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18.01.10

María Dolores Vila-Coro: In memoriam

Ante todo quiero agradecer a cuantos amigos de esta página han rezado por mi padre, recientemente fallecido: ¡Rezar por los difuntos es un gran consuelo y a la vez una obligación, derivada de la Comunión de los Santos! Muchas gracias. Y pocos después de enterrar a mi padre, recibí la noticia del fallecimiento de María Dolores Vila-Coro. En su memoria, reproduzco a continuación mi artículo publicado en el semanario Alba:

María Dolores Vila-Coro fue una de las primeras colaboradoras de Interconomía. Cuando este grupo de comunicación tenía una décima parte de la plantilla actual, la profesora Vila-Coro tenía un espacio fijo en el programa “De las Artes y las Letras” que yo dirigía. No se ahorró ni un solo esfuerzo, por eso prefería venir al estudio a intervenir por el teléfono, porque pensaba –y estaba en lo cierto- que una entrevista radiofónica tiene más fuerza si se hace cara a cara. Ella se consideraba suficientemente pagada con dar a conocer su doctorado en Biojurídica y Bioética que impartía desde su cátedra de la UNESCO. Son muchos los recuerdos que guardo a lo largo de tantos años, desde que descubrí su libro “Huérfanos biológicos”. Todo su pensamiento, limpio y valiente, queda custodiado en sus publicaciones. Además del anteriormente citado, cabe mencionar “La Bioética en la encrucijada”, a lo que hay que añadir sus artículos en revistas especializadas y en periódicos. Pero de todos los recuerdos, nunca he escrito el coherente y ejemplar comportamiento que María Dolores Vila-Coro tuvo con motivo de la inicua ley de Ana Pastor que abrió la investigación con embriones.

Precisamente porque era bien conocida la postura de Vila-Coro, una auténtica pro vida, ajena al “malminorismo” por lo que nunca se vendió al sistema, fue convocada al despacho de la entonces ministra del PP junto con otras personalidades de la Bioética para apoyar la ley Pastor. En esa reunión, deslumbradas por el poder, con gran escándalo se cayeron algunas torres tan altas, como las columnas de incienso que emitieron desde la prensa elogiando semejante ley. Cuando me comentaba todos aquellos dolorosos acontecimientos para la causa pro vida, yo los recibía como un impresionante ejemplo para no ceder en lo que no se puede ceder, aunque uno se quede prácticamente solo. Porque de las personas que acudieron al despacho de Ana Pastor, las que no se plegaron al poder se pueden contar con los dedos de una mano y sobran tres. Por eso y por muchas cosas que guardo para mí, cuando supe de su fallecimiento, parafraseando uno de sus libros, me dije: los pro vida de España nos hemos quedado “huérfanos bioéticos”.

Javier Paredes