No “Padre”, sino “Don”

No “Padre”, sino “Don”

 

No deja de ser una tontería este post. No tiene la menor importancia lo que voy a decir. Pero, a pesar de todo, noto que se emplea cada vez más para referirse a un sacerdote secular – como es mi caso – el tratamiento de “padre”, en lugar del tratamiento, más tradicional entre nosotros – hablo de España – , de “don”. Es verdad que yo soy del siglo pasado – el XX - , pero jamás he tratado de “padre” a mi párroco, o a mis profesores del Seminario, salvo que fuesen religiosos; es decir, que hubiesen profesado en alguna Orden: Agustinos, Carmelitas, Jesuitas, etc.

Desconozco el motivo por el cual a los sacerdotes de una Orden religiosa se les trata de “padres”. Quizá sea para distinguir entre “padres” – los que han recibido el sacramento del Orden – y “hermanos” – aquellos que, habiendo profesado en esa Orden, no han recibido la Ordenación sacerdotal - .

Pero, a los curas seculares, se nos ha tratado de “don”, no de “padre”. Para ser más exactos, de “Reverendo Señor Don”. O, si uno es canónigo, se le llama: “Muy Ilustre Señor Don”. Y hasta a los obispos y arzobispos: “Excelentísimo Señor Don”. O a los cardenales: “Eminentísimo Señor Don”.

Creo que la generalización del tratamiento de “padre” a todos los sacerdotes debe de provenir de los EEUU. Ahí hablar de “father” equivale, sin más, a referirse a un sacerdote. Eso es habitual en América – incluso en la América hispana - , o en los países de habla inglesa, no aquí, en esta patria nuestra.

Ya digo que es un tema menor. Hay una paternidad espiritual de los sacerdotes, es cierto. No está mal que nos llamen “padres”, pero, no obstante, sigo prefiriendo el título de “don”. Un sacerdote secular no es un religioso. No ha hecho votos. No ha salido del mundo, sino que está en medio de él. Como sacerdote, sin duda, pero también como parte del “siglo”, en lo que en el “siglo” no equivale a alejamiento de Dios.

Estamos en el mundo, no hemos dejado el mundo, aunque no debemos ser mundanos. Ya ha pasado a la historia, eso creo, una especie de complejo de inferioridad del cura secular ante el sacerdote religioso. Casi como, si para ser personas espirituales, hubiese que profesar en una Orden. O para ser intelectuales.

Eso se ha acabado. Los religiosos – y los sacerdotes religiosos – son un bien enorme para la Iglesia. Todos, los que hemos recibido el sacramento del Orden, somos sacerdotes. Pero no me disgusta que me llamen “don” en vez de “padre”, aunque este último tratamiento no me moleste.

En el Ejército no se hacían esas diferencias. Al cura le llamaban “páter”, sin más matices. 

Al principio del ejercicio de mi ministerio, alguna personas, ya muy mayores, me llamaban “señor abad”. Me encantaba. Era una especie de tributo a lo que el monacato aportó a la evangelización de Galicia.

Repito, es un post en tono menor, un “divertimento”. Sin mayor trascedencia. Pero, al cura, si no es religioso, se le trata de “don”. Y, cuanto menos tuteos, mejor. No está de más, nunca, el usted. ¡Será que soy del siglo XX !.

Guillermo Juan Morado.

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