La religión verdadera

Iniciaré esta reflexión citando algunas partes de la conferencia impartida por el Cardenal Joseph Ratzinger en la Sorbona de París el 27/11/1999:

“Al final del segundo milenio, el cristianismo vive (…) una honda crisis que resulta de su pretensión a la verdad. Esta crisis tiene una dimensión doble; primero, se plantea cada vez más la cuestión de si es justo, en el fondo, aplicar la noción de verdad a la religión: en otros términos, si le es dado al hombre conocer la verdad propiamente dicha sobre Dios y las cosas divinas.

(…) Para el pensamiento contemporáneo, el cristianismo de ninguna manera se halla en una postura más positiva que otras. Al contrario, con su pretensión de verdad, parece particularmente ciego frente al límite de nuestro conocimiento de lo divino, y se distingue por un fanatismo singularmente insensato, que toma irremediablemente la parte que la experiencia personal logró asir por el todo.

(…) Podemos decir, si miramos hacia atrás, que la fuerza que transformó al cristianismo en una religión mundial consistió en su síntesis entre razón, fe y vida: esta síntesis precisamente halla en las palabras religio vera [=religión verdadera] una expresión abreviada.

(…) Todas las crisis que observamos ahora dentro del cristianismo sólo radican de manera muy secundaria en problemas institucionales. Los problemas de instituciones y de personas en la Iglesia se desprenden al cabo de esta pregunta y de su peso inmenso.”

Es decir, según el acertado diagnóstico del Cardenal Ratzinger, la actual crisis de la Iglesia no se debe principalmente a la oposición mundana a las enseñanzas de la Iglesia sobre temas tales como la bioética, la moral sexual, el matrimonio, el celibato sacerdotal, la ordenación de las mujeres, etc., sino que es una crisis de fe más profunda, que encuentra su raíz precisamente en la pretensión de verdad del cristianismo, en el contexto de una cultura dominada por el relativismo; puesto que para muchísimas personas ya no existen más las certezas en materia religiosa, sino sólo opiniones.

Siendo esto así, se puede apreciar lo inútil (o incluso dañino) que es tratar de enfrentar la actual crisis eclesial principalmente con medidas que podríamos llamar “de aggiornamento superficial”: innovaciones litúrgicas que intentan hacer la Santa Misa más entretenida o participativa, cambios del lenguaje eclesiástico motivados más por técnicas de relaciones públicas que por la fidelidad al Evangelio, frecuentes tomas de posición sobre temas políticos, científicos o ecológicos opinables (como la megaminería, el fracking, el calentamiento global antropogénico catastrófico, etc.). Los cristianos (clérigos o laicos) que se obsesionan con temas como ésos pierden de vista el carácter eminentemente religioso de la actual crisis. No ven (o no quieren ver) que la misma fe en Dios corre serio riesgo de desvanecerse en el corrosivo ambiente de nuestra cultura cada vez más secularizada.

Conviene citar aquí un texto importante del Concilio Vaticano II: “Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le oculte la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece. Por lo demás, cuantos creen en Dios, sea cual fuere su religión, escucharon siempre la manifestación de la voz de Dios en el lenguaje de la creación. Más aún, por el olvido de Dios la propia criatura queda oscurecida.” (Constitución Gaudium et Spes, 36, 3).

Me detengo en esta frase clave: “La criatura sin el Creador desaparece” (traducida más a menudo así: “Sin el Creador, la creatura se diluye” o “se desvanece”). A mi juicio, el significado de esta frase no es tanto ontológico (si Dios no existiera, no habría criaturas y no habría seres humanos) cuanto moral: sin la debida relación con Dios (es decir, sin la religión verdadera), el ser humano se autodestruye. Esta interpretación “moral” (digamos) se ve apoyada por la última frase del texto citado: “por el olvido de Dios, la propia criatura queda oscurecida”.

La ontología tomista afirma la existencia de varias propiedades trascendentales del ser (unidad, verdad, bondad y belleza) que en cierto modo se identifican o son intercambiables entre sí. Ser y verdad se identifican, porque ser es ser conocido por Dios. Ser y bien se identifican, porque ser es ser querido por Dios. Sin embargo, hay una prioridad lógica de la verdad sobre el bien. No se puede amar lo que no se conoce en absoluto, porque amar es querer y buscar el bien de la persona amada y para ello es necesario conocer ese bien de algún modo. Esto no quita que exista una realimentación positiva entre el conocimiento y el amor, porque también es cierto que no se puede conocer plenamente lo que no se ama.

Esto nos lleva a una consideración teológica que encaja bien con el diagnóstico del Cardenal Ratzinger. El teólogo católico Romano Amerio, en su libro Iota Unum, afirma que en la base de la actual crisis eclesial se encuentra un ataque (en la línea del escepticismo) a la potencia cognoscitiva del hombre, ataque que supone una desviación metafísica. Se ha difundido mucho dentro de la Iglesia Católica (sobre todo en sus sectores “progresistas”) una tendencia a la desvalorización radical del conocimiento y a la desvinculación del bien con respecto a la verdad. Amerio dice que, en el fondo, ese error proviene de una falsa teología trinitaria, en la cual el Espíritu Santo, la Persona-Amor, procede sólo e inmediatamente del Padre, no del Padre y del Hijo, del Padre por el Hijo, como afirma el dogma católico (Cf. Eugenio IV, Bula Laetentur coeli (6/07/1439), DS 1300-1302, FIC 503-504; Eugenio IV, Bula Cantate Domino (4/02/1442), DS 1330-1331, FIC 505-508; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios (30/06/1968), nn. 8-13, FIC 509-514).

Recordemos que, según el prólogo del Evangelio de Juan (1,1-18), el Hijo de Dios es el Logos (es decir, la Palabra o Razón, la Palabra Razonable); y recordemos también que, según San Pablo, el mismo Cristo es la Sabiduría de Dios (1 Corintios 1,24). Por lo tanto, las mismas relaciones entre las tres Personas divinas nos indican que dentro de la Trinidad existe un orden que señala una prioridad lógica de la verdad con respecto al amor.

Esto no quita nada de lo que el mismo San Pablo enseña sobre la caridad como virtud cristiana suprema: “la ciencia hincha, el amor en cambio edifica” (1 Corintios 8,1); y también: “Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.” (1 Corintios 13,2). Como enseñó el mismo Jesús, el conocimiento de la verdad nos libera para el bien (cf. Juan 8,32); es decir que el conocimiento es para el amor.

“Así como en la divina Trinidad el Amor procede del Verbo, en el alma humana lo vivido procede de lo pensado. Si se niega la precedencia de lo pensado respecto a lo vivido o de la verdad respecto a la voluntad, se intenta una dislocación de la Trinidad. Si se niega la capacidad de captar el ser, la expansión del espíritu en la primacía del amor queda desconectada de la verdad, perdiendo toda norma y degradándose a pura existencia.” (Romano Amerio, Iota Unum, Tomo 3, Capítulo XV, n. 147).

En el próximo artículo, Dios mediante, veremos que el Magisterio de la Iglesia Católica sigue afirmando sin lugar a dudas que el cristianismo (e incluso el catolicismo) es la religión verdadera.

Daniel Iglesias Grèzes


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8 comentarios

  
Tulkas
"El primer autor y motor del universo es el intelecto".

"Si la materia es causa primaria de todo, se sigue que todas las cosas existen por casualidad".

Ambas posturas, con frases literales de la Summa contra gentes, son respetables. Lo que no es respetble es que donde pone "intelecto" nos quieran poner "voluntad".
Y en esas estamos y en esa está la catástrofe de la Iglesia postmoderna.
12/12/15 4:27 PM
  
Mariano (Argentina)
Felicitaciones por haberse animado a incorporar entre sus autores a Romano Amerio. Su lectura atenta tiene consecuencias impredecibles.
13/12/15 2:10 AM
  
Luis López
Tulkas, es que anteponer la voluntad al intelecto es una de las características del modernismo.

La catástrofe de la iglesia posmoderna -uno de cuyos últimos frutos envenenados es el reciente Sínodo- es causada por encima de todo por esa herejía, que ha invadido todo, desde la teología a la liturgia.

Y me adhiero a lo dicho por Mariano (no al presidente, por favor), de felicitar al autor de este artículo por citar a Romario Amerio, cuyo grandioso libro "Iota unum" es la más acertada exposición de la nueva fe modernista que poco a poco se nos va implantando en todos los ámbitos de la fe cristiana.

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DIG: Gracias, Luis. Yo comparto gran parte de lo sostenido por Romano Amerio en Iota Unum, pero no todo. También me parecen justas las críticas de Mons. Barriola a esa obra. Véase aquí:
http://www.feyrazon.org/Revista/FeyRazon70.htm#Teologia
http://www.feyrazon.org/Revista/FeyRazon71.htm#Teologia
http://www.feyrazon.org/Revista/FeyRazon72.htm#Teolog%C3%ADa

¡Feliz Domingo!
13/12/15 12:48 PM
  
Antonio1
Y tan impredecibles. Tener como referencia al tradicionalismo y a las lecturas más queridas para los lefevbrianos es lo que tiene.
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DIG: ¡Qué poca apertura mental tienen los supuestamente "abiertos", "dialogantes" y "tolerantes" progresistas! Citar a Romano Amerio no equivale a ser lefebvrista ni filolefebvrista... Que esté de acuerdo con Amerio en un punto no implica que esté de acuerdo con él en todo. De hecho no lo estoy. Digamos que concuerdo en un 90% con Iota Unum; pero el 10% de discrepancia no es para nada insignificante.

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Y si encima se le da la puyara de rigor a nuestro papa. Eso sí sin mencionarlo, sin atreverse a dar el paso abiertamente, pues eso...

Y así un día y otro y otro, se les al blogger que se lea.

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DIG: ???????

1) No sé lo que es la puyara.
2) Mi artículo no se refiere ni directa ni indirectamente al Papa Francisco. No es bueno obsesionarse con un único tema.
3) No entiendo el consejo al blogger: ¿Que se lea? Ciertamente leo lo que escribo.
13/12/15 7:13 PM
  
Antonio1
Perdón por mis erratas. Claro que usted no es filo lefevbriano. Digo que comparte puntos de referencias. Se puede estar de acuerdo en algunas cosas con este hombre. Pero cansa tanto diagnóstico basado en tradicionalistas irredentos.

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DIG: Yo preferiría discutir sobre ideas, no sobre personas. El diagnóstico de Ratzinger me parece muy bien fundado: la cuestión de la religión verdadera es de importancia capital para el cristianismo, ayer, hoy y siempre; pero hoy, gracias al relativismo imperante, es una cuestión más que crítica. A la Iglesia Católica le va la vida en que sus fieles (clérigos y laicos), contra la corriente, sigamos creyendo y sosteniendo que el catolicismo es la única religión verdadera (cf. Concilio Vaticano II, declaración Dignitatis Humanae, n. 1). Frente a esa cuestión, que no parece ser la primera preocupación de muchos Obispos, muchísimas de las cuestiones a las que se dedican cotidianamente tantas Conferencias Episcopales son, como dice Ratzinger, de importancia muy secundaria.

La cita de Amerio aporta una idea adicional a este diagnóstico. La grave crisis intracatólica que vivimos desde hace décadas en el fondo no sólo proviene de una tendencia a la renuncia cristiana al concepto de "religión verdadera", sino que en su núcleo más íntimo puede reducirse a un error filosófico y trinitario: un Amor independiente de la Verdad.

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Quise decir puya. Si usted no ve puya al papa en esta frase la mayoría de los lectores mínimamente capaces dí la ven. Y usted debería saberlo: "frecuentes tomas de posición sobre temas políticos, científicos o ecológicos opinables (como la megaminería, el fracking, el calentamiento global antropogénico catastrófico, etc.). "

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DIG: Esa frase mía no es una pulla contra el Papa Francisco. No hay ironía ni intención de agredir o humillar a nadie, sino una crítica simple y directa. Francisco suele hacer críticas sin especificar a sus destinatarios. Lo mismo podemos hacer a veces los demás. A quien le quepa el sayo que se lo ponga.

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Y por supuesto con el papa un católico puede disentir, pero mejor decirlo abiertamente. se dice: mi modelo de Iglesia está más cerca de Amerio que del Papa Francisco". Y no pasa nada.

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DIG: Yo no tengo ningún modelo de Iglesia propio, ni creo que un Papa deba tenerlo. La Iglesia no es como un Gobierno, que cambia sus ideas, proyectos y acciones según quién esté circunstancialmente al mando. La Iglesia no es nuestra, sino de Cristo. La doctrina de la Iglesia, la que debemos creer y transmitir, no es nuestra, sino la de Cristo, quien (Él mismo) ha dicho: "Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado". Jesús mandó a Pedro confirmar a sus hermanos en la fe, no promover un nuevo modelo de Iglesia.

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Creo que por expresar mi opinión sobre sus escritos no soy menos tolerante ni abierto ( tampoco voy de tolerante- no me gusta esta palabra, me pasa como al papa- ni de abierto por la vida). Simplemente me gusta el debate, el contraste de opiniones y la defensa de aquellos valores en los que creo.

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DIG: Basado en mi experiencia, creo que por lo general los progresistas son más proclives que los conservadores a pensar en base a eslóganes, y a fijarse más en quién dijo algo que en lo que dijo. Hace unos días, en este mismo blog, cité aprobatoriamente a Karl Rahner, pero no por eso nadie me acusó de tendencias progresistas; pero ahora he citado a Romano Amerio, y reaccionaste frente a ese nombre (no a sus palabras) como movido por un resorte.

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La última frase, sin errata, dice así: Y así un día tras otro, se lea al blogger que se lea.

Me refiero en que son ya varios los bloggers de infocatólica los que se dedican a criticar al papa un día sí y otra también sin mencionarlo expresamente.

Pues eso es todo, muchas gracias por su paciencia y por mantener este debate que en ningún caso merma el respeto personal que le tengo.


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DIG: Yo no me dedico a criticar al Papa Francisco. Escribo sobre temas religiosos que me parecen más o menos importantes o urgentes. Y lo hago tratando de defender y promover la doctrina católica, de presentar buenos argumentos y de no atacar personalmente a nadie (aunque a veces sí criticando las ideas de otros). No veo por qué eso habría de molestar a ningún católico, mucho menos al Papa.

Gracias por tu expresión de respeto personal, que retribuyo de buen grado.
13/12/15 11:01 PM
  
Francisco de México
Antonio1:

Todos queremos ser misericordiosos, lo que no queremos es ser misericor-DIOSES y sentirnos superiores a Él y cambiar las enseñanzas de Cristo en aras de una falsa misericordia.
14/12/15 8:55 AM
  
Juan Argento
"una tendencia a la desvalorización radical del conocimiento y a la desvinculación del bien con respecto a la verdad"

Lo más ridículo de esa tendencia es que en el ámbito temporal causaría resultados desastrosos. Por ejemplo, invitar a comer pastas a un diabético, actuando como si el deseo de que esa comida le haga bien permitiese no tener en cuenta que es un alimento inapropiado para esa persona.
15/12/15 1:07 PM
  
Alejandro Galván
Comparto con el Sr. Daniel su orientación: se discuten y razonan los argumentos, no las personas. Obviamente, el conocer el caracter del autor ayuda a interpretar su idea expresada, pero no la prejuzga.

Que los lefevristas, filos-varios y meta-pseudo-psede-vacantistas tengan predilección por el filósofo Romano Amerio no lo transforma en un apestado, ni en alguien "inusable". Un poco de abertura de horizontes mentales, por favor.
21/12/15 3:09 PM

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