(EP/InfoCatólica) El director del Programa Diocesano de Pastoral con Inmigrantes, Jesús Cervera, señala que Anwar se encuentra provisionalmente alojado en el Centro de Acogida a Refugiados de Valencia tras huir de su país. Cervera indica que la hermana del joven, Shagufta Kausar, y su marido, Emmanuel Shafaqat, fueron arrestados y «acusados falsamente de enviar mensajes de texto blasfemos desde su móvil a altas autoridades del Estado».
De acuerdo con el relato del joven pakistaní que publica en su último número el periódico diocesano Paraula, el matrimonio negó los cargos y, en su defensa, «demostraron que hacía un mes que habían perdido el teléfono móvil y que, incluso, habían pedido en la tienda bloquear su tarjeta SIM». Según las mismas fuentes, el marido, que es parapléjico, «fue obligado a confesar falsamente bajo torturas los cargos para evitar que torturaran también a su mujer».
Desde el Arzobispado indican que tras la detención de su hermana, Joseph Anwar recibió también la llamada de la policía advirtiéndole de que sería detenido dos horas después. «Apagué inmediatamente el teléfono y pedí ayuda a un amigo sacerdote para escapar clandestinamente del país», explica el joven.
Joseph Anwar, que ofreció su testimonio en la misa por la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado que se celebró en Valencia el pasado 19 de enero, asegura que en Pakistán «cada vez más cristianos sufren persecuciones y falsas acusaciones de blasfemia».
«Juicios rápidos y sin garantías judiciales»
Al respecto, indica que con la ley de 1986 se enfrentan a «juicios rápidos, sin garantías judiciales, y con sentencias tan duras como la muerte o la cárcel». Anwar señala que, según las leyes musulmanas de Pakistán, los cristianos son «considerados impuros». «Creen que si se dan la mano con nosotros se ensucian y nos acusan de blasfemia porque decimos que Jesús es el hijo de Dios», añade el joven, quien mantiene que «las falsas acusaciones contra los cristianos y el martirio en Pakistán son ya muy frecuentes».
Joseph Anwar habla de «más de 5.000 cristianos perseguidos en Pakistán» y advierte que se enfrentan a «muchas dificultades como la falta de derechos humanos, la ausencia de educación o la imposibilidad de promoción en cualquier campo de trabajo».