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17.02.17

IV. Filosofía revelada por Dios

27. –– La diferencia en el origen de las verdades naturales y de las verdades sobrenaturales, y también en el estado de la mente del hombre ante estas dos clases de verdades, hace que no se puedan reducir las verdades sobrenaturales a verdades naturales. Sin embargo, en la revelación divina no sólo se ofrecen verdades sobrenaturales, sino también algunas, que se pueden alcanzar por la razón humana, y son así filosóficas, como la existencia de Dios, la creación del mundo, el carácter espiritual del alma humana, la obligación de hacer el bien y evitar el mal y otras igualmente objeto de la Filosofía. ¿No es extraño que se revelen algunas verdades que deben ser creídas, cuando se pueden alcanzar por la razón humana?

––El capítulo siguiente de la Suma contra gentes, el cuarto , puede considerarse como la respuesta a esta cuestión. Establece Santo Tomás, al empezar este capítulo, que: «Existiendo, pues, dos clases de verdades divinas, una de las cuales puede alcanzar con su esfuerzo la razón y otra que sobrepasa toda su capacidad, ambas se proponen convenientemente al hombre para ser creídas por inspiración divina».

Hay que ocuparse de averiguar, si es posible, las razones de la revelación divina de la verdades naturales o filosóficas: «no sea que alguien crea inútil el proponer para creer por inspiración sobrenatural lo que la razón puede alcanzar».

La revelación por Dios de algunas verdades filosóficas, cuya luz es asequible al hombre, porque no son demasiado brillantes, para que los débiles ojos las pueden soportar, tal como ocurre con las verdades sobrenaturales, ha sido necesaria. La humanidad precisa conocerlas: «para que así todos los hombres puedan participar fácilmente del conocimiento de lo divino[1] , que se revela en las verdades sobrenaturales. Estas verdades racionales son el soporte de la naturaleza humana, que facilita, también de modo natural, la posesión de las verdades reveladas sobrenaturales, que, por ello, se llaman preámbulos de la fe.

28. ––Los llamados preámbulos de la fe se pueden encontrar con la mera razón y son así verdades filosóficas. Para los que no los han descubierto son así verdades de fe, aunque en sí mismas no sean sobrenaturales, no pertenezcan a la superior oscuridad de los misterios divinos. Estas verdades, beneficiosas para recibir las verdades de fe, si son racionales en sí mismas para el hombre, que puede así descubrirlas la razón humana ¿por qué han tenido que ser reveladas por Dios?

––Dios ha revelado estas verdades, porque: «si se abandonase al esfuerzo de la sola razón el descubrimiento de estas verdades, se seguirían tres inconvenientes . El primero que muy pocos hombres conocerían a Dios». Serían escasos lo que sabrían de su existencia y de sus atributos. «El segundo inconveniente es que los que llegan al hallazgo de dicha verdad lo hacen con dificultad y después de mucho tiempo». El tercer inconveniente es que además tendrían una gran incertidumbre «por la misma debilidad de nuestro entendimiento para discernir y por la confusión de imágenes»[2] . No ha sido inútil, por tanto, que Dios haya revelado verdades, que se pueden alcanzar por la razón humana, sino que, por el contrario, ha sido muy beneficioso.

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