(Asia News) Así lo denuncia, en diálogo con AsiaNews, Sajan K George, presidente del Global Council of Indian Christians (GCIC). En efecto, apenas se difundió la noticia de su conversión, en la localidad se convocó a una reunión de emergencia a fin de decidir cómo afrontar la cuestión y tratar a los cristianos. El mensaje difundido luego de la reunión fue explícito: «No permitiremos a nadie [que haga] el mal, es decir, el cambio de religión».
El caso surgió en el distrito de Sonepat, donde reside la comunidad hindú Agrawal, muy difundida, sobre todo, en los Estados del norte de la India. Ayer, según explica el líder cristiano, «se convocó a un comité de 11 miembros, con la tarea de indagar los motivos que han llevado a las familias a su conversión». En total, son «cuatro los núcleos familiares que han presentado los documentos necesarios [una declaración del sacerdote, refrendada por cada fiel a título individual, donde se certifica que la conversión ha sido una decisión libre, y no impuesta – ndr], mientras que otras familias los están preparando».
A los líderes de la aldea, continúa Sajan K George, «no les agradó la decisión de la familias, la cual fue definida por ellos como «maligna», Además, ellos sostienen que no está permitido que los miembros de la sociedad se conviertan a otros cultos, y afirman que quienes decidieron cambiar de religión tendrán que dar marcha a atrás y explica los motivos de ello. Luego dijeron que no serán toleradas las conversiones realizadas a escondidas».
Según el presidente del GCIC, estos encuentros de pueblo tienen por objetivo intimidar a los miembros que se atrevan a infringir las reglas. «Suele pasar que la comunidad los impone para mantener la disciplina de quien transgreda la tradición. El efecto de todo esto es debilitar a las vulnerables familias cristianas que quieran abrazar a Cristo como nuestro Señor y Salvador». Aquellos que «desafían los dictados de la comunidad, terminan siendo sometidos a la marginación y al boicot social. Lo mismo ocurre en los Estados de Chattisgarh y Jharkhand, donde los cristianos se ven obligados a afrontar la agonía de la exclusión. Es difícil lidiar con el trauma del ostracismo cuando éste es provocado por la familia misma, y la protección de las leyes civiles tampoco ofrecen un sostén adecuado a las víctimas».
Sajan George resalta una paradoja: «El censo sobre religiones, realizado en 2011 documenta que los cristianos apenas representan el 0,17% de la población de Haryana. De esta manera, los datos del gobierno revelan que la acusación de conversión [forzada] es algo inventado y falso. La India es un país laico, con garantías constitucionales».