InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Pecado

31.08.15

(336) Pecado –7. Somos libres y necesitamos la gracia

 Hombre mirando sobre nubes

–Uno es libre en la medida en que puede hacer lo que le da la gana.

–Compruebo una vez más que el nivel de su formación cristiana viene a ser mínimo.

He señalado en los artículos anteriores acerca del pecado original y de la relación gracia-libertad, tres polos de pensamiento: (332) pelagianismo, «libertad sí, gracia no»; (333) luteranismo, «libertad no, gracia sí»; y (335) incredulidad moderna, «ni libertad, ni gracia». Son por supuesto una simplificación de innumerables doctrinas teológicas diversas, cada una con sus premisas y variedades propias. Pero esas tres coordenadas mentales son válidas para el lector común. Ahora expondré la doctrina verdaderamente cristiana, la católica: «somos libres y necesitamos la gracia», porque nuestra libertad está gravemente enferma.

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24.08.15

(335) Pecado –6. Incredulidad sin pecado. -niega la libertad y niega la gracia

Estación

–O sea que si yo le golpeo a usted, la acción no es propiamente culpable, porque no es realmente libre…

–No le aconsejo ese experimento. Mejor será, por ejemplo, que se golpee usted la cabeza contra la pared.

«Cuando se manifestó [en Cristo] la bondad y el amor de Dios hacia los hombres» (Tit 3,4), llegamos los cristianos al conocimiento de Dios por su epifanía en Jesús: «nosotros hemos conocido y creído la caridad que Dios nos tiene» (1Jn 4,16). Esta es, ciertamente, la identidad más profunda de los cristianos.

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10.08.15

(333) Pecado –5. Lutero ante el pecado del hombre y el pecado del mundo

HOMBRE VIEJO

–¿En qué quedamos: hay actualmente muchos bautizados que más que católicos son pelagianos o que son luteranos?

–La pregunta está mal planteada. No ha de ser aut aut, sino et et.

Todos los hombres, es decir, todos los pecadores tenemos una conciencia contradictoria: de que somos libres y de que no somos libres. Sabemos por íntima experiencia personal que «podemos» elegir, y por eso cuando obramos mal, sentimos el peso de nuestra culpa. Pero al mismo tiempo todos sabemos que muchas veces no logramos hacer lo que queremos, ni evitar lo que aborrecemos (Rm 7,15). Entonces, ¿cuál es nuestra realidad personal: somos libres o no somos libres? En Pelagio prevaleció el primer convencimiento, «somos libres, no necesitamos la gracia»; ya lo vimos en el artículo anterior. En Lutero, por el contrario, al extremo opuesto, se impone más bien la convicción de que «no somos libres, necesitamos la gracia».

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3.08.15

27.07.15

(331) Pecado –3. el pecado original

Muchedumbre de pecadores llamados por Cristo

–No me va a creer, pero yo nunca he oído predicar del pecado original…

–Le creo, por supuesto. Como «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12,34), no se habla de lo que no se cree. Por el contrario, «creí y por eso hablé» (2Cor 4,13).

Varios documentos de la Iglesia van a introducirnos en el misterio del pecado original. Este tema tan importante dio lugar muy pronto a enseñanzas de la Iglesia sumamente valiosas (418, Sínodo XIV de Cartago: Dz 222-223; 529, Sínodo de Orange: Dz 371-372). Y esta doctrina, ampliamente precedida y seguida por la enseñanza de los Santos Padres, halla en el período de la Reforma, en el siglo XVI, su máxima expresión dogmática.

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