Lo “mío” y lo “suyo”
La Cuaresma es una especie de combate entablado entre lo “mío” y lo “suyo”. Entre lo que me pertenece a mí y lo que no puede pertenecerme sin que Otro me lo dé.
El hombre no puede tener lo suyo como suyo sin recibirlo como don: No se puede decir “que en lo nuestro seamos totalmente nuestros”, decía Blondel en su Carta sobre Apologética.
Esta dialéctica entre lo que más necesito y lo que, sin embargo, no puedo darme a mí mismo, aparece perfectamente reflejada en el “Mensaje” de Benedicto XVI para la Cuaresma. Un mensaje que se puede resumir en una frase: El hombre necesita a Dios, necesita, como algo muy propio, la gracia de Dios.