(VIS) Jesús transfigurado en su cuerpo, es ahora «el hombre nuevo, que ofrece los dones pascuales fruto de su muerte y resurrección: la paz, la alegría, el perdón de los pecados, la misión; pero sobre todo da el Espíritu Santo que de todo esto es la fuente.
El soplo de Jesús... indica la transmisión de la vida, la nueva vida regenerada por el perdón. Pero antes de ese gesto... Jesús muestra las llagas de las manos y del costado: esas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios «pasando a través de las llagas de Jesús».
Dimensión eclesial del perdón
A su vez, la Iglesia es «depositaria de esa potestad. Dios perdona a cada uno en su misericordia soberana, pero Él mismo quiso que los que pertenecen a Cristo y a su Iglesia reciban el perdón a través de los ministros de la Comunidad... De esta manera, Jesús nos llama a vivir la reconciliación incluso en la dimensión eclesial, en la comunidad ... La Iglesia... nos acompaña a lo largo de la vida en nuestro camino de conversión... Sin ser dueña, es servidora del ministerio de misericordia».
«Muchas personas quizás no entienden hoy en día la dimensión eclesial del perdón, porque predomina el individualismo... Por supuesto, Dios perdona a todo pecador arrepentido, personalmente, pero el cristiano está unido a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia. Para nosotros, los cristianos, es otro don y también otro compromiso más: pasar humildemente a través del ministerio eclesial. Es algo que tenemos que valorizar... Yo voy al hermano sacerdote y le digo: 'Padre he hecho esto...' y el responde: Pero yo te perdono; Dios te perdona. En ese momento estoy seguro de que Dios me ha perdonado».
El último punto de la reflexión del Papa ha sido la figura del sacerdote como instrumento para el perdón de los pecados. «El sacerdote, un hombre que, como nosotros, necesita la misericordia, se hace realmente instrumento de misericordia, dándonos el amor infinito de Dios Padre... A veces oímos que alguien dice que se confiesa directamente con Dios ... Sí, como decía antes, Dios te escucha siempre, pero en el sacramento de la Reconciliación te manda a un hermano a traerte el perdón, la seguridad del perdón, en nombre de la Iglesia». El servicio que presta el sacerdote como ministro de Dios para perdonar los pecados requiere
«que su corazón esté en paz, que no maltrate a los fieles, que sea humilde, benevolente y misericordioso; que sepa cómo sembrar esperanza en el corazón y, sobre todo, que sea consciente de que el hermano o la hermana que se acerca al sacramento de la reconciliación busca el perdón y lo hace cómo hacían tantas personas con Jesús: para que les cure. El sacerdote que no tiene esta disposición de espíritu es mejor, que hasta que no se corrija, no administre este sacramento. Los fieles penitentes tienen el derecho de encontrar en los sacerdotes servidores del perdón de Dios».
«No olvidemos que Dios no se cansa nunca de perdonarnos: mediante el ministerio del sacerdote nos estrecha en un abrazo nuevo que nos regenera y nos hace levantarnos y reanudar el camino».