Beatificación de 522 mártires del siglo XX en España

«No eran combatientes, sino hombres pacíficos asesinados por odio a la fe»

«La Iglesia, casa del perdón, no busca culpables, sino glorificar a estos hombres porque merecen veneración», señala en Tarragona el prefecto de la Congregación para las causas de los santos. Fue Benedicto XVI el que reservó a los Papas las ceremonias de canonización, dejando en manos de otros celebrantes -casi siempre el prefecto de la Congregación para las causas de los Santos- la celebración de la beatificación. Por eso la presencia del Papa Francisco en esta ceremonia de beatificación de 522 mártires del siglo XX en España ha sido desde la distancia pero, eso sí, cercana.

(La Gaceta/InfoCatólica) «Me uno de corazón a la celebración», ha dicho Francisco, que ha recordado a los mujeres y hombres proclamados beatos mártires.

«¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo; cristianos que han aprendido bien el sentido de amar hasta el extremo», ha dicho el Santo Pádre, que ha recordado que «no existe el amor por entregas. El amor total cuando se ama es hasta el extremo».

En la cruz Jesús sintió el peso de la muerte, ha recordado el Papa. Y perdonó. «Apenas pronunció palabra, pero entregó la vida», dice Francisco, poniendo el acento así en uno de los elementos esenciales para declarar beato mártir a un hombre o mujer: que muriera perdonando. «Cristo nos primerea en el amor. Los mártires lo han imitado en el amor hasta el final».

Tras recordar que siempre «hay que morir un poco para salir de uno mismo y abrirse a Dios», el Papa ha pedido a los fieles que imploren la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos; «de obra y no sólo de palabra». «Que no seamos cristianos mediocres, barnizados pero sin obras», ha dicho el Santo Padre, que se ha despedido con un «recen por mí. Jesús les bendiga».

Torturas, humillaciones y suplicios

Comenzada la celebración, y leídos uno a uno todos los nombres de los 522 mártires beatos, el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, ha señalado en su homilía que todos los mártires beatificados fueron víctimas «inocentes, que soportaron torturas, humillaciones y suplicios indescriptibles». Los ha calificado de un «ejército inmenso de bautizados que siguieron a Cristo hasta el calvario para resucitar con Él en la Gloria de la Jerusalén celestial».

Tras lamentar la «niebla diabólica de una ideología que anuló a millones de ciudadanos pacíficos», que incendió iglesias y cerró colegios», Amato ha recordado que los mártires «no fueron caídos de la Guerra Civil, sino víctimas de una persecución religiosa que se proponía el exterminio programado de la Iglesia». «No eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente ni apoyaban a ningún partido. No eran provocadores, eran hombres y mujeres paćificos que fueron matados por odio a la fe, sólo por ser católicos, sacerdotes, seminaristas, religiosos...» Fueron asesinados, en suma, «porque creían en Dios y tenían a Jesús como único tesoro».

La mansedumbre de los fuertes

Tras presentar el espíritu de los mártires, el cardenal Amato ha incidido en otro punto esencial de su beatitud: «No odiaban a nadie» y a la atrocidad de los perseguidores respondieron no con la rebelión o las armas, «sino con la mansedumbre de los fuertes».

El cardenal ha reconocido durante la homilía haberse preguntado muchas veces «cómo se explica su fuerza sobrehumana de preferir la muerte antes que negar la fe en Dios». A juicio de Amato, la respuesta está, además de en la gracia divina, en la preparación al sacerdocio que se les dio. «En los años previos, seminarios y casas de formación informaban a los jóvenes claramente sobre el peligro mortal en que se encontraban, eran preparados espiritualmente para afrontar la muerte por su vocación». Esta «pedagogía martirial», dice Amato, los hizo fuertes e incluso gozosos en su destino.

Para quien quiera saber por qué la Iglesia beatifica a estos mártires, Amato responde con una sencilla explicación. «La iglesia no quiere olvidar a estos, sus hijos dolientes. Los ora con culto público para que su intercesión obtenga del Señor una lluvia de bienes», ha dicho el cardenal, que ha subrayado la ausencia de cualquier otro mensaje. «La Iglesia, casa del perdón, no busca culpables, sino glorificar a estos hombres porque merecen veneración».

Convencido de que la humanidad necesita paz, fraternidad y concorcdia, Amato recuerda que nada puede justificar la guerra, el odio fratricida o la muerte del prójimo. De ahí la importancia de la caridad de los mártires que, con su bien se opusieron al mal como un muro. «Desactivaron las armas de los tiranos venciendo al mal con el bien».

«Estamos llamados al gozo del perdón, a eliminar de la mente el rencor y el odio», señalaba el cardenal durante una homilía en la que ha recordado en numerosas ocasiones al Papa Francisco, en nombre de quien animó a los fieles reunidos a pensar en «una persona con la que no esté bien, a la que no quiera» y rezar por ella.

Porque, ha recordado Amato, esta fiesta de beatificación no es sino una «fiesta de la reconciliación, del perdón dado y recibido, el triunfo del Señor de la paz». Tras llamar a la conversión del corazón a la bondad y misericordia, el cardenal ha recordado que «todos estamos invitados a convertirnos al bien. El señor es Padre bueno que perdona y acoge con los brazos abiertos a sus hijos alejados por el mal y el pecado».

Y Jesús, terminaba Amato, «da el coraje necesario» para ellos. No hay tribulaciones que nos den miedo si permanecemos unidos a Dios, si le damos cada vez más espacio en nuestra vida».

 

 

Homilía de la Misa de Beatificación del año de la Fe

Angelo Card. Amato, SDB

 

l. La Iglesia española celebra hoy la beatificación de 522 (quinientos veintidós) hijos mártires, profetas desarmados de la caridad de Cristo. Es un extraordinario evento de gracia, que quita toda tristeza y llena de júbilo a la comunidad cristiana. Hoy recordamos con gratitud su sacrificio, que es la manifestación concreta de la civilización del amor predicada por Jesús: «Ahora -dice el libro del Apocalipsis de San Juan-se cumple la salvación, la fuerza y el reino de nuestro Dios y la potencia de su Cristo» (Ap 12, 10). Los mártires no se han avergonzado del Evangelio, sino que han permanecido fieles a Cristo, que dice: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Quien quiera salvar la propia vida, la perderá, pero quien pierda la propia vida por mí, la salvará» (Le 9, 23-24). Sepultados con Cristo en la muerte, con Él viven por la fe en la fuerza de Dios (cf. Col 2, 12).

España es una tierra bendecida por la sangre de los mártires. Si nos limitamos a los testigos heroicos de la fe, víctimas de la persecución religiosa de los años 30 (treinta) del siglo pasado, la Iglesia en 14 (catorce) distintas ceremonias ha beatificado más de mil. La primera, en 1987 (mil novecientos ochenta y siete), fue la beatificación de tres Carmelitas descalzas de Guadalajara. Entre las ceremonias más numerosas recordamos la del 11 (once) de marzo de 2001 (dos mil uno), con 233 (doscientos treinta y tres) mártires; la del 28 (veintiocho) de octubre de 2007 (dosmilsiete), con 498 (cuatrocientos noventa y ocho) mártires, entre los cuales los obispos de Ciudad Real y de Cuenca; y la celebrada en la catedral de la Almudena de Madrid, el 17 (diecisiete) de diciembre de 2011 (dosmil once), con 23 (veintitrés) testigos de la fe.

Hoy, aquí en Tarragona, el Papa Francisco beatifica 522 (quinientos veintidós) mártires, que «versaron su sangre para dar testimonio del Señor Jesús» (Carta Apostólica). Es la ceremonia de beatificación más grande que ha habido en tierra española. Este último grupo incluye tres obispos ­Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén; Salvio Huix Miralpeix, obispo de Lleida e Manuel Borrás Ferré, obispo auxiliar de Tarragona -y, además, numerosos sacerdotes, seminaristas, consagrados y consagradas, jóvenes y ancianos, padres y madres de familia. Son todos víctimas inocentes que soportaron cárceles, torturas, procesos injustos, humillaciones y suplicios indescriptibles. Es un ejército inmenso de bautizados que, con el vestido blanco de la caridad, siguieron a Cristo hasta el Calvario para resucitar con Él en la gloria de la Jerusalén celestial.

2. En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30 (treinta), vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas, detruyendo parte de vuestro precioso patrimonio artístico. El Papa Pío XI (once) con la encíclica Dilectissima nobis, del 3 (tres) de junio de 1933 (mil novecientos treinta y tres), denunció enérgicamente esta libertina política antirreligiosa.

Recordemos de antemano que los mártires no fueron caídos de la guerra civil, sino víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia. Estos hermanos y hermanas nuestros no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos. Fueron matados por odio a la fe, solo porque eran católicos, porque eran sacerdotes, porque eran seminaristas, porque eran religiosos, porque eran religiosas, porque creían en Dios, porque tenían a Jesús como único tesoro, más querido que la propia vida. No odiaban a nadie, amaban a todos, hacían el bien a todos. Su apostolado era la catequesis en las parroquias, la enseñanza en las escuelas, el cuidado de los enfermos, la caridad con los pobres, la asistencia a los ancianos y a los marginados. A la atrocidad de los perseguidores, no respondieron con la rebelión o con las armas, sino con la mansedumbre de los fuertes.

En aquel periodo, mientras se encontraba en el exilio, Don Luigi Sturzo, diplomático y sacerdote católico italiano, en un artículo de 1933 (mil novecientos treinta y tres), publicado en el periódico El Mati de Barcelona, escribía con intuición profética, que las modernas ideología son verdaderas religiones idolátricas, que exigen altares y víctimas, sobre todo víctimas, miles, e incluso millones. Y añadía que el aumento aberrante de la violencia hacía que las víctimas fueran con mucho más numerosas que en las antiguas persecuciones romanas.(2)

3. Queridos hermanos, ante la respuesta valiente y unánime de estos mártires, sobre todo de muchísimos sacerdotes y seminaristas, me he preguntado muchas veces: cómo se explica su fuerza sobrehumana de preferir la muerte antes que renegar la propia fe en Dios? Además de la eficacia de la gracia divina, la respuesta hay que buscarla en una buena preparación al sacerdocio. En los años previos a la persecución, en los seminarios y en las casas de formación los jóvenes eran informados claramente sobre el peligro mortal en el que se encontraban. Eran preparados espiritualmente para afrontar incluso la muerte por su vocación. Era una verdadera pedagogía martirial, que hizo a los jóvenes fuertes e incluso gozosos en su testimonio supremo.

4. Ahora planteémonos una pregunta: ¿por qué la Iglesia beatifica a estos mártires? La respuesta es sencilla: la Iglesia no quiere olvidar a estos sus hijos valientes. La Iglesia los honra con culto público, para que su intercesión obtenga del Señor una lluvia beneficiosa de gracias espirituales y temporales en toda España. La Iglesia, casa del perdón, no busca culpables. Quiere glorificar a estos testigos heroicos del evangelio de la caridad, porque merecen admiración e imitación.

La celebración de hoy quiere una vez más gritar fuertemente al mundo, que la humanidad necesita paz, fraternidad, concordia. Nada puede justificar la guerra, el odio fratricida, la muerte del prójimo. Con su caridad, los mártires se opusieron al furor del mal, como un potente muro se opone a la violencia monstruosa de un tsunami. Con su mansedumbre los mártires desactivaron las armas micidiales de los tiranos y de los verdugos, venciendo al mal con el bien. Ellos son los profetas siempre actuales de la paz en la tierra.

5. y ahora una segunda pregunta: ¿por qué la beatificación de los mártires de muchas diócesis españolas adviene aquí en Tarragona?

Hay dos motivos. Ante todo el grupo más numeroso de los mártires es el de esta antiquísima diócesis española, con 147 (ciento cuarenta y siete) mártires, incluido el obispo auxiliar Manuel Borrás Ferré y los jóvenes seminaristas loan Montpeó Masip, de viente años, y Josep Gassol Montseny de veintidós.

El segundo motivo nos VIene del hecho que, en los pnmeros siglos cristianos, aquí en Tarragona, ecclesia Pauli, sedes Fructuosi, patria martyrum, tuvo lugar el martirio del obispo Fructuoso y de sus dos diáconos, Augurio y Eulogio, quemados vivos en el 259 (doscientos cincuenta y nueve) d.C. en el anfiteatro romano de la ciudad.

Recordemos brevemente el martirio de estos dos primeros testigos tarraconenses, porque repropone la dinámica esencial de toda persecución, que, por una parte, muestra la arbitrariedad de las acusaciones y la atrocidad de las torturas, y, por otra, la fortaleza sobrehumana de los mártires en el aceptar la pasión y la muerte con serenidad y con el perdón en los labios.

Tarragona, sede de una floreciente comunidad cristiana, en el siglo III (tercero) d. C. fue objeto de una violenta persecución, por obra del emperador Valeriano. Fueron víctimas de ella el obispo Fructuoso y los diáconos Augurio y Eulogio. De su martirio tenemos las Actas, que nos transmiten los protocolos notariales del proceso, del interrogatorio, de las respuestas, de la condena y de la ejecución.(3) La captura de Fructuoso y de sus diáconos tuvo lugar la mañana del domingo del 16 (dieciséis) de enero del 259 (doscientos cincuenta y nueve). Llevado a la cárcel, Fructuoso rezaba continuamente y daba gracias al Señor por la gracia del martirio. Además, también allí continuó su obra de pastor y de evangelizador, confortando a los fieles, bautizando y proclamando el Evangelio a los paganos. Después de algunos días, el 21 (veintiuno) de enero, los tres fueron convocados por el cónsul Emiliano para el interrogatorio. Fructuoso y los dos diáconos se negaron a ofrecer sacrificios a los ídolos, reafirmando su fidelidad a Cristo. Los tres fueron entonces condenados a ser quemados vivos. Llevados al anfiteatro, el santo Obispo gritó con fuerza que la Iglesia no quedaría nunca sin pastor y que Dios mantendría la promesa de protegerla en el futuro.

¿Qué mensaje nos ofrecen los mártires antiguos y modernos? Nos dejan un doble mensaje. Ante todo nos invitan a perdonar. El Papa Francisco recientemente nos ha recordado que «el gozo de Dios es perdonar!... Aquí está todo el Evangelio, todo el Cristianismo! No es sentimiento, no es «buenismo»! Al contrario, la misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del «cáncer» que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor colma los vacíos, la vorágine negativa que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto, y este es el gozo de Dios!»(4)

Estamos llamados pues al gozo del perdón, a eliminar de la mente y del corazón la tristeza del rencor y del odio. Jesús decía «Sed misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre celestial» (Le 6, 36). Conviene hacer un examen concreto, ahora, sobre nuestra voluntad de perdón. El Papa Francisco sugiere: «Cada uno piense en una persona con la que no esté bien, con la que se haya enfadado, a la que no quiera. Pensemos en esa persona y en silencio, en este momento, recemos por esta persona y seamos misericordiosos con esta personan.(5)

La celebración de hoy sea pues la fiesta de la reconciliación, del perdón dado y recibido, el triunfo del Señor de la paz.

7. De aquí surge un segundo mensaje: el de la conversión del corazón a la bondad y a la misericordia. Todos estamos invitados a convertirnos al bien, no sólo quien se declara cristiano sino también quien no lo es. La Iglesia invita también a los perseguidores a no temer la conversión, a no tener miedo del bien, a rechazar el mal. El Señor es padre bueno que perdona y acoge con los brazos abiertos a sus hijos alejados por los caminos del mal y del pecado.

Todos -buenos y malos -necesitamos la conversión. Todos estamos llamados a convertirnos a la paz, a la fraternidad, al respeto de la libertad del otro, a la serenidad en las relaciones humanas. Así han actuado nuestros mártires, así han obrado los santos, que -como dice el Papa Francisco ­siguen «el camino de la conversión, el camino de la humildad, del amor, del corazón, el camino de la belleza».(6)

Es un mensaje que concierne sobre todo a los jóvenes, llamados a vivir con fidelidad y gozo la vida cristiana. Pero hay que ir contra corriente: «Ir contra corriente hace bien al corazón, pero es necesario el coraje y Jesús nos da este coraje! No hay dificultades, tribulaciones, incomprensiones que den miedo si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le damos cada vez más espacio en nuestra vida. Esto sucede sobretodo si nos sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios da fuerza a nuestra debilidad, riqueza a nuestra pobreza, conversión y perdón a nuestro pecado.(7)

Así se han comportado los mártires, jóvenes y ancianos, Sí, también jóvenes como, por ejemplo, los seminaristas de las diócesis de Tarragona y de Jaén y el laico de veintiún años, de la diócesis de Jaén. No han tenido miedo de la muerte, porque su mirada estaba proyectada hacia el cielo, hacia el gozo de la eternidad sin fin en la caridad de Dios. Si les faltó la misericordia de los hombres, estuvo presente y sobreabundante la misericordia de Dios.

Perdón y conversión son los dones que los mártires nos hacen a todos. El perdón lleva la paz a los corazones, la conversión crea fraternidad con los demás.

Nuestros Mártires, mensajeros de la vida y no de la muerte, sean nuestros intercesores por una existencia de paz y fraternidad. Será este el fruto precioso de esta celebración en el año de la fe.

María, Regina Martyrum, siga siendo la potente Auxiliadora de los cristianos.

Amén.

 

1 Pronunciada en Tarragona (Spagna) el 13 de ottobre de 2013.

2 LUIGI sruazo, Miscellanea londinese, vol. Il, Anni 1931-1933, Bologna 1967, p. 286. L’articolo fu pubblicato da El Mati di Barcellona, il19 dicembre 1933.

3 Si veda l’opuscolo molto ben documentato di PEDRO BATTLE y HUGUET, Santos Fructuoso Obispo de Tarragona y Augurio y Euloghio diáconos. Las Actas de su Martirio, Tarragona 1959. Questi Atti erano noti anche fuori dalla chiesa tarragonese. Ad esempio, il poeta spagnolo Aurelio Prudenzio, ne fece una traduzione dettagliata e fedele nell’inno VI del suo Peri stephanon o Libro delle corone. Lo stesso sant’Agostino nel sermone del giomo della festa dei santi ne commenta il testo.

4 PAPA FRANCESCO, Angelus del 15 settembre 2013.

5 lb.

6 PAPA FRANCESCO , Meditazione del 19 aprile 2013 .

7 PAPA FRANCESCO, Omelia del 28 aprile 2013.

 

Palabras de agradecimiento del señor cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española al terminar el acto de la Beatificación del Año de la fe

Señor Cardenal, queridos amigos todos:

Al terminar esta hermosa liturgia, que nos ha emocionado a todos, cumplo con el grato deber de dar las gracias. Gracias a Benedicto XVI que firmó los decretos de muchas causas que han esperado hasta hoy para la beatificación de sus mártires. Gracias al Santo Padre, el papa Francisco que ha firmado los decretos de las últimas causas y que nos ha enviado como representante suyo al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato, que con tanto afecto ha seguido en los últimos años el camino de las causas de nuestros mártires. Gracias, señor Cardenal. El Papa Francisco se ha hecho presente entre nosotros también por medio del mensaje televisivo que nos ha dirigido. ¡Muchas gracias, Santo Padre! Guardamos sus palabras en el corazón.

Gracias al señor Arzobispo de Tarragona y a sus colaboradores. Esta querida archidiócesis, preclara por la sangre de sus mártires de los primeros siglos y del siglo XX, nos ha acogido con exquisita y fraterna cordialidad. Nos hemos sentido como en casa. Gracies, moltes gracies, senyor Arquebisbe.

Las autoridades civiles, militares y académicas han puesto de manifiesto con su presencia la armonía que ha de existir entre todos los ámbitos de nuestra sociedad. Muchas gracias. Los católicos, invocando la intercesión de los mártires, no dejamos de orar por las legítimas autoridades, de modo que todos podamos convivir fraternalmente en justicia, libertad y paz.

La Beatificación que acabamos de celebrar quedará como un fruto precioso del Año de la fe. Era un deseo ferviente de la Asamblea Plenaria de nuestra Conferencia Episcopal que hoy se ha cumplido con creces. Agradezco la presencia de tantos hermanos obispos de nuestras diócesis y también la de los venidos de otros países. Permítanme que agradezca, en particular, el delicado gesto del Patriarcado de Moscú, que, con su presencia a través de dos representantes, pone de relieve el nuevo camino ecuménico abierto por los mártires del siglo XX.

La Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española, con su Oficina para las Causas de los Santos y un gran número de colaboradores, ha llevado adelante el encargo de la coordinación previa y de la realización de este acto. Sin olvidar el papel fundamental para el desarrollo ordenado de esta solemne y conmovedora celebración de tantos voluntarios, que aquí en Tarragona nos han ayudado con tanta generosidad y discreción. Se lo agradecemos con todo el corazón.

Cualquier beatificación, la más sencilla, exige un prolongado trabajo de años.

Cuánto más ésta que acabamos de celebrar. Las numerosas causas de los mártires que hoy se suman al martirologio de la Iglesia no habrían prosperado sin el trabajo y sin la paciencia de los postuladores, vicepostuladores y de todos los que colaboraron con ellos. Muchas gracias, queridos hermanos y hermanas. Gracias también a las partes actoras, diócesis, institutos de vida consagrada y otras personas, por su interés en promover la memoria de los mártires, que ahora pasan a ser patrimonio de la Iglesia Universal, gracias a la generosidad de sus familias diocesanas, religiosas e incluso parroquiales. ¡Que Dios os lo pague!

Gracias a la gran comunidad que ha seguido la ceremonia por los medios de comunicación desde toda España y desde todo el mundo. Gracias también a los medios de comunicación que lo han hecho posible y que hacen posible de otros muchos modos la difusión de este acontecimiento histórico para la vida de la Iglesia.

Gracias, en fin y muy especialmente, a todos vosotros, queridos amigos, que os habéis acercado a Tarragona para la Beatificación. Gracias por vuestra fe y por vuestra paciencia. En particular, a los más mayores, hermanos de sangre y de religión de los nuevos mártires. Gracias a vosotros sacerdotes concelebrantes, que habéis venido en gran número, animando a vuestras comunidades, desde los lugares más alejados de nuestra geografía, y a tantos consagrados y consagradas, herederos espirituales más directos de la mayoría de los hoy beatificados. Hemos vivido una asamblea litúrgica en la que hemos podido casi palpar la catolicidad de la Iglesia. Han merecido la pena los pequeños sacrificios que ha habido que hacer. Nos volvemos a nuestras casas fortalecidos en la fe por el testimonio heroico de tantos testigos firmes y valientes de Jesucristo, el Redentor del hombre. Ahora los tenemos también como intercesores. Buen viaje de vuelta. Gracies a tothom. Que Nuestra Señora, de Montserrat y Reina de los mártires os acompañe. Amén.

Cardenal Antonio Mª Rouco Varela

Presidente de la Conferencia Episcopal Española

Arzobispo de Madrid

 

28 comentarios

José Antonio Benito
¡Qué gozo y qué responsabilidad en la recta final del AÑO DE LA FE! Los mártires son los GRANDES TESTIGOS de la Fe. ¡Creo, Señor, pero aumenta mi fe!
13/10/13 2:57 PM
Antonio M.R.
¿Los martires no eran combatientes? Algunos si, y otros no. Hubo martires que si eran combatientes como Antonio Molle Lazo, y que fuera combatiente no le impidio en absoluto recibir la palma del martirio y ver el rostro de Dios.
13/10/13 3:08 PM
Antonio M.R.
El discurso del Cardenal Amato no se encuadra dentro de la verdad historica, no se puede desligar a los martires del contexto historico de la que fue una cruzada de liberacion nacional contra el marxismo, muchos martires SI fueron combatientes, y SI tomaron partido politico por el bando nacional, decir lo contrario es una falsedad historica que tiene mas que ver con la adopcion de un discurso politicamente correcto, que con lo que paso en realidad.
13/10/13 3:41 PM
Charo
Excelente homilía la del cardenal Amato hablando con claridad sobre lo que pasó en los años 30 del pasado siglo y llamando a las cosas por su nombre. Más que la Conferencia Episcopal que siempre anda con eufemismos para que no se enfaden los de siempre. Ya es hora de que se sepa la verdad en éste país, y no lo que cuentan los de la "memoria histórica".
13/10/13 4:00 PM
Maga
Gloria a Dios. Enconmendemonos a estos Héroes de la Fe.
13/10/13 4:31 PM
catolico
Jose Antonio Primo d Rivera ? en que grupo queda ? , en el de los fusilados por los rojos vandalicos ? ,es una de las victimas del comunismo sectario .
13/10/13 6:08 PM
Francisco
¡Qué pena que la Bandera Nacional, no presidiese el acto, ni siquiera pudiera ser portada por los asistentes! Llevarla no es un acto partidista o sectario, ni un delito, es tan sólo un acto de identidad de los que se consideran españoles. Lo normal en cualquier país del mundo. Lo ocurrido, no e lo imagino, por ejemplo, en Polonia…Tierra de Mártires también.

Han intentado con todos los medios, y lo han conseguido, que los mártires parezca que sean unos seres extraños, de las que no se sabe nada. Ni quien los mató, ni en que país vivían, ni el contexto histórico en el que se desarrollaron los hechos. Silencio absoluto. Las ideologías que los asesinaron se pueden enfadar.

He observado, como casi siempre, un fortísimo complejo de inferioridad ante la izquierda que los asesinó por parte de los responsables de la organización. Las autoridades eclesiásticas actuales no están por el martirio, tienen un miedo cerval a los asesinos de los mártires, que son los enarbolan la superioridad moral, cultural...en España, a la que odian tanto como a la Religión Católica.

Muchos de los libros que han salido, glosando a los mártires, pecan de lo mismo, del llamado “Síndrome de Estocolmo”, incluso, escritos por buenos historiadores, han utilizado por acción u omisión la manipulación de la historia, para no molestar en exceso a los asesinos. Se han contado verdades “recortadas” y se han callado y omitido muchas cosas. Estos historiadores han demostrado ser unos cobardes, e incluso un
13/10/13 6:10 PM
Carlos A.
Recién llegados de Tarragona sólo podemos decir Laus Deo. Deo gratias. Nuestros hermanos mártires, ya beatos, son mártires de Dios, no lo son de ningún bando, ni de ninguna causa, como dijo el arzobispo Pujol en las Vísperas.
Y como ha dicho el cardenal Amato han sido beatificados por su testimonio, por el reconocimiento debiso de la Iglesia, y para que, por su intercesión, Dios colme de gracias y favores a su Iglesia.
Hoy sobraban banderas. Ya que no murieron por una bandera; murieron para que Cristo reine en nuesros corazones.
13/10/13 6:27 PM
Andrés-Eduardo Luis
Hola!! "Princesa catalana y Estrella de Oriente de España". "Bendita la Reina de nuestra montaña que tiene por trono la cuna de España". Gracias a lo iniciado por cántabros-astures, unos pastorcillos encontraron tu talla, blanca-negra, pesada, pesada, de olivo, escondida en montaña aserrada. De nuevo yo te quiero saludar: Hola! Princesa catalana y Estrella de Oriente de España.
13/10/13 6:34 PM
Carlos Cuesta
los mártires de Tarragona,junto con los demás mártires de TODA ESPAÑA, SON UN EJEMPLO de la maldad del comunismo, en contra de nuestra RELIGION CATOLICA. EN MEXICO TAMBIEN LA MASONERIA Y EL COMUNISMO, TRATAN, VELADAMENTE DE DESTRUIR NUESTRAS CREENCIAS.PIDAMOS A DIOS GRACIA PARA NO SENTIR MIEDO AL AL PROCLAMAR NUESTRO EVANGELIO.
13/10/13 7:02 PM
Juan Mariner
Charo: la homilía del Card. Angelo Amato ha sido sublime: Mártires del S. XX porque ya antes de la Guerra Civil española muchos religiosos fueron masacrados por odio a la Fe Católica, a principios de los años 30 (por ejemplo en el año 34). Quiero destacar, si me permite, una frase precisa de que los Mártires «no fueron caídos de la Guerra Civil, sino víctimas de una persecución religiosa que se proponía el EXTERMINIO PROGRAMADO de la Iglesia».

Francisco: no se trata de no molestar a los asesinos, sino de que los verdugos deben estar con nosotros y con sus víctimas al final de sus días (los masacrados los recibirían con los brazos abiertos); las banderas no importan en la Iglesia, la Cruz sí (y mucho). Nuestra religión es una religión de PERDÓN y de invitación a la Fe de Cristo "A TODOS" (hasta a nuestros perseguidores).
13/10/13 7:43 PM
Julio
Ya vemos para lo que ha servido décadas de reirle las gracias a la izquierda.Escuchar hoy a alguien de izquierdas es vomitarte encima todo el odio que llevan dentro.Las izquierdas asesinaron por el gusto de asesinar...o sea,no son nada mejor que los que ellos dicen combatir.
13/10/13 7:47 PM
Antonio M.R.
Carlos A. ¿Entoces por que gritaban Viva España? Murieron por Dios y murieron por España, y si tenian una causa, la causa de una España Catolica, la causa de defender la Fe del Comunismo. Es indignante como algunos manipulan la historia...
13/10/13 7:56 PM
Antonio M.R.
Juan Mariner, ¿La banderas no importan en la Iglesia?¿Entoces por que pidio NS Jesucristo a Santa Margarita poner su Sagrado Corazon en la bandera de Francia?¿Por que hizo lo propio con la Beata Madre Rafols en la bandera de España?¿Por que la Virgen advirtio en La Salette o Ecuador del desamor por la Patria? Claro que importan las banderas, son simbolos de la Patria, a la cual el Catecismo nos dice que hay que amar.
13/10/13 8:00 PM
Rosa Pellerey
Dolores y Consuelo Aguiar son dos beatas uruguayas mártires. Fueron asesinadas en España el 19 de setiembre de 1936 por ser católicas y ayudar a religiosas. Los católicos tenemos que estar preparados, porque si sseguimos al Señor, seguramente vamos a ser perseguidos. Los mártires interceden por nosotros. El señor es nuestra fortaleza.
13/10/13 9:17 PM
MH
Ha sido buena la homilía del cardenal Amato y creo que completa, pero discrepo en "nada puede justificar la guerra, el odio fratricida o la muerte del prójimo".

El odio fratricida nunca se justifica, pero la guerra se puede justificar por la legítima defensa como el caso de Juana de Arco por ejemplo. Creo que lo que no es legítimo es desear la guerra, verla como algo bueno ó provocarla sin razón.
13/10/13 9:23 PM
guillermo
Dar gracias a Dios por sus testigos. Del discurso del cardenal Amato me quedo con la expresión "niebla diabólica", como la que pocos años más tarde sobre las ciudades alemanas que albergaban los hornos crematorios. Mártires y profetas de una España siempre de encrucijada.Quién haya leído algo sobre lo que pasó en aquellos días, escrito por testimonios de un lado y de otro , podrá , salvado el asco , entender esa "niebla". Desde luego poco resquicio queda para cualquier optimismo antropológico .Sólo algo sobre, infrahumano es capaz de explicarlo . Y desde luego tiene el cardenal razón de que fue programado y sistemático, como lo fue la intención de exterminar a la otra mitad de los españoles ( Leánse los discursos de Largo Caballero o la intervención de Gil Robles alertando de ese propósito en las Cortes ).Unamuno , en una entrevista en Salamanca comenta al periodista " Vd. pensará que los españoles se estan matando porque unos son de una ideología y otros de otra . En realidad se matan porque han perdido la fe / Entiendo que no sólo la religiosa / y no lo soportan. Pero si alguién quiere saber algo más sobre la cuestión le aconsejo lea el testamento de Jose Antonio Primo de Rivera , y que todo español del bando que sea debería tener en su casa .
13/10/13 10:46 PM
Luiscar
Solo hay una guerra legitima,la que el hombre se hace a si mismo para serguir a la Cruz a Cristo.La guerra contra las bajas pasiones,que quieren salvar nuestra vida de pecado.
Si alguien debe defenderse o defender a otros,hagalo con los frutos del Espiritu,y estara respaldado por Cristo,pero si se deja llevar de las bajas pasiones,que producen las obras de la carne,esta defendiendose o defendiendo a alguien con las armas del diablo,es por tanto,un engaño,una guerra ilegitima para un Cristiano.
¿Como destruir lo que tu mismo estas sustentando?
El bien,no se defiende con el mal.
Al mal,se le ataca con la Cruz.
13/10/13 11:47 PM
Antonio M.R.
Luiscar, ¿Bajamos de los altares a Santa Juana de Arco a quien Dios ordeno combatir para defender Francia? Dejemonos de florituras dialecticas y leamos mas las Sagradas Escrituras, a los Santos, y al Catecismo, en ambos sitios se explica el significado de la doctrina de la Guerra Justa.
14/10/13 12:05 AM
abc
Muy bien todo. Excelente. Pero ahora veremos qué importancia tienen estos Beatos en sus respec tivos pueblos. Me temo que ninguna. ¿ Les rezarán ?. ¿ Harán fiesta en su honor ?. ¿ Los recordarán ?. Por desgracia, a la mayoría de sus habitantes les dará lo mismo ser o no, Beatos. A las pruebas me remito con Beatos anteriores. Conozco pueblos de esos Beatos y ni se les menci0ona. Y una Iglesia que no reza a sus Beatos mártires es una iglesia muerta.
14/10/13 1:05 AM
Juan Mariner
abc: tiempo al tiempo, no sea tan pesimista...
14/10/13 9:40 AM
Manuel Morillo
El enviado de la Santa Sede, el Cardenal Amato, responsable de la Congregación para la Causa de los Santos deja en evidencia los "respetos humanos" (cobardía) de la Conferencia Episcopal y su lenguaje politiqués que se avergonzaba de los nuevos Beatos y las causas que les llevaron al martirio
14/10/13 11:27 AM
Chimo Vice
Algo que se suele olvidar sobre todo en los medios de comunicación de la derecha pagana, después de que los de la izquierda les hagan el trabajo sucio, es que todos y cada uno de esos 522 mártires declarados beatos por la Iglesia ayer hubieran salvado la vida si hubieran renunciado a la fe en Cristo y la Iglesia Católica, no fueron simple víctimas de una situación injusta, sino sujetos activos de la fe, respondiendo al mal con el bien con la ayuda de la Gracia divina.
14/10/13 11:45 AM
Carlos A.
Algunos comentaristas quieren abarcar demasiado: una cuestión son los mártires que murieron por Dios y a causa de su fe (el odio por la fe de sus perseguidores) y otra cuestión distinta es la Guerra civil que tiene sus explicaciones y las justificaciones por cada bando, y, en uno de ellos, la motivación religiosa pesaba mucho, junto a otras. En la guerra lucharon hermanos y había católicos en ambos bandos.Pero por favor, tengamos muy claro, los mártires no defendían un modelo de España concreto: murieron por amor a Dios perdonando y siendo felices. Tomemos ejemplo.Las beatificaciones no pueden convertirse en una vendetta, en una venganza, ni tan siquiera en un reproche.
Dios quiere que todos los hombres se salven, incluso los asesinos y perseguidores. También por ellos dio su vida.
14/10/13 12:12 PM
carlos
Estimados hermanos y miembros del Cuerpo Místico,excelente la homilia del Sr Cardenal,ahí está la realidad,la Iglesia Militante se une a la Iglesia Triunfante,sus almas fusionadas con La DIVINIDAD,interceden por nosotros,uno se pregunta? se podría repetir,como se toma la Santisma Misa es de recalcar.
«cómo se explica su fuerza sobrehumana de preferir la muerte antes que negar la fe en Dios». A juicio de Amato, la respuesta está, además de en la gracia divina, en la preparación al sacerdocio que se les dio. «En los años previos, seminarios y casas de formación informaban a los jóvenes claramente sobre el peligro mortal en que se encontraban, eran preparados espiritualmente para afrontar la muerte por su vocación». Esta «pedagogía martirial», dice Amato, los hizo fuertes e incluso gozosos en su destino.Está es la formación que debemos tener los católicos en todo el mundo,superar el Caos,con misas divertidas(Bruno),con profanaciones,(Padre Iraburu),es imposibles,ser coherentes,sin Dios Nuestro Señor en nuestras almas,asi está la Iglesia,con exepciones muy loables,La EUCARISTIA;EL RESPETO,LA ORACION,sin nuestra unión con el Señor es imposible,lo dice el RP Garrigou Lagrange,el perder la vida mística se pone en evidencia en la persecuciones. «cómo se explica su fuerza sobrehumana de preferir la muerte antes que negar la fe en Dios». A juicio de Amato, la respuesta está, además de en la gracia divina, en la preparación al sacerdocio que se les dio. «En los años previos, seminari
14/10/13 4:26 PM
Rafael Mir
Odia el pecado y compadece al pecador.
Algunos comentaristas y lo que es peor, la mayoría de obispos, se han propuesto respetar el pecado y compadecer al pecador.
Mal ejemplo.
14/10/13 7:09 PM
álvaro maria velasquez botero
Es un ejemplo que jóvenes den testimonio de su FE y que hoy se necesitan muchos que estemos comprometidos en nuestra fe y tener una vida coherente. Jesucristo es ""el camino, la verdad y la vida.""
14/10/13 10:09 PM
Gregory
Honor a los martires donde el horror reina la luz de Cristo prevalece esa misma luz que les acojio en su martirio.
15/10/13 3:16 AM

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