(ANS) Se abrazó al asaltante, haciendo de escudo con su cuerpo; él perdió la vida pero salvó la de otras muchas personas.
Se ha confirmado su identidad el 17 de marzo, a medida que se va aclarando la dinámica del atentado. Akash Bashir, en calidad de «guardia de seguridad» se encontraba con un compañero suyo en el portón de la iglesia controlando la entrada.
Cuando el kamikaze se ha acercado a la entrada, buscando la manera de pasar violentamente a los dos jóvenes guardas, lo ha detenido; advirtiendo la carga explosiva que escondía debajo de una cazadora, lo ha abrazado y la explosión le ha separado la parte inferior del cuerpo. Gracias a él el balance de víctimas no ha sido tan terrible como los asaltantes habrían previsto.
Entre tanto, no cesa el clima de violencia e inseguridad en la ciudad. Ayer, después de los funerales, algunas manifestaciones han degenerado en violencia por parte de grupos de jóvenes emotivamente indignados: en las calles, violencia salvaje y vandalismo que a duras penas han podido ser controladas por las fuerzas especiales militares conocidas como «Rangers».
Estas manifestaciones violentas están haciendo ahora más precaria la seguridad de los cristianos. En la mañana del 17 de marzo, un grupo compacto de musulmanes, animados por los altavoces de mezquitas vecinas, han entrado en el barrio cristiano, han tomado la vía principal y apenas han podido detenerlas las fuerzas del orden antes de que entrasen en contacto con el grupo cristiano, alineados en la parte opuesta.
La escuela salesiana permanecerá cerrada hasta que no se garantice totalmente su seguridad; algunos jóvenes ni siquiera pueden volver actualmente a sus casas, a causa de los continuos desórdenes y de la violencia callejera.
«Al ser minoría cristiana, hay momentos en que nuestra única esperanza está en la ayuda de Dios y de su Madre María», comentan los Salesianos en Lahore.