(VIS/InfoCatólica) «Los apóstoles fueron escogidos, llamados y enviados por Jesús para continuar su obra, es decir rezar, que es la primera tarea de un apóstol y segunda anunciar el Evangelio», ha subrayado el pontífice, recordando que en los primeros años de la Iglesia, para que los apóstoles pudieran tener también tiempo para rezar, se instituyeron los diáconos que les ayudaban en la misión evangelizadora. «Y cuando pensamos en los sucesores de los apóstoles -ha añadido- los obispos, incluido el Papa, porque él también es obispo, tenemos que preguntarnos si este sucesor de los apóstoles, en primer lugar reza y después anuncia el Evangelio. Esto es ser apóstol y por eso la Iglesia es apostólica».
La Iglesia es apostólica «porque está edificada sobre la predicación y la oración de los Apóstoles, en la autoridad que les dio Cristo mismo» ha dicho el Papa citando a San Pablo que ,en la carta a los cristianos de Efeso, los compara con «piedras vivas que forman un edificio que es la Iglesia, y este edificio está fundado sobre los Apóstoles, como columnas y la piedra que sostiene todo es Jesús mismo. Sin Jesús no puede haber Iglesia, es la base, el fundamento. Los apóstoles vivieron con Jesús, escucharon sus palabras, compartieron su vida y sobre todo, fueron testigos de su muerte y resurrección. Nuestra fe, la Iglesia que Cristo quiso, no está fundada en una idea, en una filosofía, sino en Cristo mismo. Y la Iglesia es como una planta que ha crecido a lo largo de los siglos... y ha dado frutos, pero sus raíces están firmemente plantadas en Él y la experiencia fundamental de Cristo que han tenido los Apóstoles, elegidos y enviados por Jesús,llega hasta nosotros».
Papel de la Iglesia como para transmitir la fe
Pero, se ha preguntado Francisco: «¿Cómo puede llegar a nosotros lo que vivieron los Apóstoles con Jesús y lo que escucharon de El?». Y ha dado la respuesta del Catecismo que afirma que la Iglesia es apostólica porque «guarda y transmite con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza, el buen depósito, las sanas palabras oídas a los apóstoles», es decir «conserva a través de los siglos, el precioso tesoro de la Sagrada Escritura, de la doctrina, de los sacramentos, del ministerio de los pastores, que nos permiten ser fieles a Cristo y participar de su misma vida. Es como un río que fluye en la historia...pero el agua que corre es siempre la que brota del manantial, de Cristo. El es el Resucitado, el Viviente y sus palabras no pasan, porque El no pasa. Está aquí, entre nosotros».
Dirigiéndose a los miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre ha dicho: «¿Hemos pensado alguna vez en cómo la Iglesia a lo largo de estos siglos - a pesar de las dificultades, los problemas, las debilidades, nuestros pecados- nos transmite el mensaje auténtico de Cristo? ¿Nos da la confianza de que lo que creemos es realmente lo que Cristo nos dijo?».
Predicación del evangelio
Por último, la Iglesia es apostólica porque «está enviada a llevar el Evangelio a todo el mundo. Continúa en el camino de la historia la misma misión que Jesús confió a los apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones... Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo ». Insisto en este aspecto del carácter misionero, porque Cristo invita a todos a salir» al encuentro de los demás, ¡nos envía, nos piden que salgamos a llevar la alegría del Evangelio!»
«La Iglesia -ha concluido- hunde sus raíces en las enseñanzas de los Apóstoles, verdaderos testigos de Cristo, pero mira al futuro, tiene la firme conciencia de ser enviada por Cristo, de ser misionera, llevando el nombre de Jesús con la oración, el anuncio, el testimonio. Una Iglesia que se encierra en sí misma, en el pasado, una Iglesia que mira sólo las pequeñas reglas rutinarias traiciona su identidad».