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15.04.21

CIV. La transubstanciación eucarística

1269.Después de estudiar los sacramentos del bautismo y de la confirmación, el Aquinate dedica varios capítulos de este cuarto libro de la Suma contra los gentiles al estudio de la eucaristía. ¿Cuál es la primera cuestión que trata?

Comienza Santo Tomás con la determinación de la gracia sacramental de la eucaristía. Nota que: «Así como la vida corporal necesita el alimento material no sólo para su crecimiento, sino también para conservar la naturaleza corporal, evitando que se disuelva por el continuo desgaste y flaquee su vigor, del mismo modo fue necesario que la vida espiritual tuviera un alimento sobrenatural, por el cual los regenerados se conserven en las virtudes y se desarrollen».

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1.04.21

CIII. El bautismo y la confirmación

1252. –¿Cuál es la naturaleza del sacramento del bautismo?

–Según la comparación o semejanza con la vida natural, el bautismo se puede definir como sacramento de la Nueva Ley, instituido por Cristo, que es una «generación espiritual».

El bautismo, es una generación espiritual, que por su semejanza con la generación de los seres vivos, tiene también efectos parecidos. En la generación natural el efecto principal es la vida, en la sobrenatural es la regeneración a la gracia. Explica Santo Tomás en la Suma teológica que: «Los sacramentos tienen el poder de conferir la gracia, por su institución, de donde se deduce que el momento de la institución de un sacramento es cuando recibe el poder de producir su efecto, cosa que en el bautismo sucedió cuando Cristo fue bautizado. En aquel momento, por tanto, quedó instituido el bautismo como sacramento».

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15.03.21

CII. La gracia y el carácter de los sacramentos

1236. –¿Puede hacerse una división de sacramentos?

–Han existido tres clases de sacramentos en tres distintos momentos de la historia humana: en el período de la ley natural –antes de la ley mosaica–; en el de la ley escrita –desde Moisés hasta Cristo–; y en el de la Nueva Ley, o ley evangélica, instituida por Cristo.

Sin embargo, esta triple división de los sacramentos no es la de un género en tres especies, porque el término «sacramento» tiene un sentido analógico, con una analogía de proporción o de atribución extrínseca. El analogado principal, el que significa formal e intrínsecamente lo significado, el ser instrumento de la gracia, es el sacramento de la Nueva Ley. Todos los de la Antigua Ley y los anteriores son analogados secundarios, porque son sólo un signo de la gracia, conseguida por la pasión y méritos de Cristo.

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1.03.21

CI. Los sacramentos

1221. –¿Por qué, en la «Suma contra los gentiles», al estudio del misterio de la Encarnación sigue la Teología de los sacramentos?

–El estudio de los sacramentos sigue al de la Encarnación, porque los sacramentos son «consecuencias» de la redención, Como se indica en la Suma teológica: «los sacramentos de la Iglesia reciben del mismo Verbo encarnado su eficacia»[1]. Los sacramentos, son, por tanto, las maneras como la salvación, conseguida con la Encarnación, se aplica al hombre.

Comienza Santo Tomás la doctrina de los sacramentos en la Suma contra los gentiles argumentando sobre su necesidad. Los sacramentos son necesariosporque, como: «la muerte de Cristo es por así decirlo la causa universal de la salvación humana, y es preciso que la causa universal se aplique a cada efecto, fue necesario poner al alcance de los hombres algunos remedios mediante los cuales se les aplicara de algún modo el beneficio de la muerte de Cristo. Y estos remedios se llaman sacramentos de la Iglesia».

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15.02.21

C. Conveniencia y utilidad de la Encarnación

1205.¿En que sentido fue conveniente y útil la Encarnación?

–Santo Tomás finaliza los muchos capítulos del cuarto libro de la Suma contra los gentiles dedicados a la Encarnación con tres sobre su conveniencia. Los justifica con esta indicación: «Quien devota y diligentemente considere los misterios de la Encarnación, hallará en ellos una sabiduría tan profunda que excede todo conocimiento humano, según aquello de San Pablo: «Lo que parece necedad en Dios es mayor sabiduría que la de los hombres» (1 Cor 1, 25)»[1].

El versículo significa que: «el conocimiento débil de lo divino lleva a considerarlo necedad, no por defecto de sabiduría, sino porque sobrepasa a la sabiduría humana; ya que ciertos hombres lo que no alcanza sus entendimientos suelen calificar como necedades»[2]. De ello: «se sigue que a quien devotamente lo considera se le manifiestan razones cada vez más admirables».

Desde esta actitud, afirma que: «la Encarnación de Dios convino a la divina bondad y fue utilísima para salvar al hombre». Respecto a esto último afirma que: «la Encarnación de Dios fue para el hombre que tiende a la bienaventuranza un auxilio eficaz». Lo demuestra del siguiente modo: «Ya se probó en Libro Tercero que la bienaventuranza perfecta consiste en la visión inmediata de Dios. Sin embargo, podría parecerle a alguno que el hombre no puede alcanzar jamás este estado en que la mente humana se une inmediatamente, como el entendimiento a su inteligible, a la esencia divina, por la inmensa distancia que hay de naturalezas», entre la de Dios y la del hombre.

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