¿Qué significa creer?
La fe es la respuesta del hombre a la revelación divina (cf Dei Verbum 5). Dios ha querido comunicarse a sí mismo, darse a conocer, para invitar a los hombres a participar de la vida divina. La revelación, que tiene su punto de partida en la misma creación y que se ha ido desplegando en la historia de la salvación, encuentra su centro y plenitud en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. A través de la mediación de la Iglesia, la revelación divina llega a nosotros.
Creer a Dios significa escuchar y obedecer. Escuchar a Dios, oír su palabra. La escucha es posible porque la predicación de la Iglesia hace resonar de modo vivo, hoy, en el mundo, la palabra de Dios. San Pablo recuerda que “la fe viene de la predicación, y la predicación, a través de la palabra de Cristo” (Rm 10,17). Pero, en la fe, la escucha se convierte en obediencia, en sumisión libre a la palabra escuchada y en abandono a Dios que se revela.
En el creer se entrecruzan el asentimiento, la confianza, la obediencia y la entrega. Estas actitudes las vemos reflejadas en los grandes modelos de creyentes que nos presenta la Sagrada Escritura. Por ejemplo, en Abraham, que no se limitó a escuchar lo que Dios le comunicaba, sino que, inmediatamente, lo puso en práctica: “Por la fe, Abrahám obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba” (Hb 11,8).
En la Virgen María se unen, igualmente, la escucha y la obediencia. A las palabras del ángel, que le transmiten lo que Dios espera de ella, contesta con un asentimiento obediente: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Por eso, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “la Virgen realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe”.
Solamente Dios, que es nuestro Creador y nuestro Señor, puede pedir una entrega tan plena y absoluta, un acto de expropiación de uno mismo motivado por el reconocimiento hacia Él, por la adoración a Él. En realidad, en el sentido teológico del término, el creer está dirigido únicamente a Dios. No sería sensato depositar una fe semejante en una criatura.