Siempre es Pentecostés (II)

Quién es el Espíritu Santo. Qué dice Jesús. Qué dicen los primeros cristianos. Teología del Espíritu Santo.

Jesús es el revelador del Espíritu Santo. Hasta que El comienza a hablar de Dios, los hombres no sabíamos nada, o casi nada, de cómo era Dios. Jesús es el que puede hablar de Dios, porque viene de Dios. “El que es de la tierra, habla de cosas de la tierra; pero el que viene del Cielo, habla de lo que ha visto y oído” (Cf Jn 3, 31). Jesús, que viene de Dios, nos habla de que Dios es Padre, nos dice que El es el Hijo de Dios, uno con el Padre, y nos promete la venida del Espíritu Santo, en igualdad con el Padre y con El. Durante su vida, Jesús se siente llevado por el Espíritu y se nos anuncia como el difusor del Espíritu de Dios en el mundo (Cf Jn 7, 37).

Si leemos con atención los libros del Nuevo Testamento, veremos cómo toda la obra de la salvación tiene una estructura y una dinámica trinitaria. Jesús es el Hijo que vive unido al Padre, el Padre le envía y El, terminada y cumplida su vida en este mundo, vuelve al Padre para enviarnos el Espíritu Santo que nos renueva interiormente y nos hace participar con el Hijo de la vida santa y eterna de Dios. El Padre envía, el Verbo encarnado realiza, el Espíritu Santo consuma, lleva a término la obra de salvación.

Cuando Jesús vuelve al Padre, después de haber cumplido su obra de redención en el mundo, comienza el tiempo de la fe, el tiempo de la Iglesia que es el tiempo de la acción del Espíritu Santo. “Os voy a enviar la promesa de mi Padre” (Lc 24, 49). “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito, pero si me voy, yo os lo enviaré” (Jn 16, 7). “Bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).

Esta intervención del Espíritu Santo de Dios en la obra de la redención está anunciada por Jesús desde el primer momento de su misión: “hay que nacer del agua y del Espíritu” (Jn 3, 5). En el tiempo de su vida en carne, es Jesús quien está continuamente guiado y movido por el Espíritu de Dios. Pero cuando se acerca la hora de su muerte, El nos anuncia la venida del Espíritu como fruto primordial de su muerte, de su resurrección y de su intercesión por nosotros ante el trono del Padre. El intercede para que el Padre nos envíe “otro Paráclito”, el “Espíritu de la verdad” que estará con nosotros para siempre (Jn 14, 16). Mientras Jesús vive, solo El es el portador del Espíritu. Cuando muera y sea glorificado junto a Dios, El, con su humanidad plenamente realizada y rebosante del Espíritu de Dios, será constituido causa de salvación y centro emisor y difusor del Espíritu Santo para todos los que crean en El y se arrepientan de sus pecados (Jn 7, 37-39).

El Espíritu de Dios, cuando viene a nosotros nos ilumina desde dentro para que comprendamos la verdad, para que caigamos en la cuenta de todo lo que Jesús ha querido manifestarnos, (Cf Jn 14, 6). Porque este Espíritu es el Espíritu de la Verdad, de la Verdad que es el Verbo de Dios, ese Verbo que se ha hecho hombre para vivir con nosotros. Jesús es el Hijo hecho hombre, del todo referido a Dios, abrazado al Padre por el amor del Espíritu Santo. Ese es el fondo de su identidad y de su vida, y desde esa intimidad con el Padre nos ama con el mismo amor del Espíritu Santo. Cuando vuelve al Padre con su humanidad consumada, nos traspasa su Espíritu para que seamos capaces de acercarnos a Dios con el amor y la alegría propia de los hijos. Hace falta tiempo para entrar en este mundo y rehacer la propia vida en esta intimidad con Dios. Jesús lo sabe “ahora no podéis comprender lo que yo os quiero decir, cuando tengáis el Espíritu de Dios en vuestros corazones, que yo os enviaré, El os hará comprender toda la verdad” (Cf Jn 16, 12-13). Desde junto al Padre, Jesús nos envía el Espíritu de la Verdad, y El nos ayuda a comprender el misterio de Cristo, y de los que somos de Cristo, porque El es la Verdad (Cf Jn 15, 26).

En estos discursos de despedida de Jesús, que Juan nos transmite, hay unas referencias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que no podemos comprender ni expresar sino mediante la profesión de fe en la santa Trinidad, un Dios trinitario, tripersonal, conviviente. Tres personas divinas que se acercan a nosotros por el misterio de la Encarnación del Hijo y por El nos asocian a su vida divina, gloriosa y eterna.

A partir de estos textos, los Padres de la Iglesia formulan poco a poco el dogma de la Trinidad. Dios es tripersonal, Padre (principio absoluto), Hijo (verbo, palabra, imagen) y Espíritu (amor, fusión y difusión). Estas son las formulaciones de los Concilios Niceno y Constantinopolitano, en el siglo IV.

Posteriormente, en Occidente, una Teología demasiado estática, demasiado esencialista reduce el dinamismo de la Trinidad a la vida interna de Dios, y nos hace pensar que en la proyección de Dios hacia sus criaturas todo sería unitario, sin verdadera intervención de las personas divinas en sus características personales. Esta crítica es verdadera, pero también es verdad que en los mejores teólogos (Sto. Tomás de Aquino, San Buenaventura) siempre se conservó de alguna manera la doctrina bíblica y las enseñanzas de los grandes Padres mediante la doctrina de las “misiones” de las divinas personas. No podía ser de otra manera, Dios, tal como Jesús nos lo ha manifestado es siempre Padre, Hijo y Espíritu, y en todo lo que hace están presentas inseparablemente las tres personas, cada una con su ser relacional propio en la conjunción de su gozosa unidad.

Usando nuestro lenguaje deficiente podemos decir que el Espíritu es el Amor divino en persona, la complacencia y afirmación de Sí, del Padre en el Hijo, principio, con el Padre y el Hijo, de toda acción exterior, creación, encarnación, redención, santificación. El Amor mueve y consuma a la vez toda presencia y toda intervención de Dios en el mundo y en nosotros. El Espíritu es el amor, la difusión del ser de Dios, la complacencia de Dios en sus criaturas atraídas, queridas, enriquecidas, abrazadas. El Espíritu son los brazos de Dios, el abrazo de Dios, el sentir amoroso de Dios, difundido, omniabarcante, transformador, unificador.

Jesús le llama el “Paracleto”, es decir, el llamado para estar a vuestro lado. En las Escrituras es presentado con diferentes simbolismos, es el viento que sopla sin que nadie sepa de donde viene, es el agua que brota del costado de Cristo (Jn 19,34), el agua vivificante que mana de Cristo resucitado, “ríos de agua manarán de su seno…” (Jn 7, 38), es la unción que suaviza, que santifica. Jesús es el Ungido (Lc 4, 14-16), nosotros somos también ungidos (IJn 2,20; IIC 1, 21), Jesús distribuye esta unción a los que creen en El y configuran su vida con la suya (Ef 4, 13). Otras veces viene representado por el fuego, como en Pentecostés (Hch 2, 34). Como el Amor es el ejecutor poderoso y misericordioso de la obras de Dios, Jesús lo nombra como el dedo de Dios (Lc 11,20), y otras veces es la mano amable y sanadora de Dios (Mc 6, 5; 8, 23). Este gesto tradicional en Israel, que Jesús utiliza, imponiendo las manos para curar con el poder de dios, lo usaron los Apóstoles y ha quedado en la Iglesia como signo de la venida y de la acción del espíritu Santo Cf Hch 8, 17-19; 19 y passim,).

12 comentarios

  
Pilar
"El Espíritu es el amor, la difusión del ser de Dios, la complacencia de Dios en sus criaturas atraídas, queridas, enriquecidas, abrazadas. El Espíritu son los brazos de Dios, el abrazo de Dios, el sentir amoroso de Dios, difundido, omniabarcante, transformador, unificador."

¡Qué hermosura!. Y qué poco conocemos a Dios.

La complacencia de Dios en sus criaturas, en nosotros seamos como seamos y hagamos lo que hagamos.
Queremos ganarnos el amor de Dios por méritos propios cuando -como nos dice san Pablo- tenemos su amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Con estos pensamientos me voy a dormir. Buenas noches a todos.
15/05/08 10:54 PM
  
ignacio
Como conocemos que el Espírito habita en nosostros y actúa dentro de nuestro espírito? Siempre que nos sentimos hijos de Dios y como tal invocamos al Padre y vivimos la obediencia del Hijo con la alegria y el amor del Espírito.
16/05/08 10:15 AM
  
Camino
Monseñor, yo no estoy tan de acuerdo en que tengamos olvidado al Espíritu Santo o en que antes se le tuviera olvidado. Todos los santos ¿de dónde salieron? ¿de dónde salen? Y nosotros, mal que bien, ya hacemos la señal de la cruz, invocando a la Sma. Trinidad tantas veces. Y al terminar los salmos. Y al bendecir la mesa. Lo que sí me da "miedo" es la posibilidad de "resistir" al Espíritu Santo, como explica en ese libro que tiene Dom Columba Marmión. Pero ¿cómo sabemos si le resistimos, aunque no queramos? Bueno, creo que me he liado, pero si puede dígame algo.
16/05/08 1:20 PM
  
Cuca
¡Cuánta luz nos dan sus explicaciones acerca del Espíritu Santo!
Se oye, ahora con cierta frecuencia, llamar a Dios Padre y Madre. ¿Sería correcto, dentro de nuestras pobres analogías, atribuir al Espíritu Santo la “maternidad” en Dios, de cara, no “ad intra”, sino en la relación de la Trinidad con sus criaturas? Ya que su actuación como Amor de Dios personificado, es tan silencioso, tan envolvente, tan escondido, tan íntimo, que se parece más al amor de madre, ¿se podría decir también que la Virgen María es el “icono” del Espíritu Santo?
16/05/08 3:37 PM
  
Ana
Cámino :es verdad que da miedo resistirse al Espiritu Santo.
Cuca eso que has dicho me ha gustado mucho, quizá lo podías ampliar
16/05/08 10:04 PM
  
Mons. Sebastián
Os respondo escuetamente.
- Lo del desconocimiento del Espíritu Santo es opinable, claro, pero yo creo que en el común de los escritos teológicos y espirituales, hasta hace veinte o treinta años, el Espíritu Santo aparecía muy poco. Había testimonios de los santos, algunos libros traducidos, pero poco. Y en los textos de la liturgia lo repetíamos, pero con poca advertencia. Cuando yo explico que la Eucaristía es una celebración trinitaria, como la vida y la obra de Jesús, he visto cómo la gente se admira como si se le dijera algo nuevo.
- Resistir al Espíritu Santo es sublevarse contra la bondad de Dios, abusar de su misericordia, no responder con amor al amor, sino responder con soberbia y con desprecio. Dios nos libre.
- Hay expresiones en algunos escritores eclesiasticos diciendo que el Espíritu Santo
es la maternidad de Dios. A mi no me gusta mucho abusar de los símbolos. La sobriedad es esencial para que nos digan algo. Es el Amor de Dios, paternal y maternal a un tiempo. La Virgen María es "icono" de la Iglesia, y como la Iglesia, habitada por la Trinidad, y también de manera superexcelente es "esposa" del Espíritu, habitada, santificada, fecundada por el Espíritu de Dios. Participa del Padre el amor al Hijo, con un amor que es impresión del Espíritu Santo en su corazón, que se ensancha con su maternidad espiritual a toda la Iglesia y a todos los hombres. En ese sentido es la manifestación mas perfecta del amor universal de Dios en una creatura, la manifestación del Espíritu Santo como amor universal de Dios en Cristo a la Iglesia y a toda la creación. Saludos.
17/05/08 12:26 AM
  
Fernando María
Monseñor de esta salimos teólogos.Si realmente eprovechamos lo que ud, nos dice-fuente de inagotable sabiduría- y con tanta claridad y lucidez, vamos a ser además de cristianos, a ser sabios.Nuestra gran lucha humana(por eso estamos aquí)es comprender la verdad.Nos esforzamos en hacerlo con nuestro insuficiente recrebro (que como hecho por Dios, no es tan insuficiente como creemos),intentamos comprender,atender,dilucidar y poner al rojo las neuronas.Tenemos delante un trabajo suyo precioso sobre la Trinidad,fruto de mil esfuerzos,años de estudio y pe pasión por sesentrañar la verdad.Ya Veo con claridad, que el Espíritu es el que nos hace conocer la verdad.El Espíritu es tan humilde,sutíl y sencillo, que estando siempre a mi lado ,yo no le notaba y hasta me parecía inexistente.Y ahora me doy perfectamente cuenta(me ha abierto ud, los ojos) que todo lo que sé y conozco en gran parte se lo debo a El.El Espíritu es el que nos hace conocer la verdad, para que el amor del Padre y del Hijo, penetre en nuestras almas y vivamos en comunión y unicidad trinitaria con la alegría de los hijos de Dios.Yo tengo una iluminación interior (como todo el mundo) que creia fruto del razonamiento, de la deducción y
del puro ejercicio mental; pero profundizando un poco hay momentos en que notas que existe algo "que no viene propiamente de ti",que ilumina una realidad agotada y sin resolver, y que súbitamente te facilita las cosas, las clarifica e ilumina resuelve el pensamiento y tu consiguiente acción y actuación..Para mi no es viento,ni fuego, ,ni agua, ni llama,ni unción.Para mi es LUZ interior, que actua, soluciona y resuelve lo que parecía irresoluble.Como no me dice nunca: "oye Fernando María, soy el Espíritu Santo y dame las gracias que me voy a enfadar",me quedo callado.¿Es el espirítu el que me ayuda o es solo mi bien trabajado y ejercitado cerebro el que lo hace todo ?.Soy muy realista y no me gusta elucubrar.Es el Espíritu?
A ud, que le parece ?.
Solamente preguntarle una cosa.Desde cuantos trillones de infinitos billones,tenia Dios Padre en su portentosa mente increada la idea de hacer nacer a Cristo en el virginal seno de la Gloriosa María?.EL Espíritu Santo consustancial al Padre, existió desde siempre o surgió con el Hijo.?.Y como final, porqué nos acordamos tan poco de San José el carpintero(bueno entre los buenos),Padre de nuestro Señor en la tierra y Patrono de la Iglesia Universal.
Yo como cabeza de familia ( 5 hijos) siendo celos ( es un decir)de tantisimo amor a la Virgen (totalmente merecido) y tan poquisimo recuerdo y afecto para San José (le rezo siempre mucho para compensar).Además el sabe muy bién lo que es "el curro" y sacar adelante una familia.Cordiales y respetuosos saludos.
17/05/08 10:05 AM
  
Juana
Es muy de agradecer que se hable del Espíritu Santo, esa Persona divina tan poco conocida y que está tan cerca de cada uno sin que apenas se le note. Y tan necesaria para que el Amor de verdad, el Amor incondicionado, no desaparezca de la tierra.
Digo esto por los ataques que sufre hoy la familia, la maternidad, la identidad personal.
Leer todo esto me ha recordado que en el mensaje del Papa para la Jornada de la Juventud en Sidney, dedicada al Espíritu Santo, anima a penetrar en el conocimiento de su Identidad, viéndole como Compañía del Padre y del Hijo.
Realmente si las tres Personas son distintas y constituyen una UNIDAD, cada una hará que las otras dos sean lo que son. Así el Espíritu Santo hará que el Padre sea Padre y que el Hijo sea Hijo.
En este sentido me ha parecido muy clarificador lo que ha dicho Juan Pablo II cuando afirma que Dios en su intimidad no es soledad sino Familia, pues es Padre, Hijo y Amor que es el fundamento de la Familia. Y también dice en la Carta a las Familias que el arquetipo de la familia humana hay que encontrarlo en la intimidad de Dios.
Quizá las crisis actuales de la sociedad nos lleven a ver en la Escritura y en la tradición cosas que están ahí y quizá no se han visto hasta ahora.
Entonces lo de la maternidad que sugiere Cuca y que tanto le interesa a Ana quizá sea algo que hay que pensar más.
(Parece que los teólogos ahora se plantean que hay que repensar la diferencia en Dios).
Y aunque como dice Moseñor Sebastián no es adecuado forzar los símbolos, como el ser humano es más que símbolo imagen y semejanza -aunque deformada en parte por el pecado-, lo noble nuestro tendrá su origen y plenitud en Dios.
Me ha gustado el comentario que hace Fernando María sobre San José, porque es otro gran desconocido. Los teólogos que le estudian dicen que es imagen de Dios Padre -Jesús le llamaría Abba! como a su Padre del cielo-. El otro día estuve en una conferencia en la que se afirmaba que San José era clave para la pastoral en una sociedad postmoderna. Y me pareció acertado porque a veces he pensado que el mejor defensor de la maternidad -hoy en peligro- es que los varones aprendan a ejercer una verdadera paternidad, como la de San José. Quererle e imitarle -siendo un ejemplo tan asequible- puede venir muy bien.
17/05/08 6:51 PM
  
Mons. Sebastián
- En Dios no hay billones de trillones, no hay tiempo ni sucesión, Dios es pura y total actualidad, presencia infinita. Por eso Dios en su eternidad decide crear el mundo para compartir y multiplicar su felicidad y coronar esa creación con Jesucristo, como redentor y salvador de todos y de todo.
-No hay que poner disyuntivas. Lo que hacemos nosotros lo hace también el Espíritu, y el Padre y el Hijo. Cada uno a su manera. La acción de Dios (Padre, Hijo y Espíritu) no excluye ni desplaza nuestra acción, la sostiene, la promueve, la guía, la envuelve. Si el Espíritu es luz. Nos lleva a la verdad. En las cosas del Espíritu, el amor ve más que la razón.
-El Padre el Hijo y el Espíritu son consubstanciales, coexisten, se suponen, cada persona es para el otro, el Padre no es Padre sin el Hijo, el Padre y el Hijo no son sin su relación de Amor. No hay sucesion entre ellos.
-Cierto que San José es muy importante y tiene una santidad muy ejemplar. No lo desconocemos, pero no se puede hablar de todo a la vez. Juan Pablo II escribió que si cada uno de nosotros somos imagen y semejanza de la Trinidad, en la familia se logra una semejanza más plena, padre, madre, hijos, todos reunidos por el amor. Sí, Dios es Amor y para eso necesita ser pluripersonal, cómo si no podía brotar el amor? Convivencia, compañía, donación, amor. Ser es amar, convivir, en el pequeño circulo de la familia y en circulos concentricos, comunidad, iglesia, amigos, mundo. Hasta el abrazo final, cuando Dios sea todo en todos. Esa será la obra final de Jesús, y del Espíritu. Saludos y buenas noches.
18/05/08 12:17 AM
  
Ana
Juana eso de que Dios no es soledad sino familia y que el arquetipo de la familia humana hay que encontrarlo en dios tendría que ser mejor explicado, seguramente habrá libros o algún escritoque hable de eso
18/05/08 9:19 PM
  
Fernando María
Muchas gracias Monseñor.Vamos todos viendo la luz y avanzando en conocimientos teológicos, con su gran ayuda.Tengo mil preguntas, pero no le quiero agobiar.Respetuoso saludo.
18/05/08 10:55 PM
  
Avelino
Soy sacerdote y me encanta todo lo que escribe con tanta claridad y sencillez.
Estas líneas suyas sobre el Espíritu Santo son particularmente iluminadoras. Muchas gracias. Siga así que necesitamos una luz en medio de tanta confusión
02/06/08 12:23 PM

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