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30.05.17

La predestinación según Mons. Víctor Fernández (II)

InfiernoContinuamos analizando la tesis de Mons. Víctor Fernández en FERNÁNDEZ, Víctor, “ROMANOS 9-11. Gracia y predestinación”, en Teología, XXXII, 65, 1995-1, pp. 5 – 49, Buenos Aires. 

1)    Dios Autor de las penas del Infierno.

Fernández niega la afirmación del Concilio de Valence según la cual Dios predestina la pena de los condenados:

“De hecho, el nuevo Catecismo de la Iglesia, habla más bien de una “autoexclusión de la comunión con Dios", y niega la predestinación al infierno: “Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra ‘infierno’ ” (CEC, 1.033). Dios no predestina a nadie a ir al infierno; para que esto suceda es necesaria una aversión voluntaria de Dios (un pecado mortal) y persistir en ella hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles la Iglesia implora la misericordia de Dios, que ‘quiere que nadie perezca y que todos lleguen a la conversión’” (CEC, 1.037; 2 Pe. 3, 9). Si la pena del infierno es fundamentalmente la “separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad (CEC, 1.035), entonces no parece atinado distinguir mucho la pena de la misma condena. Por eso, si hablamos de “querer” de las penas, podemos dar a entender que Dios “quiere” la condenación y la predestinó.” (pp. 31 - 32)

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12.05.17

La predestinación según Mons. Víctor Fernández (I)

Todos aprobadosComentamos en lo que sigue el artículo de FERNÁNDEZ, Víctor, “ROMANOS 9-11. Gracia y predestinación”, en Teología, XXXII, 65, 1995-1, pp. 5 – 49, Buenos Aires. 

Nos vamos a ocupar solamente de los conceptos fundamentales de un artículo que en sus afirmaciones de detalle daría para esclarecimientos mucho más abundantes.

En este “post”, en particular, nos ocuparemos solamente de algunos aspectos de la tesis de Mons. Fernández, que se puede articular, pensamos, en los siguientes momentos:

1)    Es más probable que todos los hombres estén predestinados a la salvación y todos los hombres se salven.

“En primer lugar, creo que todo lo que vimos permitiría decir que es improbable que algunos no estén efectivamente predestinados a la salvación, que haya algunos no elegidos para que de hecho se salven. Creo más bien que hay que sostener la “posibilidad” cierta de la salvación de todos en este plan concreto de salvación; aunque, “de potentia Dei absoluta", Dios es infinitamente libre para obrar de otro modo en algunos casos. Esto nos impide tener una certeza infalible de nuestra salvación, y nos motiva a una vida cristiana seria y fiel.” (p. 45)

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