(EP) Así se pronuncia en su última carta pastoral, titulada 'Laicismo y religión', en la que contrapone el laicismo, que define como un «planteamiento en el que Dios es un estorbo y lógicamente la religión no cabe», a la «visión creyente de la vida, que percibe gozosamente esta relación filial con Dios, y la disfruta, y la desea para todos sus contemporáneos».
En este sentido, Mons. Fernández defiende que «en una sociedad plural, en la que hay creyentes y no creyentes, la fe y sus consecuencias no pueden imponerse a nadie». «La fe no se impone, se propone. Y se hace siempre en el respeto a toda persona, sea cual sea su condición, su pensamiento, su manera de entender la vida y la historia», añade en la carta pastoral, en la que lamenta que, frente a esta actitud, «a veces uno se encuentra con la actitud de algunos no creyentes que quisieran borrar toda huella de Dios en el corazón, en la sociedad, en la vida y en la convivencia de los humanos, en la historia que entre todos vamos tejiendo».
Recuerda el ataque frontal al hecho religioso del nazismo y el marxismo
En este sentido, el obispo de Córdoba recuerda «experiencias históricas en el siglo XX, de signo contrario (de derechas: nazismo, y de izquierdas: marxismo), que se caracterizan por su intolerancia hacia quienes no piensan como ellos, y concretamente, de ataque frontal al hecho religioso» y pone de manifiesto que «cuando tales sistemas han caído, lo religioso ha rebrotado con más fuerza, y ahí tenemos los países de la Unión Soviética donde, después de varias décadas de persecución religiosa y prohibición de Dios, el hecho religioso es hoy más vigoroso que antes de la revolución bolchevique».
«Quienes atacaban la religión no han conseguido eliminarla, sólo han conseguido retrasar el progreso de tales países, que aspiraban –según ellos– al paraíso terrenal», asegura monseñor Fernández, que lamenta que «esta intolerancia brota y rebrota continuamente, y sólo se puede hacer frente a ella a base de paciencia, aunque a veces se cobre mártires que han amado hasta el extremo, perdonando a sus enemigos».
A continuación, el obispo de Córdoba critica a quienes rechazan la religión en la escuela pública «aunque más del 90 por ciento de los padres la pidan para sus hijos» o la presencia de lo religioso en la vida pública «aunque el 92 por ciento de la población sea bautizada católica». A su juicio, resulta «curioso que muchos de los que profesan esta intolerancia dogmática para los demás llevan a sus hijos a un colegio de la Iglesia y que muchos de los que pregonan la eliminación de todo lo religioso en la vida pública, son nazarenos o costaleros en sus pasos de Semana Santa, y les gustaría ser hermanos mayores de su cofradía».
«Incoherencias del ser humano»
«No permiten lo religioso en el diseño de una sociedad nueva, y ellos forman parte al entramado religioso de la vida social a la que pertenecen. Son incoherencias del ser humano, por cuyas rendijas Dios se cuela como un rayo de luz para iluminar el corazón de todo hombre que viene a este mundo», añade monseñor Fernández, que subraya que «el creyente no desespera nunca de nadie, sino que espera pacientemente, porque Dios tiene su momento para convertir al perseguidor en apóstol.
«La paciencia todo lo alcanza, pero hasta que lleguemos todos a la verdad completa, bien merece la pena una dosis de respeto al que no piensa como yo, bien merece la pena el respeto al hecho religioso y a su presencia en la vida pública, en todas sus dimensiones, porque Dios es amigo del hombre y todos, antes o después, tendremos necesidad de Él», concluye la carta pastoral.