(Vatican Insider/Andrés Beltramo) El anuncio llegó durante la bendición dominical con el Angelus. Asomado a la ventana de su estudio personal, en el Palacio Apostólico del Vaticano, Jorge Mario Bergoglio dio la noticia ante una multitud que llenó la Plaza de San Pedro no obstante la lluvia y el frío.
«En el clima de gozo, típico de este tiempo navideño, deseo anunciar que del 24 al 26 de mayo próximo, si Dios quiere, cumpliré un peregrinaje en Tierra Santa. El objetivo principal es conmemorar el histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que ocurrió exactamente el 5 de enero, como hoy, de hace 50 años», indicó.
Precisó que su periplo incluirá tres etapas: Amman, Belén y Jerusalén. Reveló también que en el santo sepulcro se celebrará un encuentro ecuménico con todos los representantes de las Iglesias cristianas de Jerusalén, junto al patriarca Bartolomeo de Constantinopla. «Desde ahora les pido rezar por este peregrinaje, que será un peregrinaje de oración», añadió.
Como prácticamente todos los domingos el pontífice improvisó parte de su discurso, pero esta vez fueron unas pocas frases. Tuvo un arranque de espontaneidad cuando dijo gracias por los dibujos «bellos, bellos, bellos» que le hicieron llegar muchos niños para felicitarle por la Navidad y el año nuevo. «¡Qué bien dibujan los niños!», insistió desatando un aplauso generalizado. Agradeció también a los jóvenes, los ancianos, las comunidades parroquiales y religiosas, las asociaciones, los movimientos y los diversos grupos que le manifestaron su afecto y cercanía. «¡Me gustaría, pero es imposible, responder a todos!», precisó.
En su reflexión antes del Angelus habló del significado profundo de la Navidad de Jesús, que resumió en la frase bíblica: «El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». Sostuvo que en esas palabras, que no terminan de maravillar, está todo el cristianismo.
Destacó que Dios se hizo «mortal» y «frágil», compartió la condición humana excepto por el pecado. Es más, asumió los pecados de los hombres como si fueran suyos y así entró en la historia, volviéndose plenamente «Dios con nosotros!».
«La Navidad nos revela el amor inmenso de Dios por la humanidad. De ahí deriva el entusiasmo, la esperanza de nosotros los cristianos, que en nuestra pobreza sabemos ser amados, ser visitados, acompañados por Dios y miramos al mundo y a la historia como el lugar en el cual caminar con él y entre nosotros, hacia los cielos nuevos y la tierra nueva», estableció.
Según el líder católico, con el nacimiento de Jesús no sólo nació un nuevo mundo sino también un mundo que puede ser siempre renovado; ya que Dios está presente en el mundo para suscitar «hombres nuevos», para purificarlo del pecado que lo envejece y lo corrompe.
Advirtió que por mucho que la historia humana y la personal de cada uno pueda estar marcada por las dificultades y por las debilidades, la fe en la encarnación habla de un Dios solidario con el hombre y con su historia. «Esta proximidad de Dios al hombre es un regalo que no termina nunca», insistió.
«El verbo de Dios planta su carpa entre nosotros, pecadores y necesitados de misericordia. Y todos nosotros deberíamos apurarnos a recibir la gracia que él nos ofrece. Pero nosotros muchas veces lo rechazamos, preferimos permanecer en la cerrazón de nuestros errores y en la angustia de nuestros pecados. Aún así Jesús no desiste y no deja de ofrecerse a sí mismo y a su gracia que nos salva. Este es un mensaje de salvación, antiguo y siempre nuevo. Y nosotros estamos llamados a atestiguar con gozo este mensaje del evangelio de la vida y de la luz, de la esperanza y del amor», aseguró.