14.05.13

(216) Nueva Biblia oficial, nuevos Leccionarios litúrgicos. Dios quiera que sea pronto

–¿O sea que sigue usted ahí?

–Vaya por Dios. Ya veo que usted sigue también ahí. Me lo temía.

Muy difícil es traducir, y más si se trata de la Biblia, y más aún si es para su uso en la Liturgia. La traducción es en este caso una tarea muy compleja y delicada, y produce necesariamente grandes consecuencias espirituales en el pueblo de Dios. Lex orandi, lex credendi. Ya sabemos que son muchas las teorías sobre el arte de traducir, cada una con sus valores y limitaciones. Pero, simplificando al máximo el asunto, y refiriéndome ya en adelante a la Biblia, puedo decir que todas las teorías oscilan entre dos criterios fundamentales contrapuestos.

La traducción literal y la que da el sentido de la Palabra revelada. La primera es la que ha predominado tradicionalmente en la Iglesia. Tanto en la versión griega de Los LXX (ss.III-II a. C.), como en la versión latina de San Jerónimo, la Vulgata (382), por temor a distorsionar las revelaciones de la Sagrada Escritura, no se eluden las expresiones semíticas del mundo de Israel. No cambian ni el «odiar a los padres», ni el «perder la propia vida», ni los paralelismos antitéticos más chocantes. Traducen lo que dicen Yahvé, Jesús o Pablo. Y luego, partiendo de lo que dicen, habrá que interpretar qué es lo que quieren decir.

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5.05.13

(215) Reforma o apostasía –y XI. Iglesias sin vocaciones .y 3. Final

–Se le acabó ya el tema… Parecía que no se iba a acabar nunca. Bendigamos al Señor.

–Demos gracias a Dios. El tema no se acabó, por supuesto. Pero todo en este mundo tiene un comienzo y un final.

La pastoral de las vocaciones, como ya vimos, sólo podrá lograr sus fines si vence las causas que las impiden. No pocas veces, por el contrario, la propia pastoral vocacional está afectada por los mismos errores que causan la ausencia de vocaciones.

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28.04.13

(214) Reforma o apostasía –X. Iglesias sin vocaciones .2

–No maree más la perdiz y díganos de una vez las causas principales de la escasez de vocaciones.

–Puedo asegurarle y le aseguro que entre mis múltiples habilidades no está la de marear perdices.

¿Cuáles son los principales causas de la escasez de vocaciones? ¿Por qué apenas hay vocaciones desde hace más de cuarenta años?… Toda pastoral vocacional, por bien intencionada que sea, será inefectiva si no conoce las causas que producen esa escasez o ausencia de vocaciones. Señalaré ahora las que me parecen más importantes.

–Doxología. La Iglesia es para la gloria de Dios (208). El mundo ha sido creado para la gloria de Dios. Pero los hombres, pecando, adoraron a las criaturas, y no al Creador, que es bendito por los siglos. Por eso Dios crea a Israel, que llega a su plenitud en la Iglesia, y toda ella ha de empeñarse en promover el conocimiento y el amor a Dios entre los hombres. «Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben» (Sal 66).

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21.04.13

(213) Reforma o apostasía –IX. Iglesias sin vocaciones .1

Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, hoy IV Domingo de Pascua.

–Mucho tenemos que orar por las vocaciones, verdaderamente. Pero también tenemos que hacer por ellas muchas otras cosas, para que sean posibles.

Las «vocaciones». Todos los cristianos, también los laicos,han recibido de Dios no solamente la vocación cristiana genérica, sino también una vocación específica, que ha de configurar su vida. Sin embargo, cuando hablamos sin más de «las vocaciones», entendiendo éstas por antonomasia, solemos referirnos a las vocaciones sacerdotales y religiosas. Éstas no siguen la vocación común primera –«creced y multiplicáos [familia] y dominad la tierra [trabajo]» (Gén 1,28)–, sino que nacen de un impulso particular de la gracia, es decir, de una especial llamada de Dios, según la cual, el cristiano llamado lo deja todo, familia-trabajo, y sigue a Cristo, dedicándole su vida en exclusiva. Pues bien, en este sentido bíblico y tradicional hablaré de «las vocaciones», y concretamente de las causas de su escasez. Y al decir «las Iglesias», me referiré a las Iglesias locales, especialmente a las del Occidente rico, donde esa escasez se viene dando en forma más extrema.

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13.04.13

(212-5) 13 de abril: San Hermenegildo, mártir católico del arrianismo oficial

–Llevo más de un mes esperando que siga usted la serie Reforma –se quedó en el VIII–, y ahora nos sale con San Hermenegildo.

–Mis tres últimos artículos fueron muy trabajosos, y descanso ahora al escribir sobre este Santo de mi devoción.

San Hermenegildo, convertido al catolicismo, fue mártir del arrianismo oficial de los visigodos. Vamos por partes.

El arrianismo tiene su origen en Arrio (+336), presbítero alejandrino. Esta herejía hizo un daño enorme a la Iglesia durante siglos, y en cierto modo puede decirse que, aunque en formulaciones algo diversas, es una herejía permanente. Nuestro Señor Jesucristo no es Dios en sentido propio y verdadero, sino que es criatura, Jesús de Nazaret, elegido como Hijo en un modo único, viniendo a ser en su perfecta santidad un hombre divinizado; pero que no es Dios. La fe católica, proclamada como reacción en los concilios ecuménicos de Nicea (325) y Constantinopla I (381), afirma, por el contrario, «un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho».

El arrianismo hoy goza de excelente salud entre los católicos no practicantes, y sobre todo entre ciertos teólogos y exégetas progresistas. No tendré, pues, que esforzarme mucho en describirlo. Cuando vean ustedes algún libro sobre Jesús que no afirma claramente su personalidad divina y eterna, «anterior a Abraham», que elude o niega sus milagros, que reconoce en él ignorancias gravísimas –como su destinación a la muerte en la cruz–, que niega la realidad de su resurrección corporal y de sus apariciones pascuales a los discípulos, etc., sepan que están leyendo el texto de un arriano moderno. El autor exhortará a la imitación de Jesús, al seguimiento de su estilo de vida, pero sin exigir la conversión y el arrepentimiento, y como si ese seguimiento fuera posible sin la gracia de Cristo glorioso. Es decir, que, ya desde antiguo, arrianismo y pelagianismo suelen ir juntos.

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