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21.09.10

¿Cuál es el propósito de la vida?

El Señor nos presenta en el Evangelio del XXV domingo de tiempo ordinario la parábola del administrador injusto que: “se puso a echar sus cálculos” (Lc. 16, 3) para asegurarse un futuro mundano, pisoteando las virtudes para alcanzar su meta. Lo hace de tal forma que hasta el amo que le había despedido le felicita su astucia y el Señor nos recomienda: “Ganaos amigos con el dinero injusto” (Lc. 15, 9).

¿Qué significa eso?

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28.08.10

Lo que haría del Cielo un infierno

Jesucristo, en el Evangelio del XXI domingo de tiempo ordinario, nos indica que en el Cielo los santos: “se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Lc. 13, 29). Ese banquete celestial fue tema de conversación a lo largo de una noche entre el joven S. Agustín(354-430) (por fin bautizado) y su madre Sta. Mónica, poco antes de que ella fuera llamada a ese premio eterno. ¿De qué hablaron? Quizás de estas cosas que ese enamorado de Dios y Doctor de la Iglesia explica sobre el Cielo:

“En cuanto estemos íntimamente unidos a esta pura y perfectísima Bondad, ya no tendremos necesidad de atender a estas necesidades del cuerpo, seremos felices y no estaremos faltos de nada, poseyendo mucho y no teniendo que buscar nada.” (Sermón 255)

Por eso no hará falta comer en la felicidad eterna: “Lo mismo que la salud destierra muchos deseos que atormentan a los enfermos, así la inmortalidad los desecha todos porque ella misma es allí nuestra salud. […] Entonces seremos iguales a los ángeles. Pero los ángeles, ¿son infelices por no comer?” (Sermón 255)

Podría haber quienes piensan que sí, que: “el descanso de la patria, donde no tendremos otra ocupación que repetir incesantemente el Alleluia” no es nada deseable y pensar en el Cielo de esa forma no les entusiasma de ninguna forma.

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24.08.10

¿Cómo encontrar paz cuando hay rencor en el matrimonio?

Recibí hace poco este mensaje de una lectora (a quien llamaré “Sara”), que enfrenta dificultades en su matrimonio, principalmente por su actitud, según reconoce ella misma:

“Tengo problemas que están debastando mi matrimonio. Uno de ellos es que soy muy rencorosa, pero principalmente con mi esposo. No hay forma de que yo olvide, más bien perdone, algo que él me haga, y siempre le echo en cara las cosas pasadas. Si seguimos así, no sé.

“Por ejemplo, lo último que nos tiene peleando es que, bueno, gracias a Dios le salió beca para ir a estudiar al extranjero. Yo también había solicitado para hacer una especialidad, pero no me lo dieron y a él sí, pero habíamos acordado que igual nos íbamos todos.

“Pero, un día después de que me dieron la noticia de que a mí no me aceptaron, él sale con que por qué no me iba mejor después, ya que uno de sus amigos que se iba a ir no tenía dónde vivir por lo menos un tiempo (para que él se estableciera).

Realmente sentí una puñalada. Su amigo ya ni siquiera se fue y fue entonces cuando me dijo que sería mejor si nos fuéramos. Y por orgullo y porque me sentía más cómoda en mi país, me quedé, pero me puse a pensar que a él no le importo, que qué iba a hacer porque no estaba trabajando. Me tuve que trasladar a la casa que tiene mi madre para alquilar (pero a mí no me cobró). Lo más importante es que me iba a quedar sola con la nena, aunque luego nos comunicamos por Internet, etc.

“Ya de esto hace 6 meses. Yo fui la que decidió quedarse más tiempo. Ya viene para sus vacaciones y ahora nos vamos todos juntos y dice: ‘Las extraño muchísimo. Tenemos que estar juntos’. Siempre me lo ha dicho desde que se fue. La verdad es que no he podido perdonarlo a pesar de que me dice que lo perdone, que fue una tontería. ¿Qué hago con este rencor? Ayúdenme, por favor.

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Quizás le puedan ayudar estos consejos de “La imitación de Cristo” por el Bto. Tomás de Kempis (1379-1471):

Parte tercera: Felicidad Espiritual

“Capítulo XXV: Firme paz del corazón y verdadero progreso

“Jesucristo:
‘1. Hijo, yo he dicho: ‘Mi paz les dejo, mi paz les doy; se la doy, no como la da el mundo’ (Jn 14,27). Todos desean la paz pero no todos se preocupan de lo que concierne a la verdadera paz. Mi paz está con los humildes y sosegados de corazón. Tú paz estará en la mucha paciencia. Si me escuchas, y sigues mi voz podrás disfrutar de mucha paz.

“Discípulo:
‘2. ¿Qué haré pues?’

“Jesucristo:
Atiende en todo a ti mismo, qué haces, qué dices y dirige toda tu intención a mi exclusivo beneplácito, y nada desees o busques fuera de Mí, no juzgues temerariamente los dichos o hechos ajenos ni te impliques en asuntos que no te hayan encomendado, con esto podrá ser poco o rara vez te desconciertes. Porque jamás sentir alguna confusión, o no sufrir molestia interna o externamente corresponde al estado de eterna quietud, no a esta vida. No vayas a considerar que encontraste la verdadera paz si no sientes alguna pesadumbre ni que todo está bien cuando tus adversarios no te causan molestias ni que todo es perfecto si todo se realiza conforme con tu voluntad. Ni te creas más grande que otro o estimes que eres especialmente elegido si sientes una gran devoción o dulzura, porque en estas cosas no se reconoce al verdadero amante del bien ni consiste en ellas el provecho y la perfección de las personas.

“Discípulo:
‘3. ¿Entonces en qué, Señor?’

“Jesucristo:
En ofrecerte de todo corazón a la voluntad de Dios, no buscando tu interés, ni poco ni mucho, ni en el tiempo ni en la eternidad de manera que con la misma actitud permanezcas agradecido en lo próspero y en lo adverso pesándolo todo con la misma balanza. Si fueras tan firme y constante en la esperanza que incluso al quitársete la consolación interior, prepares tu corazón a soportar más todavía y no te justifiques como si no debieras padecer tanto sino que consideres mi acierto y me alabes por Santo en todo lo que disponga entonces caminarás por la auténtica y recta vía de la paz y podrás tener esperanza cierta de ver con alegría nuevamente mi rostro. Si llegas al total rechazo de tu egoísmo sabrás entonces que gozarás de paz abundante según las posibilidades de tu destierro.”

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En el Evangelio del XXI domingo de tiempo ordinario, le pregunta uno a Jesús: “Señor, ¿serán pocos los que se salven?” (Lc. 13, 23). La respuesta del Señor: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha” (Lc. 13, 24), nos indica que lo más importante para cada uno de nosotros en esta vida es buscar nuestra propia salvación. El Señor nos anima a no fijarnos tanto en el sufrimiento que podamos pasar (por culpa del demonio, mundo o carne), sino más bien en la meta que nos espera tras la puerta estrecha: el banquete del Reino de Dios.

En su caso, Sara, el Señor le ha concedido la vocación de esposa y de madre, y la generosidad caritativa que requiere esta vocación es tener en cuenta los intereses de su familia. Por ejemplo, ¿qué es lo que mejor le ayudará a su hija a crecer en gracia con Dios? Ella necesita tanto a su madre como a su padre. Según lo que comenta, su esposo le ama y le apoya y no está abandonando a su familia, sino que está haciendo lo posible para reunirse con su esposa y con su hija.

Quizás a ratos no se sienta amada por su esposo, pero no se debe uno de fiar siempre en los sentimientos, sobre todo cuando parece ser que el demonio está intentando sembrar malos pensamientos en su vida para perjudicarle y angustiarle. Le quiere hacer ver sólo la puerta estrecha en vez del gozo en el otro lado de esa puerta para que no se acerque a ese medio de alcanzar la felicidad eterna. No le escuche a ese “padre de la mentira", sino a la Ssma. Virgen María, Esposa y Madre sin igual [por ejemplo, rezando el Rosario como sugiere el lector Madrileño en su comentario]. Lo que importa es que Dios le ama muchísimo más de lo que se cree y le ayudará en su matrimonio a superar las dificultades tanto exteriores como interiores, si se apoya en Él e imita Su gran amor.

Si se siente abrumada, recuerde que el mismo Señor nos dijo en otro momento que basta para cada día su propio afán. No nos entristezcamos por un pasado que no podemos cambiar, ni nos asustemos por un futuro que no conocemos, sino que en este presente que nos concede, hagamos todo lo posible para amarle más a Él. Por medio de los Sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía y de la oración nos acercaremos más a Él y Él nos podrá conceder esa verdadera paz de corazón que no conoce el mundo.

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Vídeo pertinente que comparte la lectora Odet:

[Fotos de Wikimedia Commons: manos (Leon Brocard), puerta estrecha (Lis Burke)]


Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]
: ¿Qué consejo le puede dar a Sara? ¿Qué le ayuda a perdonar a otros?

Siguiente post – S. José de Calasanz – “No sé quiénes sois” (Lc. 13, 25)

19.08.10

¿Cómo saber si alguien está inspirado por el Espíritu de Dios?

S. Juan Eudes (1625-1680), que comenzó y propagó el culto litúrgico al Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, nos dice que el Inmaculado Corazón de María:

es la verdadera arpa del verdadero David, Nuestro Señor Jesucristo. Porque es él quien la ha hecho con su propia mano y él solo quien la posee. Jamás fué tocada por otros dedos que los suyos, porque ese corazón virginal nunca tuvo otros sentimientos, otros afectos, otros movimientos que los que en él puso el Espíritu Santo. Y esa arpa levanta hasta los oídos del Padre tan maravillosa armonía, que, hechizado al oírla, olvida todas las cóleras que tenía contra los pecadores.”

Tan llena está esa armonía del Espíritu Santo que en cuanto oyó Sta. Isabel el saludo de la Ssma. Virgen María, segúnel Evangelio de la Solemnidad de la Asunción de María: “se llenó Isabel del Espíritu Santo” (Lc. 1, 41) también.
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¿Cómo saber si alguien está inspirado por el Espíritu de Dios o por un espíritu contrario a Dios (sea demonio, mundo o carne)?

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18.08.10

Réquiem por Nagasaki

La Ssma. Virgen María dice en el Evangelio de la Solemnidad de la Asunción de María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador” (Lc. 1, 46-47). Llevaba al Señor en su seno y se encontraba con su prima Isabel, que estaba seis meses embarazada con S. Juan Bautista a pesar de su avanzada edad. ¿Cómo no alegrarse?

Pero, la Inmaculada Virgen María proclama la grandeza del Señor hasta en el Calvario, y a esta Madre Dolorosa se dirigió el Dr. Takashi Nagai tras detonar la bomba atómica sobre Nagasaki (a unos 500m de la Catedral de Urakami), al encontrar los restos de su mujer Midori Moriyama, descendiente de los primeros católicos del Japón y persona instrumental en su conversión (dos meses antes de su boda). Le consoló encontrar restos de un rosario en las cenizas de la mano derecha de Midori.

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