(Aica/Aci Prensa) El vicepostulador de la causa, Fray Marcelo Méndez OFM, desde Salta, donde reside, dio a conocer la noticia a través de un comunicado:
Hoy 21 de noviembre de 2019, siendo en la Argentina las 7, y en Roma las 11, la Consulta de los Médicos de nivel internacional convocada por la Santa Sede, ha declarado la inexplicabilidad del milagro atribuido a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú. Ha sido una discusión cerrada, que llevó su tiempo, pero finalmente todos los médicos, por unanimidad, han declarado que no tiene explicación científica.
Es una gran alegría para el pueblo de Dios, particularmente para toda Catamarca, porque un hijo suyo, un hijo de la Patria, de nuestra querida América Latina, un hijo de Dios, Fray Mamerto Esquiú, ha sido declarado no solamente reconocidas sus virtudes en grado heroico sino también este milagro de parte de Dios, gracias a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú.
Hoy es el día de la Presentación de la Virgen María así que, seguramente, la Madre del Valle ha estado intercediendo con su gracia.
Es una gran alegría que compartimos entre todos y, como nos dice hoy el Evangelio en su primera lectura, sigamos al Señor en derecho y justicia.
Que esta causa de Fray Mamerto Esquiú nos traiga paz y concordia a todo el pueblo argentino y latinoamericano.
Que Dios los bendiga.+
Breve Biografía
Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú nació el 11 de mayo de 1826. Ingresó al noviciado del convento franciscano de Catamarca e hizo sus votos a los 17 años.
Predicó en 1853 el famoso sermón de la Constitución de Argentina, donde pidió concordia y unión para los argentinos, alcanzando trascendencia nacional. Por este hecho es conocido como el “Orador de la Constitución”.
Fray Esquiú murió el 10 de enero de 1883 en la localidad catamarqueña de El Suncho. Sus restos mortales descansan en la Catedral de Córdoba, pero su corazón incorrupto permanece en el convento franciscano de Catamarca.
Sermón de la Constitución
Después de la batalla de Caseros, en que fue derrotado el régimen de Juan Manuel de Rosas, la provincia de Catamarca recibió con alegría la noticia de que se iba a dictar una Constitución. Pero en la Asamblea Constituyente reunida en Santa Fe triunfó la postura liberal sobre la tradicional que restringía la libertad de cultos, sostenida por el padre Pedro Alejandrino Zenteno, diputado por Catamarca. Derrotado, Zenteno regresó a Catamarca dispuesto a hacer lo posible para evitar que la Constitución fuera aprobada por su provincia, apoyado por la población cuya postura religiosa era conocida.
El gobernador Pedro José Segura apoyó la posición de Zenteno, y una mayoría de la Legislatura se preparó a rechazar la Constitución, al menos en lo concerniente a la libertad de cultos. Para ello, preparó una manifestación que disolvería la reunión obligatoria de la población para la jura de la Constitución, la cual se celebraría el 9 de julio de 1853. Convencido de la posición antiliberal de Esquiú, Segura le encargó un sermón patriótico en ese sentido.
Sorprendentemente, éste pronunció su discurso más conocido, favorable a la jura de la Constitución, conocido como Sermón de la Constitución: recordó la historia de desuniones y de guerras civiles argentinas, y se felicitó por la sanción de una Constitución que traería nuevamente la paz interna. Pero para que esa paz durara, era necesario que el texto de la Constitución quedara fijo e inmutable por un largo tiempo, que no fuera discutida por cada ciudadano, que no se le hiciera oposición por causas menores, y que el pueblo argentino se sometiera al poder de la ley:
«Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley; sin ley no hay patria, no hay verdadera libertad, existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra...»
No pudo terminar la frase, porque el auditorio lo apabulló con un cerrado aplauso. La primera resistencia a la Constitución en el interior había sido vencida, y Catamarca juró la Constitución hasta el último de sus funcionarios y personajes notables.
Su sermón alcanzó trascendencia nacional y fue copiado en la prensa de todas las provincias; la resistencia que se le podía haber hecho a la Constitución en otras provincias quedó vencida por la elocuencia de un fraile desconocido de una provincia pequeña. El texto del sermón patriótico fue impreso y difundido por el país por decreto del presidente Justo José de Urquiza. Hasta en Buenos Aires, que había rechazado el Acuerdo de San Nicolás y la Constitución, su sermón tuvo un eco inesperado, aunque de todos modos se sancionó una constitución provincial que de hecho separaba al Estado de Buenos Aires del resto del país.