InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Abril 2016, 27

27.04.16

Las exequias y los mariachis

Hoy ha sido noticia – se ve que, según convenga, cualquier cosa puede ser noticia – que un sacerdote, en la celebración de las exequias cristianas de un difunto, mostró su desacuerdo con que, en el cementerio parroquial – subrayo, parroquial - se entonase, casi como “último adiós” al finado, un célebre “mariachi”, una canción que dice, entre otras cosas: “Con dinero y sin dinero/ hago siempre lo que quiero/ y mi palabra es la ley/ no tengo trono ni reina/ ni nadie que me comprenda/  pero sigo siendo el rey”.

Las exequias cristianas son una celebración litúrgica de la Iglesia. El Ritual de Exequias contempla tres lugares importantes en esa celebración: la casa, la iglesia y el cementerio. Pero una coherencia esencial vincula lo que se dice, lo que se reza y lo que se canta en estos tres lugares: “Los diferentes ritos de las exequias expresan el carácter pascual de la muerte cristiana”, nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica.

La muerte cristiana no es la proclamación de la realeza de nadie en concreto, sino solo de la realeza de Cristo, que por su Pascua, por su paso, a través de la muerte en la Cruz, de este mundo al Padre, nos ha abierto la posibilidad de la vida eterna.

No todo lo que es bueno, o aceptable, es apto para una celebración sagrada – dedicada a Dios y a la relación del hombre con Dios - . No es malo compartir con los amigos unas raciones de jamón serrano con un buen vino. Pero esa actividad, que no es mala en sí misma, sería como mínimo inapropiada – por no decir sacrílega, que lo sería – si la mesa del festín fuese el altar.

La liturgia exequial – en la casa, en la iglesia y en el cementerio parroquial – nos sitúa ante Dios, ante la intercesión ante Dios por el destino final del que se ha muerto. Banalizar esto; hacer intrascendente el momento más decisivo de la propia vida es, creo, una mala opción.

Ante la muerte de alguien - de un ser querido, con mayor motivo - lo de menos son los mariachis. Lo de más es la oración y la intercesión - que es una forma de oración -.

Si alguien se enfada porque en una liturgia exequial no quepan los mariachis es que algo, y muy grave, falla. Falla el sentido de lo sacro. Falla la labor evangelizadora de la Iglesia. Falla el hacer pensar que es aceptable pasar, automáticamente, de lo sentimental a lo serio, de lo subjetivo a lo objetivo, del capricho a la voluntad de Dios, que está por encima de nuestros caprichos.

Ningún creyente puede decir que “su palabra es la ley”. Muchas cosas nos preceden: La ley de Dios, las normas morales, el Evangelio… No somos la medida de todas las cosas; más bien, hemos de dejarnos medir por aquello que nos supera y nos trasciende.

Leer más... »