InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Junio 2015

28.06.15

La pesada amenaza del terrorismo islamista

Matar sin discriminación, como hacen los terroristas, es, si cabe, especialmente contrario a la justicia. Ayer ha habido víctimas en Francia, en Túnez, en Kuwait y en Somalia. Las seguirá habiendo, por desgracia, aunque no sepamos de antemano ni cuándo ni dónde.

A la vez que se producen esas acciones terroristas se siguen perpetrando gravísimos atentados – también terroristas, en el fondo -  contra civiles, como en Siria o en Iraq y en otros países.

La amenaza del mal llamado “Estado Islámico” está ahí, y nos recuerda cada día su presencia y su poder destructivo. Y somos muchos los que nos preguntamos si lo que se está haciendo para frenar esa barbarie es suficiente o no. Si vemos los resultados, parece a todas luces que no se hace lo suficiente.

¿Qué busca esta gente? ¿Escalar todas las cimas de la perversidad humana hasta llegar a ser considerados como interlocutores políticos, capaces de negociar sus planes? No lo sabemos.

Algunos dicen que el terrorismo “funciona”. Es decir, que llegar hasta el extremo en la maldad permite lograr ser considerado como un adversario fuerte con el que hay que dialogar y pactar.

Lo que sí sabemos es que los cristianos, y no solo ellos, aunque ellos quizá en primer lugar, están siendo masacrados.

“La comunidad internacional debe enfrentar y combatir este peligro [el terrorismo islamista]  para la humanidad entera, sin lavarse las manos o peor, tratando de circunscribirlo a regiones lejanas de sus propios países: los muertos ya son de diversas nacionalidades y Europa, como América, se convirtieron en el objetivo casi cotidiano”. En este diagnóstico coinciden la Universidad sunnita de Al-Azhar y el mismo Vaticano.

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25.06.15

Total apoyo al Cabildo de Córdoba

Parece que, para algunos, todo vale. La operación de acoso a la Iglesia Católica con algunos pretextos, falsos, es digna de ser denunciada públicamente: que si el IBI, que si las inmatriculaciones, que si el dinero que financia a Cáritas…

Este último punto es de lo peor: solo mencionan, los que acusan, la cantidad que del presupuesto anual de la Conferencia Episcopal Española se destina a Cáritas, silenciando que las Cáritas parroquiales se financian al cien por cien con fondos eclesiales (parroquiales), y, asimismo, casi, las Cáritas diocesanas.

Es la ceremonia de la confusión, del engaño. Lo mismo con las famosas “inmatriculaciones” de bienes. Silencian que hasta hace nada, hasta 1998, la Iglesia Católica no podía registrar sus propiedades. Pero no poder ir al Registro no significa, en absoluto, que no pudiese acreditar su propiedad.

Y lo del IBI es otro mantra, cansino y falso. Hablan solo de la Iglesia, y se olvidan de la ley del mecenazgo, y de las exenciones de ese impuesto que afectan a muchas otras entidades: partidos, sindicatos, etc.

Ya lo de Córdoba, lo de su catedral, roza lo esperpéntico. Que la catedral de Córdoba es de la Iglesia no lo dudan ni ellos, los que acusan. Lo saben de sobra. Pero les da igual: Miente que algo queda. Miente y conseguirás, si tienes el poder, que tu mentira parezca verdad.

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22.06.15

La fe no se reduce a la ética

Hubo tiempos, muy kantianos, en los que quizá colaba la reducción de la fe y del compromiso a la ética, al “obrar de tal manera que la máxima de tu conducta pueda ser convertida en máxima universal”.

Pero esa reducción ética del cristianismo no es, realmente, cristiana. La fe no es solo ética, aunque la incorpore como un elemento propio. A Kant, tan ético, también le sobraba, por sobrar, el dogma de la Trinidad. Nada práctico se podía sacar de ese dogma, argumentaba.

Yo no negaré que esos esfuerzos kantianos han contribuido a mostrar la racionalidad de la moral cristiana, que es, a lo que se me alcanza, la moral más racional del mundo. Pero no llega con eso.

El Cristianismo es, ante todo, novedad. Es algo nuevo, algo que viene de “fuera”, en cierto modo, aunque eso que viene de “fuera”, de más allá de nosotros, responde perfectamente a lo que, en el fondo, viene también de “dentro”.

Es decir, los cristianos estaríamos, en cierto modo, dispuestos a ser kantianos. Pero no viceversa.

Y la ética sola, la ética sin fe, no me convence. Para que todo coincida hace falta algo más que ética y algo más que teología: “Religión, religión”, y lo digo sin secundar del todo a Unamuno en su “San Manuel Bueno, mártir”.

La fe es un todo, es holística, es sintética. Mira al todo y a la unidad. La fe es, teniendo en cuenta todas nuestras deficiencias, profesar la verdad revelada, tratar de vivirla, celebrarla y orar en conformidad con la misma.

Yo no creo que el hombre se redima a sí mismo. El Único que redime es Dios, si quiere hacerlo, y lo ha hecho.

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18.06.15

El cuidado de la casa común

Ha tenido una enorme resonancia mediática la publicación de la encíclica LAUDATO SI’ del Papa Francisco. Hoy todo el mundo está preocupado por los problemas de la ecología; por las relaciones de los seres vivos entre sí y con el entorno, así como de la defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente.

El Papa no parte de cero, sino que se remite a una ya amplia tradición que, en los últimos años, ha conocido las contribuciones de San Juan XXIII, del beato Pablo VI, de San Juan Pablo II  -defensor de la ecología humana -  y de Benedicto XVI, quien recordó, con enorme coherencia, que el hombre es espíritu y libertad, pero también naturaleza.

Francisco se hace eco de lo que, sobre este tema, se piensa, mayoritariamente, en el ámbito científico y social, así como en otras comunidades cristianas y religiosas. Es una encíclica ecológica, sí, pero también ecuménica, universal, que se extiende a todo el orbe. Es muy significativo que cite, tan ampliamente, al Patriarca de Constantinopla Bartolomé I.

¿El gran inspirador del texto papal? Es, sin duda, San Francisco de Asís: “En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior”. Un santo que no olvidaba el origen común de todas las criaturas.

La naturaleza es un libro en el que Dios nos habla y que nos recuerda que “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza”.

El Papa Francisco no es un conformista; se apunta al cambio a favor de un desarrollo sostenible e integral: “La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”.

Y en esta preocupación por el cambio todos estamos implicados, de modo significativo los jóvenes: “Necesitamos una solidaridad universal nueva”.

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16.06.15

Profanar

La profanación tiene que ver con el uso indebido de lo sagrado. Y lo sagrado, lo que está relacionado con el culto a Dios, merece, sobre todo, respeto. Quien profana un espacio sacro no solamente ofende a los creyentes – que, obviamente, lo hace -, sino, y eso es peor, ofende a Dios mismo.

El Catecismo de la Iglesia Católica, al tratar sobre el primer mandamiento de la ley de Dios, habla de la irreligión y señala los principales pecados que brotan de esa actitud de fondo – es decir, de la falta de religión, de la virtud que mueve a dar a Dios el culto debido - : la acción de tentar a Dios – intentando poner a prueba su bondad y su omnipotencia - , el sacrilegio – que consiste en tratar indignamente las realidades consagradas a Dios – y la simonía – la compra y venta de lo espiritual -.

Todo sacrilegio es malo. Pero hasta en el mal hay grados. Insultar a otro está mal; matarle es peor. Pero dentro de esa escala del mal, en el sacrilegio lo peor de lo peor es el trato indigno contra la Eucaristía. Y la razón de esta gravedad extrema radica en que en este Sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente sustancialmente.

Es evidente, creo, que la secularización lleva, de hecho, a la irreligión. Hay algo sano en la secularización, si se entiende por tal el intento de defender la autonomía de lo secular frente a lo eclesiástico. O, dicho de otro modo, es sano evitar la teocracia, como lo es huir del cesaropapismo. La doctrina católica es, en esto como en otras cosas, muy equilibrada. Se distingue entre fe y razón, entre Estado e Iglesia, entre lo terreno y lo celeste.

Pero la doctrina católica es, asimismo, enemiga de la separación, de la falta de síntesis - de la composición de un todo por la reunión de sus partes - . Y es que, entre otras razones, la realidad es sintética; es variada, sí, pero es una, también. En términos metafísicos podríamos decir que la esencia distingue y que el ser une.

El dogma cristológico – pensemos en el concilio de Calcedonia – marca una pauta de la que no podemos prescindir: Cristo es uno, pero esa unidad no elimina la diferencia de lo divino y de lo humano, “sin mezcla ni confusión”.

La justa insistencia, por parte de la enseñanza católica, en la distinción, en la relativa autonomía de las cosas creadas, no debería llevarnos a convertir esa relativa autonomía en absoluta y total independencia.

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