(Vatican Insider/InfoCatólica) Dio la noticia el sitio caldeo ankawa.com, uno de los más rápidos y actualizados sobre el calvario que viven los cristianos en el norte de Irak. Entre todos los hechos dramáticos de estas horas, los que se ocupan del sitio quisieron que no se olvidara este gran acto de valentía por parte de un musulmán.
El profesor Al’Asali sabía que estaba arrigándose mucho: en Mosul todos saben que en Raqqa, la ciudad siria gobernada desde hace un año por el Estado Islámico de Irak y del Levante, son muchísimos los activistas que luchan por los derechos humanos que han pagado con sus vidas por oponerse a la intolerancia del Isil. Sin embargo, Al’Asali no podía permanecer en silencio.
Como muchos otros musulmanes, que ayer en Baghdad lanzaron la campaña «yo soy iraquí, yo soy cristiano», como respuesta a las «ene» de «Nazarenos» trazadas en los muros de las casas de los cristianos de Mosul. Algunos de ellos se reunieron afuera de la Iglesia caldea de San Jorge con una pancarta en la que se leía esa frase. Después publicaron la foto en Facebook.
Sin embargo, estos gestos de valor son señales que no frenan la locura de los fundamentalistas del Estado Islámico. Siguiendo con su proyecto de limpieza étnica, los integrantes del Isil publicaron hoy las tarifas de la «jizya», el impuesto islámico «de protección» que deberían pagar todos los que no son musulmanes que quieran permanecer o volver a Mosul. La cifra indicada es de 450 dólares por persona al mes: una suma desmesurada para los que viven en el norte de Irak.
Hoy también llegó la noticia desde otro lugar cristiano lleno de historia en el norte de Irak y que cayó en manos del Estado Islámico: se trata del monasterio siro-católico de Mar Benham, muy cerca de Qaraqosh, la ciudad cristiana de la Llanura de Nínive, a donde escapó la mayor parte de los cristianos. En Mar Benham, la presencia monástica comenzó en el siglo IV.
«Obligaron a los tres monjes y a algunas familias que viven en el monasterio a abandonarlo dejarles las llaves», contó a la Fides el obispo siro-católico de Mosul, Yohanna Petros Moshe. El monasterio, indicó el sitio Bagdadhope, había sido reestructurado en 1986 y se convirtió desde entonces en meta de peregrinaje para los cristianos y también para algunos musulmanes.