(Gaudium Press/RV) «Estos dos sacramentos, junto con la Eucaristía -ha explicado- constituyen un acontecimiento único salvador: la iniciación cristiana - en la que somos insertados en Jesucristo, muerto y resucitado y nos transformamos en nuevas criaturas y miembros de la Iglesia. Esto es así porque al principio estos tres sacramentos se celebraban en un solo momento, al final del catecumenado, por lo general en la Vigilia de Pascua. Así se sellaba el camino de formación e inserción progresiva en la comunidad cristiana que podía durar algunos años. Se hacía paso a paso, para llegar al Bautismo, después a la Confirmación y luego a la Eucaristía».
Con el aceite en la Confirmación, somos ungidos, y de hecho, «a través del aceite llamado 'sacro crisma', somos conformados, con la potencia del Espíritu, a Jesucristo, que es el único verdadero ‘ungido', el ‘Mesías', el Santo de Dios». «El término ‘confirmación' nos recuerda también que este sacramento ratifica la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo , afianza nuestra relación con la Iglesia y nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y no sentir jamás vergüenza de la cruz».
«Por eso es importante que los hijos reciban este sacramento. Todos nos preocupamos por bautizarlos, pero quizá no tanto de que se confirmen y así, se quedan a mitad del camino y no reciben el Espíritu Santo que nos da la fuerza para ir adelante en la vida cristiana». Por supuesto, «es importante dar a los que se van a confirmar una buena preparación que debe conducirlos a una adhesión personal a la fe en Cristo y despertar en ellos un sentido de pertenencia a la Iglesia», agregó el Pontífice.
Los 7 dones del Espíritu Santo
La Confirmación, «como todo sacramento, no es obra de los hombres , sino de Dios , que cuida de nuestras vidas para moldearnos a imagen de su Hijo, para hacernos capaces de amar como Él. Y lo hace, infundiendo en nosotros su Espíritu Santo, cuya acción impregna a toda la persona y toda la vida , como se refleja en los siete dones que la tradición, a la luz de la Sagrada Escritura , ha evidenciado siempre: Sabiduría , Intelecto, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios», ha dicho el Obispo de Roma anunciando que esos dones serán el tema de sus próximas catequesis.
«Cuando acogemos al Espíritu Santo en nuestros corazones y lo dejamos actuar - ha continuado- Cristo mismo se hace presente en nosotros y asume forma en nuestra vida. Será El, el que través de nosotros, rezará, perdonará, dará esperanza y consuelo, servirá a nuestros hermanos y hermanas, estará cerca de los necesitados y los últimos, creará comunidad y sembrará la paz».
La catequesis ha concluido con la exhortación del Papa a recordar el haber recibido la Confirmación, en primer lugar «para dar gracias al Señor por este don y luego para pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos y a caminar siempre con alegría según el Espíritu Santo que nos fue dado»