(VIS) Predicación del Papa:
Falsas esperanzas
«El diablo, para alejar a Jesús de la vía de la cruz, le presenta las falsas esperanzas mesiánicas: el bienestar económico, indicado por la posibilidad de transformar las piedras en pan; el estilo espectacular y milagrero, con la idea de arrojarse desde el punto más alto del templo de Jerusalén y hacerse salvar por los ángeles y, en fin, el atajo del poder y del dominio, a cambio de un acto de adoración a Satanás».
Seguir la voluntad del Padre sin compromiso con el pecado y el mundo
«Jesús rechaza decididamente todas estas tentaciones y reafirma la firme voluntad de seguir la vía establecida por el Padre, sin ningún compromiso con el pecado y con la lógica del mundo... Jesús -ha continuado- sabe bien que con Satanás no se puede dialogar porque, ¡es muy astuto! Por eso Jesús en vez de dialogar, como hizo Eva, elige de refugiarse en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de esta Palabra. Recordemos esto en el momento de las tentaciones, de nuestras tentaciones: ningún argumento con Satanás, sino siempre defendidos por la palabra de Dios, ¡y esto nos salvará!».
Lucha contra la mentalidad mundana
«En sus respuestas a Satanás, el Señor nos recuerda ante todo que «no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»; y esto nos da fuerza, nos sostiene en la lucha contra la mentalidad mundana que abaja al hombre al nivel de las necesidades primarias, haciéndole perder el hambre de lo que es verdadero, bueno y bello, el hambre de Dios y de su amor. Recuerda además que también está escrito: «No tentarás al Señor tu Dios», porque el camino de la fe pasa también a través de la oscuridad, la duda, y se nutre de paciencia y de espera perseverante. Recuerda, en fin, Jesús, que está escrito: «Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto»; o sea, debemos deshacernos de los ídolos, de las cosas vanas, y construir nuestra vida sobre lo esencial».
Cuaresma, tiempo de conversión
«El tiempo de la Cuaresma es ocasión propicia para todos nosotros para realizar un camino de conversión, confrontándonos sinceramente con esta página del Evangelio. Renovemos las promesas de nuestro Bautismo: renunciemos a Satanás y a todas sus obras y seducciones, porque él es un seductor, para caminar por los senderos de Dios y «llegar a la Pascua en la alegría del Espíritu».