InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Temas varios

25.05.20

(595) Ascesis del entendimiento

 –Yo conozco bien la doctrina cristiana, y distingo con facilidad lo bueno y lo malo, lo que tengo que hacer o evitar. Lo que me falla no es el entendimiento, sino la voluntad.

–Está usted muy herrado (perdón, quítele la h). Eso que me dice me confirma en la necesidad de la ascesis del entendimiento. Usted falla en entendimiento, memoria y voluntad. Tres facultades, en una sola persona, que están muy vinculadas entre sí.

Ya traté de la (537) ascesis de la memoria y (594) de la voluntad. Veamos ahora (595) la del entendimiento.

 

–Estado lamentable del entendimiento (la razón)

La mente del hombre es un oscuro caos, ambiguo, desordenado, confuso, contradictorio muchas veces, cerrado para la captación de ciertas verdades y abierto a los diversos influjos erróneos imperantes en el mundo. La máxima oscuridad del entendimiento se da en los apóstatas: perdida la fe, se extravía la razón. Queda peor que en los paganos. Corruptio optimi pessima. (Véase la imagen superior).

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18.05.20

(594) La ascesis de la voluntad

 

–Reconózcame, si es tan amable, que «querer es poder».

–No puedo. Soy católico. No soy pelagiano, con perdón.

* * *

Las tres potencias del alma son la razón-entendimiento, la memoria y la voluntad. Las tres potencias, las tres facultades, los tres hábitos operativos propios del hombre. Ya traté de la ascesis de la memoria; estudio ahora la ascesis de la voluntad. Y sigo en mi exposición especialmente a San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia.

–La voluntad del hombre está cautiva

La voluntad del hombre carnal está gravemente enferma; lo suyo es el amor y la libertad. Es la voluntad la que ama, sea acompañada del sentimiento o incluso con el sentimiento ausente o contrario. Es la voluntad la que quiere libremente; no está predeterminada; ha de seguir al entendimiento, que le muestra la acción concreta como buena o como mala, pero puede degradarse cuando sigue a un sentimiento contrario a la razón; puede querer el bien con mérito, o el mal con culpa. Por eso dice San Juan de la Cruz, vinculando las tres facultades del hombre con las tres virtudes teologales:

«no hubiéramos hecho nada en purificar el entendimiento para fundarle en la virtud de la fe, y a la memoria en la de la esperanza, si no purificásemos la voluntad acerca de la tercera virtud, que es la caridad» (3Subida 16,1).

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12.05.20

(593) ¿Todos hermanos? ¿Todos hijos de Dios?

 Santa María la Mayor, 1170, Toro, España

–¡Todos somos hijos de Dios y por eso todos somos hermanos!… Todos.

–No grite, por favor. Y examinemos esas afirmaciones con calma, verdad y precisión.

«Todos somos hermanos», «Todos somos hijos de Dios»… son frases que suenan bien, y que se repiten entre cristianos en el ambiente ideológico de una cultura igualitaria y democrática. ¿Pero son verdaderas? Sí y no, según el sentido que se les dé. Comencemos por confirmar algunas premisas fundamentales de la fe, y ellas nos llevarán a conclusiones verdaderas.

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1.05.20

(592) La oración de petición

John Nava, Catedral de los Ángeles, USA

–Me sospecho que en este artículo pretende usted confirmar que en el combate contra el coronavirus la oración de petición es el arma más potente.

–Pues sí, pero como es el medio principal para conseguir todos los bienes materiales y espirituales que debe procurar un cristiano, por eso no lo he puesto como Coronavirus-VI.

–La oración de petición

Petición, alabanza y acción de gracias son las formas fundamentales de la oración bíblica, y por tanto de la oración cristiana. No se contraponen entre sí, sino que se complementan. La petición prepara y anticipa la acción de gracias, y en sí misma es ya una alabanza, pues confiesa que Dios es bueno y omnipotente, fuente de todo bien. La alabanza y la acción de gracias brotan del corazón creyente, que habiendo pedido a Dios, no se atribuye a si mismo el bien logrado, sino que recibe después ese bien como don de Dios. Por eso los tres géneros de oración se potencian y exigen mutuamente, como se ve, por ejemplo, en las oraciones de los Salmos (21,23-32; 32,22; 128,5-8).

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13.04.20

(590) Coronavirus-IV. Tu quoque, Vittorio Messori?...


–Parece que la Confinación rigurosa antiepidemia no dificulta sino que facilita el trabajo de los escritores.

–Así es. Un tiempo de desierto nos regala soledad y silencio, bueno para la oración y la vida espiritual, para el descanso corporal y para pensar, leer y escribir. 

 

Siguen enfrentados dentro de la Iglesia los que exigen en la lucha contra el coronavirus más sacramentos y menos aislamientos; y los que buscan ante todo detener la matanza de hombres, obedeciendo a la Autoridades sanitarias y ofreciendo al mismo tiempo medios espirituales de defensa y de combate.

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