(J.V. Boo/ABc/InfoCatólica) Antes de empezar la misa de la fiesta del Bautismo de Jesús, el Papa hizo la señal de la cruz en la frente a cada uno de los pequeños en los brazos de su madre, un gesto que repetían a continuación también los padres antes de dar paso a la siguiente pareja. A su vez, los padrinos, madrinas y abuelos, miraban desde sus asientos, sin terminar de creerse la escena maravillosa en que participaba su familia ante los grandiosos frescos de Miguel Ángel.
Después de la homilía, el Papa bautizó uno a uno a los 33 niños en una hermosa pila bautismal. A continuación, recorrió las filas de la capilla para imponer a cada uno el óleo en la frente. Con un número tan alto de pequeños, el fondo musical continuo era el sonido del órgano mezclado con el llanto de al menos media docena de criaturas en cada momento.
Pero la vida de las familias es así, y a nadie le molestaban los lloros. Durante su homilía, el Papa les hacía sentirse como en casa, e incluso invitó a las madres: «Si los niños lloran por hambre, dadles de mamar», sin ningún complejo por hacerlo durante la misa o en la capilla más famosa del mundo.
Pasajes del pequeño Evangelio
Después, los padres fueron pasando a encender cada uno su vela en el cirio situado junto al altar. A continuación, el Papa pasó por cuarta vez a acariciar a cada uno de los niños, con los padres cada vez más sonrientes y relajados.
En la homilía, el Papa había dicho que el bautismo proporciona el alimento del alma, como la leche de las madres, y la luz de la fe, como la vela que encendían ahora los padres. Francisco les exhortó a todos, incluidos los padrinos y los abuelos, a mantener viva esa fe leyendo cada día «algunos pasajes del pequeño Evangelio que debéis tener siempre a mano».
Les invitó también a rezar cada día al Espíritu Santo pues «normalmente rezamos a Jesucristo y, en algunas oraciones como el Padre Nuestro también al Padre, pero poco al Espíritu Santo». El Papa les sugirió incluso una breve oración: «Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Les aconsejo que, cuando la recen, sientan «la presencia materna de la Virgen María. Que la Virgen, nuestra madre, acompañe siempre el camino de vuestros hijos y de vuestras familias».