(RV) Después de repartir caricias y ternura a los pequeños, y de agradecer a Dios por la oportunidad de poder visitarlos, en su breve discurso el Papa les recordó un «pedacito del Evangelio», que relata la presentación de Jesús en el Templo, y la figura del anciano Simeón, que, cuando lo ve, lo toma en brazos y comienza a bendecir a Dios. «Simeón es el «abuelo» que nos enseña esas dos actitudes fundamentales: la de agradecer y a su vez bendecir». De ahí pues, el agradecimiento a los pequeños por el cariño dispensado, como a las personas que los cuidan y trabajan por su recuperación, y la bendición del pontífice, tal como lo hiciera el anciano Simeón al ver al niño Jesús.
El hospital pediátrico «Federico Gómez», es uno de los centros para el cuidado de la infancia a la vanguardia del país, y además de la asistencia médica es un importante centro de investigación y enseñanza sobre las patologías infantiles.
Después del encuentro con los niños y el breve discurso, el Santo Padre fue acompañado a la Unidad de Hematología-Oncología (ludoteca y el departamento de quimioterapia) y, posteriormente, visitó en forma privada a los niños internados en el segundo piso.
Uno de los muchos momentos conmovedores que pudimos ver se vivió cuando una de las niñas allí internadas cantó ante el Papa Francisco y todos los presentes el Ave María.