(José Beltrán/La Razón) “Mamá, esa soy yo”, dice Marita. Con apenas tres años, la niña ya reconoce la imagen de su tocaya cuando la tiene entre las manos, si bien es ajena a la trifulca que se ha organizado esta semana en el Congreso de los Diputados. Marita es getafense de pura cepa y como tal tendría que haberse llamado María de los Ángeles, en honor a la patrona de la localidad madrileña. “Lo de Maravillas no fue por una promesa ni por fanatismo”, dice Fátima, su madre. “Buscábamos algo especial y nos planteamos Maravillas, porque además de ser un nombre bonito, es el de una mujer muy inteligente que hizo mucho por Getafe hasta el último día de su vida”.
Fátima recuerda que en la ciudad “se la quería y admiraba mucho antes de que la hicieran santa”. Por eso lamenta la polémica generada después de que José Bono diera marcha atrás en la decisión de poner una placa a esta santa carmelita que nació en el edificio de la Carrera de San Jerónimo en el que hoy se reúnen los grupos parlamentarios. Fátima está segura de que “la placa no se la han puesto porque llevaba hábito: si hubiese sido una actriz solidaria u otra persona que tiene su ONG aconfesional no habría surgido problema alguno”.
Mientras Marita juega con su peine de La Sirenita, en la Aldehuela la campana sigue sonando a sus horas. Y las carmelitas descalzas continúan fieles a sus rezos y a la elaboración de los rosarios de pétalos de rosa con los que se ganan el pan. La frustrada placa de su fundadora, la madre Maravillas de Jesús, no perturba ni de lejos su recogimiento. Tanto es así que las veinte monjas que allí viven han querido permanecer al margen de cuanto se ha dicho y publicado estos días. Quien busque alguna declaración incendiaria de la clausura no la conseguirá. Ni por su parte, ni por los voluntarios que atienden a cuantos peregrinos, curiosos y reporteros se acercan hasta el Carmelo, donde vivió los últimos catorce años de su vida, en las faldas del Cerro de los Ángeles. “Lo están viviendo con mucha tranquilidad, sin sobresalto alguno”, aseguran quienes conversan de tú a tú con las carmelitas. Ellas guardan silencio, el mismo que dicen que hubiese querido la madre Maravillas, que siempre intentaba “desaparecer” de la primera fila cuando en vida se le acumulaban los reconocimientos públicos. Y no fueron pocos. Incluso la entonces Princesa Sofía acudió a visitar con sus hijos a aquella mujer que convirtió el Ventorro de la Puñalada, un descampado utilizado como basurero, en un barrio al que dotó de viviendas dignas, un colegio, residencia de ancianos, centro parroquial...
“Ni los taxis ni el cartero se atrevían a llegar hasta aquí”, asegura Manuela, una de las veteranas vecinas de lo que ahora se conoce como Perales del Río. Desde la clausura no quería homenajes, pero su personalidad arrolladora y sus obras le impedían pasar desapercibida. Fundó once conventos carmelitas, a los que hay que añadir su legado espiritual y una gran obra social que pasa por varias residencias para mujeres, centros escolares, casas de acogida. Y todo sin abandonar la clausura. De ahí que muchos hablen de esta mujer como la Santa Teresa de Jesús del siglo XX. “Yo la traté mucho y puedo decir que he conocido a pocas personas que aunaran a la vez un mayor grado de bondad e inteligencia, al mismo tiempo que expirara una enorme sensación de paz y un vivo sentido del humor”, asegura Gregorio Marañón y Beltrán de Lis, que además de presidente del Patronato del Teatro Real es sobrino de la madre Maravillas. En su opinión, la polémica por la placa “no es un tema de familia ni un debate intelectual o de ideas. Ni siquiera debe circunscribirse a si quienes se oponían a su colocación sentían una animadversión hacia la santa. Ni les importaba, ni la conocían ni han hecho un esfuerzo por averiguar quién era. Esta situación evidencia que en España hay un problema contra el catolicismo de tipo emocional que no está resuelto”, denuncia.
En cualquier caso, tanto el revuelo parlamentario como los quebraderos de cabeza de José Bono acabarán pasando. Pero no así los cientos de peregrinos que acuden cada semana a visitar la sepultura y el museo de la carmelita en La Aldehuela, lo que obliga a tenerlos abiertos al público casi de forma permanente. Y es que el tirón de esta monja canonizada por Juan Pablo II en mayo de 2003 no se extingue. Los sábados y domingos resulta complicado aparcar en los aledaños del convento -y eso que está en pleno campo-, y cada semana toca reponer las más de 5.000 estampitas que se dejan en su capilla de la catedral de la Almudena. Además, sus hermanas de comunidad -once de las veinte la conocieron-, se han visto obligadas a aumentar los 70.000 ejemplares trimestrales de tirada de un boletín que nació como una hoja informativa de las actividades de la orden. Reparten 70.000 ejemplares trimestrales, con edición propia en Argentina. La madre Maravillas no fundó allí convento alguno, pero le hace competencia sana en cariño popular a la patrona del país, Nuestra Señora de Luján. Alrededor de su figura se han creado comedores de caridad, grupos de reparto de alimentos y ropa, dispensarios de medicinas...
En Nogoyá, ciudad situada al noreste del país, cada 11 de diciembre, fecha en la que Roma instituyó la fiesta de la santa, se celebra una peregrinación en su nombre en la que participan miles de personas. El motivo de esta devoción argentina es que justo hace diez años un pequeño de 18 meses sobrevivió tras ahogarse al caer en una pileta. El niño despertó como si nada tras una noche en parada cardiorrespiratoria en la que su madre no se separó de él mientras rezaba a la religiosa. Los médicos no pudieron explicar lo ocurrido y fue el milagro que elevó a los altares en uno de los procesos de canonización más rápidos de la historia de la Iglesia: murió hace sólo 34 años. Calles y avenidas Al significativo homenaje de Fátima y su marido hay que unir calles, plazas y avenidas que llevan su nombre en distintas localidades españolas como en Arenas de San Pedro (Ávila), San Lorenzo del Escorial (Madrid) o Las Veguillas (Salamanca). Eso sin contar las asociaciones, guarderías, residencias, centros comerciales e incluso un club de fútbol que están bajo su advocación. Además, el próximo 14 de diciembre el cardenal Antonio María Rouco Varela inaugurará una parroquia dedicada a la carmelita en el Pau de Carabanchel, a la que hay que unir la iglesia que ya tiene en Getafe y otra que se está construyendo en Malabo (Guinea Ecuatorial).