(Rome Reports) El cardenal asegura:
«No queremos un Oriente Medio de piedras muertas, como un museo, sino de piedras vivas que allí donde nació nuestra fe cristiana continúen testimoniando la fe en Jesucristo, Señor del mundo, que ha traido la paz a los hombres».
La Colecta se entregará a los franciscanos que desde el siglo XIII custodian los santos lugares. Allí no sólo atienden iglesias y santuarios. También mantienenescuelas, casas para huérfanos y casas para familias sin recursos.
Gran parte de las ayudas se dirigirán a Siria. El cardenal sueña con que contribuyan a consolidar la débil tregua que reina en el país.
«Sueño en una Siria reconstruida después de esta guerra. Ahora está totalmente destruida, pero con el apoyo de la comunidad internacional y con, de nuevo, la presencia de los cristianos que viven en fraternidad y en paz con los musulmanes».
También pidió ayuda el sacerdote Jacques Mourad, que durante 4 meses y veinte días estuvo en las manos del Isis. El sacerdote asegura que en Siria están experimentado una persecución no sólo contra cristianos sino contra todas las personas:
«La guerra ha sido un desastre para todos los sirios, son tiempos de oscuridad y de mal, de tristeza, de sufrimiento. Meditamos estos días junto a Cristo que sufre y es crucificado y muere para que entendamos que el camino del sufrimiento y del mal no es el auténtico camino. No es la vocación de los seres humanos».
Efectivamente, a día de hoy los únicos sacerdotes de rito latino que hay en Siria son 30 franciscanos. Allí donde están, trabajan por aliviar el sufrimiento de la gente, independientemente de su religión.