(Portaluz/InfoCatólica) A causa de una malformación cerebral congénita, María sufre parálisis cerebral, además de discapacidad visual y auditiva, y epilepsia. Cuando le diagnosticaron estos problemas, «el médico nos llegó a decir que iba a ser incapaz de mantenerse con vida por sí misma», comenta su padre. «¡Pero era nuestra hija!», agrega la madre.
Sin embargo, ya ha cumplido 10 años y «es una niña preciosa que sufre y tiene muchos problemas añadidos, pero disfruta de la vida», concluye. Lo demuestra, por ejemplo, dicen, cada vez que salta de alegría al oír a sus padres entrar en casa.
Esta pequeña, que depende para todo del cuidado de las personas que están a su alrededor, es la protagonista del tercer vídeo de Tsunamis de vida. Esta iniciativa de un grupo de universitarios madrileños pretende reflexionar, con una serie de siete testimonios cortos, sobre el valor de la vida.
Los padres de María eran muy conscientes del valor de la vida de su hija. Durante el embarazo, a pesar de la dureza del diagnóstico, «de lo que teníamos más ganas era de poderla abrazar, porque era nuestra hija», dice emocionada la feliz mamá de María. Cuando su madre pudo empezar a darle de mamar, fue otro regalo del que «disfrutaba muchísimo».
Con estas certezas y fe, querer y cuidar de su hija, a pesar de toda la atención especial que requiere, «ha sido mucho más sencillo de lo que yo a priori hubiera podido imaginar. Es tu hija, y algo dentro de ti hace que te surja el atenderla. Así somos las madres, con estos hijos y con todos».