(Bruno Moreno/InfoCatólica) La archidiócesis de Antanarivo cuenta con más de tres millones de personas, de las cuales un 27% son católicos. Al frente de la misma está Mons. Odon Marie Arsène Razanakolona, arzobispo, que cuenta con la ayuda de dos obispos auxiliares, Mons. Jean-Paul Randriamanana y Mons. Jean de Dieu Raoelison, entrevistado por InfoCatólica:
- Monseñor Raoelison, ¿cuándo llegó el Evangelio a Madagascar?
En mi diócesis, por ejemplo, estamos celebrando este año el 150º aniversario de la evangelización. En Madagascar hay 17 millones de habitantes y casi el 32% de la población es católica. Hay otras religiones, como musulmanes. Los protestantes pertenecen a la confesión anglicana, a la confesión reformada y a la confesión luterana. También hay muchas sectas en Madagascar.
- ¿La Iglesia evangeliza en Madagascar? ¿Hay conversiones?
Sí. En Madagascar, hay un cincuenta por ciento de cristianos, entre católicos, protestantes y las sectas. El otro cincuenta por ciento son animistas, de las religiones tradicionales de Madagascar. Intentamos evangelizarlos, sobre todo en las zonas costeras, aunque la evangelización no es fácil.
- ¿Tienen suficientes sacerdotes? ¿Y seminaristas?
En Antananarivo, tenemos 158 sacerdotes diocesanos y también muchos religiosos y religiosas que participan en la difusión de la fe. En las otras veinte diócesis de Madagascar, hay menos sacerdotes, en torno a veinticinco o treinta sacerdotes en cada una. En cuanto a los seminarios, en nuestra diócesis hay un seminario menor y otro mayor. En el seminario menor, tenemos setenta seminaristas. En el seminario mayor, hay ciento veinte seminaristas estudiando la Filosofía y noventa estudiando la Teología.
- ¿Por qué esta diferencia en el número de vocaciones con Europa y sobre todo con Francia?
Como dijo el Papa, se necesita una nueva Evangelización en Europa. En Europa, apenas hay niños. En Madagascar abundan las familias numerosas. En mi familia, por ejemplo, somos doce hermanos y hermanas y mis padrinos también tienen muchos hijos. Así es más fácil cuando un hijo quiere ser sacerdote o una hija quiere ser religiosa, mientras que en Europa, con un solo hijo, es más difícil. También hay que tener en cuenta las consecuencias de la globalización.
- ¿Cómo escuchó usted la llamada de Dios?
No es que haya visto a Dios llamándome para ser sacerdote. Cuando era pequeño, iba siempre a Misa. Mi vocación nació como monaguillo, ante el altar. Quería ser sacerdote y celebrar la Misa. En mi casa, jugaba con mis amigos haciendo de sacerdote. Rezábamos y jugábamos a celebrar pequeñas misas. Después, entré en el seminario menor y continué mis estudios y mi formación en el seminario mayor.
- Y después, Dios le llamó a ser obispo.
[Risas] Bueno, nunca había pensado en eso. Fue difícil para mí aceptar esa llamada.
- ¿Qué ha sido lo más difícil para usted de ser obispo?
Lo más difícil es pensar cómo evangelizar actualmente. Es una consecuencia de la globalización, no sólo para los laicos, sino también para los clérigos. Es difícil seguir los principios y normas de la Iglesia, vivir la fe. Y, sobre todo, vivir el sacrificio, el sentido de sacrificio en la propia vida.
- ¿Hay movimientos laicales en Madagascar?
Sí, hay muchos. Hay movimientos de mujeres, que rezan juntas y ayudan en la iglesia. También tenemos los consejos parroquiales para ayudar al sacerdote. Hay laicos responsables, muy comprometidos, que ayudan a los sacerdotes. Tenemos también la Renovación Carismática, el Movimiento Eucarístico de Jóvenes...
- ¿Qué problemas tiene la Iglesia en Madagascar?
Cómo ayudar a la gente a vivir el Evangelio y a seguir a Cristo. Cómo ayudarles a perdonar y a lograr una verdadera reconciliación. Vivimos actualmente una crisis política en Madagascar. Hay mucha pobreza. Sobre todo en el campo, donde hay un 67% de analfabetismo. La Iglesia en Madagascar intenta construir escuelas. Es una forma de ayudar y también de evangelización.
- ¿Hay personas que pidan la liturgia tradicional en Madagascar, según el Motu Proprio del Papa?
Es la liturgia que había cuando yo era pequeño. Ahora no hay nadie que la pida, excepto personas mayores que, por ejemplo, piden que se celebre su funeral según el Misal antiguo.
- Usted ha venido a la Jornada Mundial de la Juventud con 76 jóvenes de Madagascar. ¿Qué espera que consigan esos jóvenes?
Les he preguntado a ellos que por qué querían venir a Madrid y me han dicho que era bueno para profundizar en la fe y también para abrirse a los demás jóvenes cristianos del mundo entero y mejorar la forma de evangelizar en nuestro país. En Madagascar, hemos celebrado una Jornada Nacional de la Juventud, así que hemos venido para ver qué podemos aprender para mejorar nuestras jornadas.