Caridad cristiana y comunión eclesial

«Mientras más unidos estamos al prójimo, más unidos estamos a Dios. Para que comprendáis el sentido de esta palabra, voy a daros una imagen tomada de los Padres: Suponed un círculo trazado sobre la tierra, es decir una línea trazada en redondo con un compás, y un centro. Precisamente llamamos centro al medio del círculo. Aplicad vuestro espíritu a lo que os digo. Imaginad que ese círculo es el mundo, el centro, Dios, y los rayos, los diferentes caminos o maneras de vivir de los hombres. Cuando los santos, deseando acercarse a Dios, avanzan hacia el medio del círculo, en la medida en que ellos penetran en el interior, se acercan unos a otros al mismo tiempo que a Dios. Mientras más se acercan a Dios, más se acercan los unos a los otros: y mientras más se acercan los unos a los otros, más se acercan a Dios.

Y vosotros comprendéis que ocurre lo mismo en sentido inverso, cuando nos apartamos de Dios para retirarnos hacia el exterior: es evidente entonces que mientras más no alejamos de Dios, más nos alejamos unos de otros, y que mientras más nos alejamos unos de otros, más nos alejamos también de Dios.

Tal es la naturaleza de la caridad. En la medida en que estamos al exterior y que no amamos a Dios, estamos alejados respecto del prójimo. Pero si amamos a Dios, cuanto más nos acercamos a Dios por la caridad hacia Él, tanto más comulgamos con la caridad del prójimo; y cuanto más estamos unidos al prójimo, tanto más lo estamos a Dios».

Doroteo de Gaza, monje docto de Palestina (fines s.VI - primer tercio s.VII), Instrucciones, VI, 76-78