17.09.13

(236) La Virgen María, siempre virgen

–Todos te deben servir - Virgen y Madre de Dios - que siempre ruegas por nos - y tú nos haces vivir.

–¡Oh clara virginidad - fuente de toda virtud! - no ceses de dar salud - a toda la cristiandad.

Algunos exegetas católicos están negando que María fue siempre virgen. Aunque admitan la concepción virginal de Jesús –en el mejor de los casos–, según ellos, la Virgen no fue virgen. Al menos, según aseguran, eso es lo que confirma un examen científico, filológico-histórico-crítico, de la cuestión. Más bien fue madre de familia numerosa. Esta tesis no ha provocado un alud de reprobaciones enérgicas de parte de los exegetas y teólogos católicos, pues la mayoría de ellos se atienen a lo «académicamente correcto» en el tiempo actual: dejar que cada uno exprese libremente su pensamiento, sin combatirlo públicamente.

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14.09.13

(235) La exaltación de la Santa Cruz

–Hoy la cosa va en serio.

–¿Y cuándo no?

Hoy la Iglesia universal celebra en su Liturgia la Exaltación de la Santa Cruz. Vivamos con alegría inmensa y con gratitud indecible hacia Dios esta maravillosa fiesta del Año litúrgico. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo unigénito [primero en Belén, por la encarnación, y finalmente en la Cruz, en el misterio de la redención), para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). La Cruz es la máxima declaración de amor que Dios nos hace a los hombres. Es la epifanía suprema de Dios mismo, que es amor.

La Tradición católica de los Padres, del Magisterio y de los grandes maestros espirituales «dice» una y otra vez que Dios quiso en su providencia el sacrificio redentor de Cristo en la Cruz. Lo afirmamos hoy en todas las iglesias del mundo al celebrar la Misa, rezando en la oración colecta:

–«Señor Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz; concédenos, te rogamos, a quienes hemos conociddo en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la vida eterna».

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9.09.13

(234) Los cristianos no-practicantes son pecadores públicos

–¿No cree que con ese título se ha pasado usted dos o tres pueblos?

–Un artículo puede tener un título restallante, siempre que en su desarrollo se demuestre que dice la verdad.

Era yo muy chico cuando oí por primera vez en mi casa la expresión «cristiano no practicante». Era referida a un familiar nuestro francés –la madre de mi padre era francesa­–. Y recuerdo dos cosas. Una, que mi familia, tanto en España como en Francia, vivían ese hecho con gran dolor y preocupación. Y segunda, que a mí me parecían unas palabras contradictorias, difíciles de entender: como si me hubieran hablado de un ciclista que no andaba en bicicleta. Un ciclista no-practicante. ¿Y eso?…

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2.09.13

(233) Normas renovadas de la Iglesia sobre el traje de los sacerdotes

–¿O sea que han salido unas normas diferentes?

–Lea usted con atención. Unas normas renovadas no tienen por qué ser diferentes. Pueden ser una reafirmación de las ya existentes. Cuando se renueva un contrato, por ejemplo, puede dejarse como estaba.

El hábito religioso y el traje eclesiástico es el título de cuatro artículos que publiqué en 2008 (-I, -II, -III, y -Apéndice). Entonces, al estudiar este tema, tuve especialmente en cuenta, como es lógico, el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros (21-I-1994), publicado por la Congregación del Clero con la autorización de Juan Pablo II. Casi veinte años más tarde (11-II-2013), y sin cambiar el título, ha sido publicado ese documento por la misma Congregación como «edición nueva», con la aprobación del Papa Benedicto XVI. El texto en su conjunto ha variado poco. Mantiene el mismo texto anterior, a veces con algunos añadidos.

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26.08.13

(232) Santas Misas terribles

–¿Pero qué dice usted?…

–Lea y lo entenderá (con el favor de Dios).

–El Purgatorio en la liturgia. Un matrimonio amigo, desolado por las deformes Misas arbitrarias, a las que en ocasiones se ven en la necesidad de asistir con sus hijos, me contaba el otro día los horrores que con frecuencia tenían que sufrir en las Misas. Me describían él y ella una Misa secularizada en las formas ya desde el primer saludo «litúrgico» del sacerdote, sin casulla y con una estola de muchos colores: «buenos días, hermanos y hermanas… ¿Calor, eh?» (sí, era un día caluroso)…

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