(RV) En su homilía, el Santo Padre subrayó que este ministerio fue instituido por Cristo para redimir a la humanidad, quien a su vez envió «a los doce apóstoles por el mundo, para que, llenos del Espíritu Santo, anunciaran el Evangelio, instruyeran y santificaran a todos los pueblos y los reunieran en un solo rebaño, bajo un único pastor y los guiaran a la salvación».
Por ello, el Obispo de Roma recordó a los candidatos al orden de los Obispos, «que han sido escogidos entre los seres humanos para servirles en las cosas de Dios. El episcopado es un servicio, no un honor. Por esto, el Obispo debe ante todo vivir para los fieles, y no solamente presidirlos; porque, según el mandato del Señor, el que es mayor debe hacerse el más pequeño, y el que preside, debe servir humildemente». Sean servidores de todos, dijo el Papa, especialmente de los más grandes y de los más pequeños. De todos, pero siempre servidores, al servicio del pueblo de Dios.
Antes de concluir su homilía, el Papa Francisco les señaló las tareas a las cuales están llamados los ministros en el episcopado. «No se olviden que la primera tarea del Obispo es la oración: esto lo ha dicho Pedro, el día de la elección de los siete diáconos. La segunda tarea, el anuncio de la Palabra. Luego viene lo demás. Pero el primero es la oración. Si un Obispo no reza, no podrá hacer nada».