(Pablo Pardo/ El Mundo) En lo que va de año, VanDyke ha entrenado a cerca de 400 cristianos iraquíes para combatir al Estado Islámico. En enero y febrero, formó a unos 330. En mayo, a otros 21. Todos ellos son miembros de la Unidad de Protección de la Llanura de Nínive (NPU, en inglés). A finales de este mes espera reanudar los entrenamientos con un plan más intensivo que le permita crear «la mejor fuerza de infantería de Irak».
Y luego, si todo va bien, piensa intervenir en Libia. Y, después, en Nigeria. También dice tener peticiones de Pakistán y de Filipinas.
De los entrenamientos se han encargado hasta la fecha cinco voluntarios y empleados. Todos ellos son ex militares de Estados Unidos, entre ellos, según VanDyke, tres tenientes coroneles y al menos un miembro de los Boinas Verdes, una unidad de élite especializada, precisamente, en entrenar a fuerzas locales. Su organización recibe cientos de ofrecimientos de voluntarios que quieren irse a Irak, pero solo acepta a alrededor del 1%.
«Esa gente está feliz de trabajar con los cristianos iraquíes, porque están muy motivados, justo al contrario que los afganos con los que habían estado lidiando hasta hace poco», explica VanDyke en Philadelphia. Está en esa ciudad esperando la licencia del Departamento de Estado de EEUU para que su organización -SOLI, el acrónimo en inglés de Hijos de la Libertad Internacional- vuelva a operar en Irak en calidad de empresa privada de seguridad.
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