Mayo en el blog: Una promesa y una sabia recomendación
Ángel me ha hecho llegar una nueva aportación para esta serie. De carácter testimonial. Evoca, con sencillez y con afecto, la estancia en un colegio religioso. Y recuerda una sabia recomendación de un sacerdote: Rezar, todos los días, el “Ave María". No es un mal consejo, aunque, a veces, el sueño impida terminar la oración.
Una promesa y una sabia recomendación
Escrito por Ángel
Por una serie de acontecimientos familiares que no me es dado revelar aquí, fue apoderándose de mí una idea que, a medida que ocurrían esas vicisitudes, iba creciendo en mi cabeza y en mi corazón.
Tenía yo once años, si hubiera pedido consejo sobre mis intenciones me lo hubieran prohibido - ¡estos niños tienen unas ideas…! - . Pero ese niño, al cabo de los años lo confirmo, era plenamente consciente del paso que iba a dar.
Era mediodía, yo solo, en el comedor principal de casa me planté ante Dios y, solemnemente, hice una promesa para toda mi vida.
Pasaron tres años, me enfrentaba al final de curso con su reválida correspondiente, y, ante el convencimiento del suspenso que me esperaba, mi buen padre me ofreció un viaje si aprobaba curso y reválida.
Al colegio yo asistía gratis total y esta gratuidad la ganaba durante los veranos atendiendo teléfono, puerta o haciendo recados. Los Sacerdotes de la comunidad se desvivían conmigo, éste me enseñaba la belleza de la cristalografía, aquél me imbuía de devoción eucarística, el otro me enseñaba a resolver crucigramas y el de más allá se empeñaba en explicarme como funcionaba una radio superheterodina de cinco válvulas. Fueron veranos inolvidables, todo el colegio para mí solo.