(Zenit) «Veo la esperanza en la Iglesia de Pakistán, cuando vivo a diario con los cristianos de a pie que siguen adelante pese a todas las dificultades. La veo en la familia que huye de su casa por ser cristiana, en el joven asesinado por no querer convertirse en musulmán, en las madres que sacan adelante a sus familias enseñando a sus hijos el amor a Cristo, en los cristianos que al día siguiente de los atentados en nuestras iglesias volvían a llenar los templos sin miedo».
Así lo asegura al ser entrevistado por Zenit el el sacerdote salesiano Miguel Ángel Ruiz, quien ha vivido once años como misionero en Lahore, Pakistán. En esa archidiócesis ha integrado el Consejo de la Juventud y más tarde el Consejo de administración. Los últimos 7 años fue el Director de la obra Salesiana en Lahore, que comprende educación básica, técnica y el internado de jóvenes cristianos más grande del país. Actualmente, cursa derecho canónico en Roma.
- ¿Cómo es la situación actual de la comunidad cristiana?
Si hay que definirla en general, se podría decir al menos que ‘es muy mala’. Los dos sectores de la población que más sufren son también los más importantes para el futuro de nuestra comunidad: las mujeres y los jóvenes. Las mujeres se encuentran en una doble situación de discriminación, tanto por ser mujeres como por ser cristianas. Si ya de por sí el valor de la mujer es tan negativo que en un tribunal su testimonio vale la mitad que el de un hombre, al ser cristiana se desvaloriza aún más. Cuando se quiere insultar despectivamente a una mujer cristiana se la llama en la sociedad «perra cristiana».
Por lo que se refiere a la juventud, el anterior arzobispo de Lahore definía al joven cristiano de Pakistán como un ser humano frustrado. A pesar de que la juventud tiene un potencial increíble, al existir muy poca posibilidad de cambiar el destino de la propia vida, que se agrava por ser cristiano lo que le somete continuamente a falta de oportunidades, de discriminación laboral y al escándalo. Esto puede explicar que en los últimos años los informes sobre la juventud del país hablan de hasta un 95 por ciento de jóvenes que desean dejar el país. Creo que en el caso de los jóvenes cristianos puede ser el 100 por ciento.
- Tras los dramáticos atentados de las últimas semanas, ¿qué esperanza tiene la Iglesia en Pakistán?
Esperanza es una palabra clave en el momento actual de la Iglesia en Pakistán. Si uno mira el pasado y el presente de nuestra situación, ve pocas razones para la esperanza... Pero que no haya razones visibles o externas para la esperanza no quiere decir que no haya esperanza. Nuestra esperanza más importante es una Esperanza con mayúscula... es Cristo Jesús, es Dios nuestro Padre, es la presencia viva y operante del Espíritu Santo en cada cristiano del país. Yo no veo la esperanza en los políticos del país, ni en las estructuras actuales, ni en los grandes discursos... la veo cuando vivo a diario con los cristianos de a pie que siguen adelante pese a todas las dificultades. La veo en la familia que huye de su casa por ser cristiana, en el joven asesinado por no querer convertirse en musulmán, en las madres que sacan adelante a sus familias enseñando a sus hijos el amor a Cristo, en los cristianos que al día siguiente de los atentados en nuestras iglesias volvían a llenar los templos sin miedo. Fue tanta la gente que quería estar presente en las misas de funeral, que las fuerzas del orden tuvieron que controlar que solo los residentes tuvieran acceso a los lugares de culto. En la parroquia católica ese día se congregaron más de 10 mil personas. Esa es nuestra Esperanza.
- Sabiendo que el futuro es impredecible pero teniendo en cuenta la tensión existente ¿qué podría suceder en los próximos meses en Pakistán?
Ciertamente, el futuro es impredecible y la historia de Pakistán así lo demuestra... El país ha estado al borde del caos en varias ocasiones y de repente sucede algo que cambia de nuevo todo. Pero si el futuro es impredecible, el presente es bien visible: existe discriminación por el hecho de ser quienes somos, la pérdida de misioneros y de congregaciones, el éxodo de cristianos en otras zonas del país dependiendo de donde se desate la violencia, arrestos indiscriminados de cristianos por parte de la policía... En definitiva, una situación que exigirá a los cristianos hacer un esfuerzo aún más fuerte para seguir sobreviviendo cada día en Pakistán.
- ¿Cuál es el papel de la comunidad internacional en esta situación? ¿Y de la Santa Sede?
Debo decir como primera cosa, que en estos últimos 7 años la Santa Sede nos ha defendido de manera continua y muy valiente. No es fácil el trabajo de la diplomacia vaticana que representa tanto al Santo Padre como a la Santa Sede en países como Pakistán. A menudo es necesario ir más allá de los protocolos aprendidos en la Academia si se quiere ser Pastores de verdad y servir a la Iglesia en quienes la formamos. He vivido muy de cerca este apoyo y es justo que se reconozca, porque muchas veces puede dar la impresión de que ciertos servicios en la Iglesia nos separan de la gente, y no lo es en el caso en Pakistán.
A nivel internacional... se podría hacer mucho más. El mismo papa Francisco ha denunciado que se está intentando esconder esta persecución... porque hablamos de una persecución también en Pakistán. Yo estoy de acuerdo en que no somos los únicos perseguidos... pero también hay que denunciar alto y claro que ya nos hemos convertido en objetivo, donde antes no lo éramos. El doble atentado suicida así lo demuestra. De ahora en adelante los cristianos en Pakistán no vivirán seguros en ninguna parte del país porque Youhanabad era nuestro sancta sanctorum, el único sitio donde los cristianos se sentían seguros... y ya ni eso. Un país como Pakistán mira mucho a su alrededor... no quieren quedarse aislado y aquí es donde la comunidad internacional puede jugar un rol muy decisivo: si se presiona al Gobierno cuando lleguen los momentos de tensión no podrán actuar impunemente contra nuestra gente. Creo firmemente que esta presión evitó un viernes negro tras los atentados...pero mientras hacemos esta entrevista, la policía sigue favoreciendo el éxodo de Youhanabad, arrestando indiscriminadamente a jóvenes y hasta menores de edad por el mero hecho de ser cristianos. ¿Cuántas manifestaciones de apoyo a otros colectivos se organizarían en muchos países si esto ocurriese? Le interesa a algunos países en Occidente que haya cristianos de verdad... ¿no somos solo un obstáculo para ciertas agendas? El cristiano siempre será perseguido por los intolerantes, con violencia tanto física como ideológica. Yo solo creeré en algunos organismos internacionales cuando más allá de denunciar de palabra, se pongan manos a la obra con medidas concretas.
- ¿Qué se puede hacer para mejorar esta situación de violencia y persecución contra los cristianos?
Ante todo es necesario no olvidar el Evangelio... quienes somos. No podemos responder a la violencia con la violencia y no podemos justificar de ninguna manera acciones como el linchamiento de dos musulmanes a manos de algunos enfurecidos cristianos de Youhanabad. Decir que los que hicieron esto no eran cristianos sería escondernos; justificarlo como reacción lógica en el momento de los ataques es olvidar nuestro mensaje que es lo que la humanidad necesita en estos momentos e iniciar una espiral de reacciones contra nosotros.
Hay que denunciar la situación sin miedo... hay que utilizar todos los medios pacíficos a nuestro alcance para seguir ayudando a los cristianos de Pakistán: donaciones para que mejoren su estatus en el país, coordinar los diferentes grupos de apoyo y defensa como son Cáritas, la Comisión Justicia y Paz, ayudarles a viajar al país para que puedan ser agentes evangelizadores muy válidos en nuestra sociedad, pues saben lo que es sufrir debido a la fe. Y rezar, rezar siempre, a tiempo y a destiempo como nos recuerda la Escritura. Y luego hay que dejar que nuestras fuerzas del orden actúen debidamente para evitar que la violencia se siga extendiendo, con el consiguiente genocidio cristiano al que estamos asistiendo.
- ¿Cuál es la labor de los salesianos en este país?
Los Salesianos en Pakistán estamos al lado de los jóvenes más necesitados, como en cualquier otro lugar del mundo, evangelizando siempre. No hacemos distinción entre los jóvenes cristianos o musulmanes cuando solicitan recibir la educación básica o técnica que ofrecemos tanto en Quetta (cerca de la frontera con Afganistán), como en Lahore (cerca a la frontera con la India). Sí, exigimos que los jóvenes musulmanes acepten nuestra identidad como cristianos para formar parte de nuestra estructura. No sería aceptable que siendo la población escolar de mayoría cristiana tuviésemos que adaptarnos a otros credos o estilos. Y debo decir que jamás hemos tenido un problema con los jóvenes en el centro. Es más, cuando vienen días como el de Don Bosco, son los mismos jóvenes musulmanes los que nos piden estar con los demás estudiantes durante la misa, en vez de hacer otras cosas alternativas que les ofrecemos, cuidando una atmósfera de respeto y crecimiento mutuo. No nos perciben como amenaza, nunca, porque no hacemos proselitismo. Vivimos lo que predicamos y lo que predicamos no es peligroso para ellos. Por eso es curiosa la transformación que muchos de ellos sienten al estar entre nosotros, hasta el punto de llorar el día de la graduación, al tener que dejar el Centro. Trabajamos por las vocaciones y en solidaridad con la Iglesia local en todo lo que podemos. No vamos a reducir nuestra labor a la simple promoción social porque en Pakistán la fe se vive de una forma muy intensa: nos necesitan como consagrados que somos y nos exigen vivir nuestra consagración con totalidad.