades. El hecho de «importar» monjas de otros continentes, especialmente de África, Asia e Hispanoamérica, no parece detener –en todo caso, ralentiza- el cierre de las comunidades religiosas.
Conventos, monasterios, colegios, residencias de ancianos
Se clausuran así conventos y monasterios, pero también colegios y residencias de ancianos, o al menos cambian de manos.
Los datos los aporta el doctor en Estadística y experto en Bases de Datos Giuseppe Mineo, que ha estudiado a fondo las casas de congregaciones religiosas cerradas en España desde el 1 de enero del pasado año y ha elaborado la lista de 341 inmuebles. «Y va a más: esta sangría, lejos de detenerse, se va a agudizar en los próximos meses y años», asegura el estadístico.
Las Hijas de la Caridad cierran una casa al mes
Las más castigadas han sido las congregaciones religiosas femeninas, que son también mucho más numerosas que las masculinas. De los 341 cierres, 270 corresponden a conventos de monjas, mientras que 71 son de sacerdotes o frailes. De ellas, las que clausuraron más casas el pasado año fueron las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que echaron el cierre a 23 de sus residencias en Madrid, Canarias, Mallorca, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y País Vasco. Las Hijas de la Caridad, por tanto, han cerrado más de una casa al mes.
Las dominicas, en todas sus diversas familias (de la Anunciata, misioneras, recoletas…), perdieron 14 residencias, y 16 fueron las casas que clausuraron las franciscanas (de la Inmaculada, de la Misericordia…).
La crisis se ceba tanto con las congregaciones de vida activa (como las carmelitas de la caridad o «vedrunas», que pierden 11 comunidades; 6 en el caso de las siervas de San José y 9 en el de las agustinas), como con las dedicadas a la beneficencia (las hermanitas de los Ancianos Desamparados clausuran 6 de sus residencias) e incluso las de vida contemplativa, aunque en menor medida (las clarisas cierran 8 conventos; las carmelitas descalzas, 3, y las trinitarias, 6).
Los dominicos, los más perjudicados...
Entre las 71 casas de congregaciones religiosas masculinas, los más perjudicados son losdominicos, que clausuran 14, y los hermanos de La Salle, que pierden 8. Otras órdenes dedicadas a la educación, como escolapios, maristas o claretianos, pierden 4 cada una, y los jesuitas se han visto obligados a cerrar 5 de sus comunidades en España.
En la vida religiosa masculina, sin embargo, los conventos de vida contemplativa parecen aguantar mejor la crisis. No figuran benedictinos, ni cistercienses, ni cartujos ni ninguna orden similar entre los que han tenido que clausurar comunidades.
De seguir a este ritmo de perder una casa religiosa cada día y medio, el mapa de la vida consagrada podría variar mucho en los próximos años en España.