28.02.13

(210) Reforma o apostasía –VI. La Iglesia es sagrada

–Sagrado, secular, secularización, secularismo… Todo eso se discutió hace años, pero ya no es una cuestión actual.

–Es una cuestión muy actual, porque influye mucho en la vida de la Iglesia, aunque se hable y escriba menos de ella.

La Iglesia, que en la sagrada Eucaristía tiene su «centro» vivificante (Vat. II, CD 30f), es sagrada en sus Escrituras, en sus Pastores y sacramentos, en su pueblo de bautizados y en sus ministros sagrados, en sus templos, etc. Toda la Iglesia es, como veremos, «un sacramento», una realidad sagrada constituida por Dios entre los pueblos.

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20.02.13

(209) Reforma o apostasía –V. La Iglesia es para la salvación de los hombres

–¿Y usted cree que hoy es posible predicar a los hombres sobre una salvación o condenación eterna después de la muerte?

–Yo creo que sí. Más aún, es de fe que el Evangelio puede y debe ser predicado a toda criatura. Por eso, quienes evitan sistemáticamente predicar esa misión salvadora de Cristo y de la Iglesia falsifican del todo el Evangelio.

Reforma o apostasía. Así como decae en la ruina la Iglesia local que olvida prácticamente su fin doxológico, suscitar la gloria de Dios entre los hombres, igualmente se viene abajo aquella que olvida o niega su fin soteriológico, que es salvar en Cristo la vida temporal y eterna de los hombres. Resumo ahora lo que ya escribí en 2009, al comienzo de este blog (08-09), Reforma o apostasía.

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13.02.13

(208) Reforma o apostasía –IV. La Iglesia es para la gloria de Dios

–Si la glorificación de Dios fuera la vocación fundamental de la Iglesia, ya nos lo habrían dicho…

–Lo dice la Biblia y el Magisterio apostólico. Si esa vocación no se predica, no se conoce y no se vive, y entonces se arruina el cristianismo.

–Doxología y soteriología. En las Iglesias descristianizadas se ha debilitado el amor a Dios, que busca ante todo glorificarle en el mundo (doxología); y el amor a los hombres, que procura su salvación temporal y eterna con la gracia de Cristo Salvador (soteriología). Ambas dimensiones, como veremos, se exigen y potencian mutuamente. Y esta disminución en el amor a Dios y a los hombres ha producido un debilitamiento de la fe, una grave desviación en el mismo entendimiendo del cristianismo. Por eso la reforma de estas Iglesias, que están torcidas, exige ante todo enderezarlas a su fin verdadero, reafirmar su misión doxológica y soteriológica, negada en la práctica por una secularización, o si se quiere, por un temporalismo, un horizontalismo, que cierra la misión en el hombre y en la vida presente, y que afecta a todas las manifestaciones de la Iglesia: el culto litúrgico, la teología, la espiritualidad, las misiones, las obras benéficas, la educación, la familias, a todo el mundo cristiano. Reforma o apostasía.

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8.02.13

(207) Reforma o apostasía –III. Condiciones para la reforma de la Iglesia

–¿O sea que usted cree de verdad que pueden hacerse en la Iglesia ciertas reformas profundas?

–Si no lo creyera, sería un hereje. Creo en el Padre omnipotente, creo en Jesucristo y en su amor por su Esposa la Iglesia, creo en el Espíritu Santo, fuerza de verdad y de amor divino capaz de renovarlo todo.

Comprobamos en la historia de la Iglesia, lo mismo que en la de Israel, que solamente se producen las verdaderas reformas necesarias cuando, por obra del Espíritu Santo, se dan al mismo tiempo varias condiciones fundamentales.

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3.02.13

(206) Reforma o apostasía –II. La reforma necesaria de la Iglesia

–¿O sea que la Iglesia necesita reformarse? ¿No querrá Ud. que entremos en la Reforma protestante?

–Lo de los protestantes no fue reforma, fue deformación del misterio de la Iglesia.

La Iglesia Católica es santa, pero está siempre necesitada de reforma.Ya traté de ello al comienzo de esta serie (01). –Es santa: «una, santa, católica y apostólica». Es santa, es «sacramento universal de salvación», porque siempre Cristo la tiene por Esposa, y siempre el Espíritu Santo es su alma; es santa por la eucaristía y los sacramentos; por la sucesión apostólica de los Obispos, presididos y unificados por el Papa; es santa por su fuerza espiritual para santificar laicos y sacerdotes, célibes y vírgenes, sobradamente demostrada en la historia y en el presente. –Pero toda ella está necesitada de reforma, al mismo tiempo, porque está integrada por hombres que hemos sido santificados, pero que somos pecadores. Y lógicamente necesitan sobre todo una urgente reforma aquellas Iglesias locales que se encuentran en avanzado estado de descristianización.

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