7.01.10

Dos fallecimientos

No es la finalidad de este blog hacer necrológicas. Pero, a veces, vienen a cuento. Esta mañana he estado en el funeral, celebrado en la Catedral de Tui, por un canónigo que había sido – en mis años de Bachillerato – mi profesor de Historia. Un hombre exuberante, generoso en kilos, en palabras y en bondad.

Recuerdo nuestra malicia de estudiantes. Se esforzaba Don José – así se llamaba – por explicarnos qué era un escorzo. Se trataba, nos decía, de una característica de la escultura barroca. Un alumno, que lo había entendido a la primera, pidió más explicaciones: “Don José, no acabo de entenderlo. Si pudiese usted hacerlo…”. Y Don José, con toda su humanidad, encaramado en la tarima del profesor, simuló un escorzo, emulando casi al Laooconte. No hace falta explicar que con gran regocijo de toda la clase. Él sabía, sin duda, de las aviesas intenciones que animaban la petición. Pero no le importaba hacernos reír. Un punto a su favor.

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5.01.10

Principio de no contradicción

Según un principio clásico, llamado de “no contradicción”, una proposición y su negación no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido.

Si yo digo que “el aborto es un derecho” y mantengo que esa proposición es verdadera, no puedo decir, a la vez y en el mismo sentido, que “el aborto no es un derecho”. Si en lugar de la palabra “aborto” utilizo un subterfugio, el principio en cuestión sigue siendo conculcado.

Los llamados “Cristianos socialistas”, o, como mínimo, algunos de ellos, se empeñan, día sí y día también, en desafiar la Lógica. Y, sin duda, el Cristianismo. Si desafían o no el socialismo, ni lo sé ni me importa.

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Hemos visto salir su estrella

Homilía para la solemnidad de la Epifanía del Señor.

“Hemos visto salir su estrella, y venimos a adorarlo”, dicen los Magos (Mt 2,2). Los astros que, para los hombres de la Antigüedad representaban poderes temerosos, amenazantes, se convierten ahora en guías que anuncian el nacimiento de Cristo. La estrella que siguen los Magos conduce a Jesús, la verdadera Estrella de la mañana (cf Ap 2,28). En Él brilla la gloria del Señor, su luz atrae a todos los pueblos, su resplandor hace caminar a los reyes (cf Is 60,1-6).

Podemos ver en la estrella un signo de la gracia de Dios, de la acción del Espíritu Santo, que “prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo” (Catecismo, 737). El hecho exterior de la revelación divina va acompañado de un hecho interior, de una actuación oculta de la gracia, que se adelanta y que nos ayuda, que mueve el corazón y que abre los ojos del espíritu. Y esta acción de la gracia es universal, llega a todo hombre de buena voluntad, también a los paganos. Como los Magos, todo hombre que busca a Dios tiene, debemos creerlo así, la posibilidad de encontrarlo.

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4.01.10

Apuntes para la celebración de la Epifanía

En la tradición occidental, se asignó a la fiesta de la Epifanía la consideración de tres misterios de la vida de Cristo: la adoración de los magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná.

Un aspecto domina sobre cualquier otro: la universalidad de la salvación realizada en Cristo. Todos los hombres – también los gentiles - están destinados a la salvación, a ser hijos adoptivos de Dios: “Hoy has revelado en Cristo – dice el prefacio de la Misa – el verdadero misterio de nuestra salvación; pues al manifestarse Cristo en nuestra carne mortal, nos hiciste partícipes de la gloria de su inmortalidad”.

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