¿Un "dios" voluble?

CreatividadEn la zona de comentarios a uno de mis “posts” fue recibido el que publico a continuación, sobre el cual quiero reflexionar como ejemplo perfecto de hasta dónde pueden llegar los efectos de la propaganda de la “misericordia” sin una elemental formación en la verdad de la fe, y de una serie de errores y horrores teológicos lamentablemente muy comunes en estos días. Todos los subrayados en negrita son míos.

“La Iglesia es Madre y me alegra que como Madre siempre nos busque. Todos somos en cierto modo ovejas perdidas que necesitamos ser encontradas por el Señor. Esta es la Misericordia de Dios que sale al encuentro del pecador. Dios por medio de su representante en la tierra, con AL y por su mayor atributo sale al encuentro de la realidad de muchos hombres y mujeres que viven en situaciones irregulares respecto al matrimonio. Dios al encarnarse por amor a la humanidad, para salvarnos, se sobajó. Al que no conoció pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros. Me parece que Dios siempre buscará la forma de que aprovechemos la Redención y realmente Dios es muy creativo para lograrlo. Recordemos cómo creó el plan de Salvación después de la primer caída y que nos trajo tanta enfermedad y fragilidad que nos lleva a vivir lo que vivimos ahora. ¿No es realmente creativo su plan? Creó hacerse hombre, encarnarse, tomar nuestra naturaleza para desde lo más bajo, unido a nuestra humanidad, rescatarnos y elevarnos. Y nos deja como ayuda indispensable los Sacramentos. Si un sacerdote con autorización del Papa para discernir y acompañar, otorga el permiso de comulgar a alguien, es Cristo mismo quien le ha otorgado el poder de hacerlo. La Eucaristía es un Sacramento otorgado por el mismo Dios en donde El decide quedarse para que, en su donación y unión con nosotros nos vaya transformando en El, La Eucaristía nos alimenta, nos da fuerza…Me pregunto: ¿No podrá Dios seguir siendo creativo y hacer con El mismo lo que El quiera para seguir salvándonos? El mismo Dios quien dio su vida por todos y que no quiere que ninguno nos perdamos, ese mismo Dios que se encarnó en la humanidad, es Quien está en la Eucaristía ofreciéndose una y otra vez por nosotros pecadores. ¿No podrá El acaso seguir siendo creativo y buscando cualquier cosa para que nos alimentamos de Su Sacrificio y para transformaron en El? ¿Qué no es El dueño de Sí mismo? ¿qué no puede El inspirar formas creativas en Su Representante para ayudarnos a todos los pecadores? ¿Quienes somos nosotros para cuestionar lo que inspira a su representante en la tierra? Tal vez esta controversia es muy buena, porque si con esto, los ojos del mundo y sobre todo los ojos de tantos hermanos que viven situaciones difíciles, situaciones irregulares, ven lo que Dios quiere hacer por ellos y que quiere que se acerquen a su Madre la Iglesia, que se sepan acogidos y no rechazados, amados y no marginados, muchos se animarán nuevamente a acercarse a recibir la Salvación del Unico que tiene derecho a juzgar pues es el Unico que saber ver hasta el fondo cada caso y cada corazón. Por otro lado, deberíamos estar alegres por la gran Misericordia de Dios Padre que siempre buscará la forma que aprovechemos la Redención. Además estar alegres porque El, sabiendo nuestra gran fragilidad y debilidad humana, se queda en la Eucaristía para que alimentándonos de El mismo, nos dejemos fortalecer y transformar en El. ¿Qué no es salvarnos su plan? ¿No deberíamos desbordar de alegría por la gran Misericordia de Dios? ¿Qué acaso no queremos también nosotros que todos-todos nos salvemos? ¿No deberíamos hacer fiesta y estar felices por esta buena noticia para nuestros hermanos en situaciones irregulares? ¿No compartimos entonces los mismos sentimientos y pensamientos de Dios? ¿No somos compasivos como el Padre? Creo que en el Año de la Misericordia Dios nos llama precisamente a esto: MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE. Que Dios nos ayude a todos y nos otorgue la gracia de cambiar nuestro corazón de piedra por un corazón de carne.”

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Se parte aquí de un error básico, que es creer que tras la caída del hombre Dios cambió su plan, creó, ideó, algo nuevo.

Como que a último momento, un imprevisto obligó a Dios a hacer un remiendo en su plan, y decretó la Encarnación y la Redención.

Lo cual implicaría que en la primera formulación de ese plan habría habido, lamentablemente, una cierta falta de previsión o incluso alguna incapacidad para la misma por parte del Omnisciente.

El plan de Dios es eterno e inmutable como Dios mismo, porque Dios es Perfecto, y el que es Perfecto no necesita ni puede cambiar, porque en nada puede mejorar.

Dios lo sabe todo, y lo sabe todo desde siempre, porque carecer por un solo instante de un conocimiento cualquiera es una imperfección, imposible en el Perfectísimo.  

El argumento citado al comienzo supone que Dios es un ser temporal, que puede cambiar y va cambiando, cuando en realidad la Eternidad divina no es un tiempo sin comienzo ni fin, sino un eterno Presente sin tiempo, sin antes, sin después, sin sucesión.

Y eso es así porque el tiempo surge del cambio, y Dios no cambia, por lo dicho: a la Perfección no se le puede agregar nada, y si pudiese perder algo,  no sería la Perfección.

Aun suponiendo que  Dios pudiese haber ideado eternamente otro plan mejor que el actual, que en todo caso es una entre la multitud de opciones de que dispone la Voluntad divina respecto del hombre, ésa habría sido su elección eterna, y por tanto, la que eternamente habría considerado elegible entre todas, y es claro que esa elección divina no puede ser fallida ni por tanto sustituible por otra, una vez realizada.

Respecto de lo creado y contingente Dios puede elegir esto o aquello,  e incluso en la hipótesis de que hubiese podido elegir algo mejor que lo de que de hecho elige, tampoco puede equivocarse en la elección realizada, de modo que luego tenga que retractarla.

Y en definitiva, la elección divina es Inmutable como Dios mismo, porque en virtud de la Simplicidad divina, se identifica realmente con el mismo Dios, ya que si se distinguiese de Dios, esa elección debería ser algo finito, imperfecto, algo que no puede haber, obviamente, en Dios.

En el Perfecto todo es Perfecto, y por tanto, idéntico al Perfecto. Que por eso mismo, como se ha dicho ya, no cambia ni puede cambiar.

Como dice en Números 23, 19:

“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”

Y Malaquías 3,6:

“Porque yo, el SEÑOR, no cambio; por eso vosotros, oh hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.”

Y Gálatas 1, 8:

“Mas aun si nosotros ó un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema.”

Y Hebreos 13, 8

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”

Y Santiago 1, 17:

“Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces en quien no hay cambio ni sombra de variación.”

Desde toda la Eternidad Dios ha previsto la caída de Adán, porque primero la ha permitido, que sin eso no habría sucedido. Y la ha permitido, desde la Eternidad, porque desde la misma Eternidad ha decretado también rescatar a la humanidad caída por la Encarnación, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios.

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Además hay aquí un error sobre la Omnipotencia divina que es muy común en estos tiempos nuestros de nominalismo filosófico la mayoría de las veces inconsciente, y sentimentalismo “misericordista”.

TodopoderosoLa Omnipotencia divina no incluye la capacidad de hacer lo contradictorio. Dios no puede ser “creativo” en el sentido de volverse malo, o dejar de existir, o dejar de ser Santo, o dejar de ser Amor, o dejar de ser Dios, dejar de ser Infinito, Omnipotente, etc.

Dios “no puede” hacer ninguna de estas cosas (Santo Tomás dice que es más apropiado decir que la cosa en cuestión no puede ser hecha, pues es contradictoria, y con eso se muestra que el defecto no está en el Poder divino sino en la cosa misma contradictoria que se pretende que Dios haga), porque implican contradicción, y por eso Santo Tomás define la Omnipotencia divina como “la capacidad de hacer todo aquello que no implica contradicción”.

Si nosotros no somos Omnipotentes, no es porque Dios pueda hacer el círculo cuadrado y nosotros no, sino porque hay una infinidad de cosas que, a diferencia del círculo cuadrado, no son contradictorias en sí mismas, y por tanto, Dios puede hacerlas, y nosotros no podemos hacer.

La libertad es la capacidad de elegir entre bienes finitos, contingentes. No existe la capacidad de elegir  respecto del Bien Necesario e Infinito conocido evidentemente como tal. Por eso Dios se quiere y se ama necesariamente a Sí mismo, y es libre respecto de las creaturas: de crearlas o no, de permitir su pecado o no, de ofrecerles el perdón y la redención, si pecan, o no.

Y es que si por absurdo e imposible pudiese Dios hacer esas cosas, entonces la misma palabra “Dios” perdería todo sentido, porque entonces Dios podría, si quisiese, ser torturador, delincuente, perverso, maligno.

Podría dejar de existir y hacer que el mundo siguiese existiendo sin Él, dando así la razón a los ateos, podría hacer que Él mismo hubiese comenzado a existir en algún momento del pasado, saliendo de la nada.

Podría hacer que dos más dos fuesen cuarenta y cinco, de modo tal que las matemáticas debiesen ser consideradas como una curiosidad artística.

Podría decretar mañana, y hacérnoslo saber mediante una nueva Revelación pública, a pesar que de que ya ha revelado en Cristo que no habrá otra hasta la Parusía, que en adelante el incesto, el sacrilegio, la violación y el sadomasoquismo serán las virtudes morales fundamentales y que las tres virtudes teologales en adelante serán la herejía, la indiferencia ante el sufrimiento de los demás, y la desesperación.

Y podría, entonces sí, elevar el Sacrilegio Eucarístico al grado de acto supremo de culto en su Iglesia, prometiendo el más elevado grado de gloria en el Cielo a los que se hubiesen atrevido en la Tierra a profanar su Cuerpo Santísimo haciéndolo entrar en sus almas dominadas, mediante el pecado mortal, por el Príncipe de este mundo y convertidas así en cuevas de demonios y depósitos de toda clase de inmundicias.

Un “dios”, no ya que hiciese, sino que sólo pudiese hacer esas cosas, simplemente no es Dios. Porque la capacidad de hacer algo malo ya es en sí misma una imperfección, y no puede darse, por eso, en el Perfectísimo.

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Por eso no sirve de nada decir “puede, pero como es Dios, y es Bueno, no quiere”.

Porque entonces estamos haciendo depender todo eso de la sola Libertad divina, y entonces ¿cómo sabemos que no ha querido libre y soberanamente optar por esas cosas horrendas?

¿Porque en la Revelación en Cristo nos lo ha dicho? ¿Y cómo sabemos, en ese planteo, que desde entonces Dios no ha cambiado libre y soberanamente de opinión? ¿Que no se ha puesto “creativo” al respecto?

“Porque se ha comprometido” ¿Ante quién? ¿Hay alguna instancia o tribunal superior al que Dios deba dar cuenta y ante el cual sea responsable?

“Ante sí mismo” ¿Eso quiere decir ante su Libertad soberana y no sujeta a ninguna instancia distinta de ella misma, es decir, de lo que ella quiera o deje de querer?

No hay caso, si asignamos a la Voluntad divina el poder de pasar por encima del principio de no contradicción y de las leyes necesarias del ser y de las esencias de las cosas, entonces la misma Fidelidad divina a las divinas Promesas se vuelve algo condicionado e hipotético, dudoso y dudable en definitiva.

Porque si no hay nada por encima de la Libertad, no hay nada por encima de la Libertad, y punto.

Si no hay nada que Dios no pueda hacer, incluyendo lo contradictorio, entonces también puede desdecirse de sus Promesas y rectificar la Verdad revelada por Él mismo.

Y entonces ¿cómo sabemos que sigue siendo Amor y que sigue siendo Misericordioso?

¿Cómo sabemos que sigue pensando lo que nos reveló hace dos mil años y que sigue comprometido con la Iglesia que fundó en aquel tiempo?

Hablando a lo loco ¿cómo sabemos que en el entretanto no ha optado libre y soberanamente por la Justicia implacable y rigurosa, que no da lugar ni al arrepentimiento ni al perdón?

¿O peor aún, por gozarse en el sufrimiento y la condenación eterna de todas sus creaturas racionales?

“Sí, claro - nos podría decir ese “dios” que gracias a Dios no existe - yo había revelado que soy Amor y Misericordia, pero eso fue hace dos mil años. Un buen día, allá por el siglo V, me vino la idea de que es mucho mejor ser temido que amado, y que nada hay comparable al espectáculo del sufrimiento sin esperanza de las creaturas racionales. Y obviamente,  decidí ser “creativo” respecto de todo lo que antes había revelado y prometido. Después de todo ¿a quién tengo que darle cuenta?”

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Felizmente (si no, no estaríamos aquí) por encima de la Libertad está el Ser.

Y el ser es, y el no ser no es, y el ser no puede, en tanto que ser, no ser, ni el no ser puede, en tanto tal, ser: principio de no contradicción.

Ese “no puede” es absoluto y frente a él no hay libertad que valga. La Libertad divina se ejerce sólo frente a lo que no implica contradicción, y por tanto, frente a lo contingente, no frente a lo necesario – porque es contradictorio que lo que no puede no ser no sea.

Y es por eso que Dios no es que solamente no quiera, sino que no puede no ser Dios, no existir, no ser Santo, no ser Bueno, no ser Amor, no ser Fiel, no ser Omnipotente, no ser Justo y no ser Libre.

Porque todas esas cosas las es, no libre, sino necesariamente, por el hecho mismo de ser Dios, el cual también es Necesario.  

No puede, y no sólo no quiere, ser malo, injusto, mentiroso, cruel, sádico, engañador, etc.

Porque todo eso implica contradicción con la Perfección absoluta del Ser, y  Dios no solamente es, sino que es el Ser en plenitud, sin límites, irrestricto, absolutamente Perfecto, a diferencia de nosotros, que participamos solamente del ser y por tanto lo tenemos en forma limitada, imperfecta, falible, accesible al mal.

Y es claro que el Ser no puede no ser.

Y es parte de la Perfección absoluta el no poder ser imperfecto, y que la opción de que Dios sea imperfecto no esté disponible para ninguna libertad, tampoco para la divina.

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Y por la misma razón, Dios no puede retractarse ni desdecirse de lo que Él nos ha revelado en Cristo, y que ha decretado trasmitirnos mediante la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

Y por esa razón, si por esa vía Dios nos ha revelado que recibir la Eucaristía en pecado mortal es un horrendo sacrilegio mucho peor que cualquier pecado que uno haya cometido, así es por los siglos de los siglos y por la Eternidad toda.

Porque así ha sido contemplado desde la inmutable Eternidad de Dios por la Inteligencia divina que eternamente considera el eterno Plan divino surgido de la eterna e inmutable libre elección de la eterna e inmutable Voluntad divina.

Sin duda que una elección libre eterna e inmutable es algo que supera nuestra capacidad de comprensión, pero no es absurda y demoníaca como la idea de un “dios” que de repente puede fácticamente volverse torturador, sádico y asesino serial, si quiere.

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Y ésa es la base última, la única posible, de estas afirmaciones de fe: que la Revelación divina pública se llevó a término en la primera venida de Cristo y que por tanto, como dice el Concilio Vaticano II en la “Dei Verbum”, no hay que esperar otra Revelación pública antes de la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo.

“La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14; Tit., 2,13).” (DV 4).

Ahora bien, si la Revelación hecha en Cristo, tal como la trasmite la Iglesia a nivel de verdad revelada y de fe, incluye el hecho de que recibir la Eucaristía en pecado mortal es un horrendo sacrilegio que de por sí merece la condenación eterna (cfr. 1 Cor. 11, 29), para que pueda haber “creatividad” respecto de esa verdad revelada, haría falta una nueva Revelación pública, lo cual es anatema para la Iglesia Católica.

En efecto, una nueva Revelación y no un mero desarrollo dogmático, que como tal, permanece siempre dentro de la Revelación ya realizada en Cristo, pues sólo puede ser católico un desarrollo que simplemente explicite lo que ya está implícitamente contenido en esa Revelación cristiana definitiva.

Y la negación de algo que se contiene en la Revelación es claro que no puede estar contenida ni explícita ni implícitamente en la Revelación misma.

Porque Dios no se contradice. Y porque la verdad no puede contradecir a la verdad. Y porque Dios no puede revelar lo falso.

De modo que no solamente haría falta una nueva Revelación pública, lo cual ya es herejía, sino que, tratándose de algo contradictorio con lo anterior,  además sería necesario un “cambio de opinión” en Dios mismo, lo cual además de ser herejía es locura, como ya vimos.

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Por eso, así como Dios no puede dejar de ser Dios ni optar por el homicidio serial, tampoco puede autorizar A NADIE a que cambie lo que Él ha revelado en Cristo ni a que sea “creativo” con la verdad revelada “dada una vez a los santos” (Judas 1, 3).

Admitir esto, aun dejando de lado el tema de la imposible contradicción en Dios, es simplemente ir contra la fe católica en el carácter definitivo e inmutable de la Revelación cristiana, expresada por ejemplo en el texto citado del Concilio Vaticano II, y por tanto, es reconocer que la Iglesia se ha equivocado al enseñar dogmáticamente el carácter definitivo de la Revelación en Cristo.

Lo cual implica hacer imposible la fe en ninguna verdad dogmática enseñada por la Iglesia.

Se le hace injuria, por tanto, al sucesor de Pedro cuando se lo “alaba”, que en realidad es una acusación, por querer hacer algo que no ha dicho jamás clara y explícitamente que quiera hacerlo: cambiar, es decir, corromper, por más nombre de “creatividad” que se le ponga, la verdad revelada por Dios.

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Con todo, es de agradecer la claridad con que en el texto que motiva este “post” se dicen las cosas. Aquí no se nos viene con paparruchas acerca de que no se quiere cambiar la doctrina sino solamente la “praxis pastoral”.

Aquí se habla claramente de “creatividad” doctrinal,  porque se habla ¡de la “creatividad” que el mismo Dios podría tener respecto de su Cuerpo Santísimo de modo de poder “creativamente” entregarlo al sacrilegio eucarístico para la salvación del mundo !!!!

O lo que es lo mismo al final, que Dios podría ser “creativo” en el sentido de hacer que recibir la Eucaristía en pecado mortal ya no sea pecado mortal y sacrilegio como es.

Queda por lo menos claro, entonces, que aquí se enfrentan dos creencias y dos fes distintas, que es imposible reunir en una sola comunión eclesial: la fe en el “dios” cambiante y la fe en el Dios Inmutable, que es la católica.

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No es el Espíritu Santo el que inspira esos pensamientos “misericordiosos”, sino el Padre de la Mentira, que quiere convencernos para que practiquemos habitualmente el sacrilegio eucarístico de modo de asegurarse de nuestra condenación eterna.

Y para eso nos sugiere la imagen blasfema de un “dios” “creativo”, es decir, cambiante y caprichoso. Imagen que como vimos, abre la puerta a las peores pesadillas teológicas.

Un “dios”, en definitiva, mentiroso como el Padre de la Mentira mismo, un “dios” que nos manda creer dogmáticamente cosas de las que luego se desdice.

Está en juego nuestra fe.

Quiera Dios con su gracia abrir los corazones de muchos para que puedan ver la verdad por debajo de las peroraciones melifluas y sentimentalistas que en realidad atentan contra los fundamentos mismos de la verdad cristiana y católica.

33 comentarios

  
Miguel Antonio Barriola
En el fondo se pretende hacer un "dios" a "mi imagen y semejanza".
Lo que "a mí" me parezca, eso es voluntad de Dios.
Sólo que, en consecuencia, tendremos un innumerable "politeísmo", ya que pueden darse tantos caprichos cuantos seres humanos existen.
24/07/16 10:47 PM
  
Guillermo
Esto de la misericordia se nos está yendo de las manos. Por si en el ámbito católico no viviéramos ya en un mundomatrix buenista (como acertadamente lo llama el Sr. Gracián)... si no quieres caldo, toma tres tazas. Estos discursitos misericordinos ya ni los leo. Son monótonos, aburridos y vacíos completamente de contenido. Te venden el aire a mil dólares. Pero sobre todo son mentirosos. A ver cuándo captamos que la contraposición misercordia-doctrina/justicia es DIABÓLICA. El término «misericordia» se ha convertido (diabólicamente también) ya en un término atrapalotodo, en un cajón de sastre donde toda innovación (sobre todo en la moral) es misericordia. Dios nos libre de esta amenaza.
25/07/16 12:20 AM
  
Fruela
Un post clarificador a la luz de la filosofía tomista, esa misma filosofía que han abandonado los Seminarios hace tiempo, y que nunca debieron haberlo hecho. La confusión mental de tantos y tantos sacerdotes viene de ahí, de un desconocimiento de lo que antaño se estudiaba seriamente. La praxis postconciliar se cargó ya, al principio, estos estudios que se han revelado esenciales para la defensa de nuestra fe católica.

(Editado, para no salirnos del tema. Muy de acuerdo con lo que dice arriba. Por eso este "blog" se llama "No sin grave daño". Saludos cordiales).
25/07/16 1:43 AM
  
Maribel
Tengo que reconocer ,que el tema de la " misericordia " de Dios que ha irrumpido en nuestras Iglesias , como algo en lo que nadia habria caido, y que hace que el pecado no tenga consecuencias , dado que esa misma misericordia lo cubra todo con su manto de amor y lo redima ; me ha hecho dudar de mis creencias .

Esta claro que solo aciertan los que son autenticos , y ya Jesus habla de que los que tengan oidos que oigan y los que tengan ojos que vean.

Una buena manera de definir lo que somos , lo malo es cuando laIglesia da ideas contradtorias, si la sal se vuelve insipida ........

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La misericordia de Dios es parte de la Revelación y de la fe cristiana y lo ha sido siempre, pero siempre se ha dicho también que el perdón divino supone el arrepentimiento y el propósito de enmienda de parte del pecador, que es lo que quieren suprimir los actuales innovadores, que por eso mismo son herejes, como siempre los ha habido en la historia de la Iglesia.

No es la Iglesia la que envía ese mensaje, sino un grupo de heterodoxos lamentablemente muy encaramados en altas posiciones en la Iglesia, de modo semejante a como Judas estaba presente en la Última Cena.

Saludos cordiales.
25/07/16 11:05 AM
  
Antonio1
Una duda ¿por qué la inmutabilidad es más perfecta que el movimiento? ¿Por qué el movimiento está presente en el proceso de la vida, en la naturaleza y en el ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios? ¿Por qué para amar, para engendrar, para acercarnos al otro, para dar a luz, tenemos que movernos?

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Es que nosotros, que somos imperfectos, sólo podemos llegar a la perfección que nos corresponde, en forma igualmente imperfecta, o sea, por el movimiento, es decir, adquiriendo lo que antes nos faltaba y para lo que estábamos solamente en potencia.

Por eso, a nuestro nivel, moverse es más perfecto que no moverse, porque pasar de potencia a acto es mejor que quedarse en potencia nada más.

Pero ser Acto Puro, sin mezcla de potencia pasiva alguna, es infinitamente más perfecto que todo eso.

Por poner una imagen nada más: saber desde siempre alemán, es más perfecto que haber tenido que aprenderlo, porque lo segundo implica que hubo un tiempo en que no se sabía alemán, mientras que lo primero lo excluye.

Y en ese caso, no se puede pasar, obviamente, de potencia a acto, porque no hay potencialidad pasiva, sino sólo actualidad, y por tanto, no se puede cambiar.

Así que hay una inmovilidad de imperfección, que es la nuestra, y una inmovilidad de perfección absoluta, que es la de Dios.

En el medio está la movilidad de perfección limitada y relativa, que es propia de nosotros.

Saludos cordiales.
25/07/16 12:15 PM
  
Renzo
Le felicito Néstor, este artículo es uno de los mejores compendios sobre el porqué no es posible la existencia de un ente tan contradictorio e incoherente como el dios de los cristianos (sobre el resto de divinidades tres cuartos de lo mismo), que he leído y ello sin necesidad de entrar en cuestiones científicas, sólo con aplicar el sentido común y la ayuda de su texto.

Gracias.

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En realidad las cuestiones científicas no dicen nada sobre las cuestiones filosóficas y teológicas, ni a favor ni en contra.

Por otra parte, los criterios subjetivos tienen el problema de que son, justamente, subjetivos. Lo malo es que cuando nos llevan al error, influyen para que todo lo que recibimos, aunque de suyo manifieste la verdad, nos confirme en el error.

Saludos cordiales.
25/07/16 12:43 PM
  
Pepito
Además de la Fe, la misma razón natural, filosofando rectamente, nos dice que Dios nunca podrá dar normas morales que contradigan la primera y más fundamental obligación moral que tiene el hombre respecto de Dios, que es amar a Dios sobre todas cosas.

No es racional que Dios en algún momento dijese al hombre: Amate a tí mismo y a cualquier otra creatura más que a Mí Si en algún momento Dios pudiese establecer tal cosa, tendríamos a un Dios absurdo e irracional, pues es irracional y absurdo que se ame más a la creatura que al mismo Dios.

Por tanto, toda toda moral dada por Dios al hombre tiene necesariamente que estar en conformidad con el amor a Dios sobre todas las cosas.

Por otra parte, es evidente que todo aquel que se haya en situación objetiva de pecado grave no ama a Dios sobre todas las cosas, pues ama más alguna creatura más que a Dios.

Por consiguiente, si Dios estableciese, en virtud de una pretendida nueva Revelación, que reciban la comunión eucarística los que se hayan en alguna situación objetiva de pecado grave, ello equivaldría a que Dios daría licencia al hombre para amar a cualquier creatura más que a Dios, lo cual, en mi opinión, no sólo va en contra de la Fe sino también en contra de la mesma razón natural.
25/07/16 1:32 PM
  
Juan Andrés
Ese dios del comentario, es el mismo dios de Dawkins, Harris y otros de la misma colectividad, salvo que descripto desde otro ángulo y espolvoreado con cierta dosis de piedad. Por lo menos esos comerciantes del ateísmo son más claros y frontales.
25/07/16 2:06 PM
  
Juan Andrés
El comentario de Renzo, que lejos está de los otros autores a los que he citado antes, confirma lo que he comentado antes.
25/07/16 8:46 PM
  
Juan Argento
Es claro que Dios conocía en su eternidad que el hombre iba a pecar. Pero es muy distinto afirmar que Dios preveía el pecado del hombre, y tenía un designio en consecuencia de ese pecado, que afirmar que Dios no tenía un plan para el caso en que el hombre no pecase, porque esto último equivale a afirmar que el designio divino no solamente preveía el pecado del hombre sino que además lo requería absolutamente, lo cual es obviamente inaceptable.

El párrafo anterior es compatible con la afirmacion paulina de que el universo fue creado para Cristo, entendida como refiriéndose no solamente al Verbo en su naturaleza divina sino al Verbo Encarnado, si postulamos que el Verbo se habría encarnado aunque el hombre no hubiese pecado, aunque en ese caso obviamente no habría padecido y muerto. Esta posicion, si bien no es la de S. Tomás, es completamente ortodoxa.

El párrafo anterior, a su vez, es compatible con la afirmacion del Credo niceno de que el Verbo se encarnó "por nosotros los hombres y por nuestra salvación", si entendemos "salvación" en su aspecto positivo de hacer a los hombres "partícipes de la naturaleza divina", en contraste con dejarlos en el estado de "natura pura" aún sin pecado.

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Es que la frase "Dios tenía un plan acerca de lo que sucedería si el hombre no hubiese pecado", por lo menos se puede entender de dos modos, y hay que ver, además, si en alguno de esos dos sentidos es verdadera.

Es decir, se puede entender de la Voluntad divina antecedente o de la Voluntad divina consecuente. La primera es la Voluntad divina condicional e hipotética, supuesto que se dé tal o cual circunstancia; la segunda es la Voluntad divina absoluta, independiente de toda circunstancia.

Respecto de la segunda, es claro que Dios no tiene un plan para el caso de que el hombre no peque, porque el objeto de esa Voluntad divina, al ser ésta absoluta, no puede no existir (en sentido compuesto, recordemos).

Queda por ver si según la Voluntad divina antecedente puede Dios tener un plan para el caso en que el hombre no pecase. Sin decidir la cuestión, yo diría que parece extraño que haya un plan para un fin que no es querido absoluta y consecuentemente.

En cuanto a la tesis escotista, el hecho es que los documentos de la fe afirman que la Encarnación fue "propter nostram salutem", y "salutem", en esos documentos, significa incuestionablemente la salvación del pecado y de la muerte eterna.

No dicen, entonces, esos documentos (por ejemplo, los Credos de los Concilios Ecuménicos) que el Verbo se encarnó por una "salvación" nuestra entendida de otro modo, ni tampoco, que es la tesis de algunos escotistas, que se encarnó simplemente hablando para la gloria de Dios, y "en carne pasible" para nuestra redención.

Pues dicen que fue "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" que "bajo del cielo y se hizo hombre", sin más.

Saludos cordiales.
25/07/16 9:10 PM
  
Guillermo
Renzo, no sé qué le hace exactamente especial a este artículo para que sea uno de los mejores para usted. Lo expresado en él es la doctrina católica de siempre.
25/07/16 11:09 PM
  
GUILLERMO OSPINA ARCHILA
Rotundamente Su Santidad Francisco NO va a autorizar a ningún sacerdote para que otorgue permiso para que un adultero mientras lo sea, comulgue.

No existe ninguna “propaganda de la misericordia” que anuncie que el adultero haya dejado de serlo, ni Su Santidad Francisco va a autorizar a ningún sacerdote para que otorgue permiso para que un adultero mientras lo sea, comulgue.

La definición de “EXHORTACIÓN” consiste en: una advertencia o aviso con que se intenta persuadir a que se haga o deje de hacerse algo.

La EXHORTACION “AMORIS LETICIA” es, como toda exhortación escrita: un escrito que reúne opiniones que sobre algún tema mediante argumentos hacia que se haga, o se deje de hacer algo. Una exhortación NO ORDENA ABSOLUTAMENTE NADA. Por tanto dentro de ella S.S. FRANCISCO de ninguna manera, ni momento está autorizando dar comunión a personas en pecado mortal.

La exhortación papal que nos ocupa, se origina en que los documentos terminales del Concilio que la suscita, contienen planteamientos, muchísimos equivocados y no ortodoxos hábilmente planteados por varios que evidentemente no siguen realmente mecánicas sanas, pero que tampoco (por la índole misma de cada documento finalista del Sínodo dan pie para estigmatizar directamente nada ni a nadie porque el tema, como decimos en mi Colombia, “el palo no está para hacer cuharas”.

Los dos Sínodos no han cambiado nada, y LA EXHORTACION TAMPOCO porque no es instrumento de cambio, sino de “jalar lenguas”(como también decimos en mi Colombia). Las criticadas falencias de precisión y contundencia que tantos críticos sacan a relucir, solo demuestran gran habilidad esa si inspirada por el Espíritu Santo, para que en momento de tomar decisiones: SE ATINE EN ELLAS.

El Papa Francisco no es un cismático o hereje, ni es el antipapa “anunciado”, HABLARÁ CONTUNDENTEMENTE INSPIRADO POR EL ESPÍRITU SANTO: CUANDO DIOS LO ESTIME OPORTUNAMENTE CONVENIENTE.

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Como habrá observado, en este "post" no hablamos del Papa, sino de lo que sostienen algunos que efectivamente, hacen "propaganda", y herética, de la misericordia.

Y algunos de los que hacen eso ocupan altos cargos en la Iglesia, incluso en el Colegio Cardenalicio. Por ejemplo: Kasper, Schörnborn, Forte, etc., etc., etc.

Estamos de acuerdo en que la Exhortación no dice explícitamente eso. Pero también hay que reconocer que es terriblemente ambigua y tampoco dice explícitamente lo contrario.

Que el Papa, que hasta ahora tampoco ha dicho ni una cosa ni la otra, despeje claramente la confusión en el futuro, es lo que todos deseamos y por lo que tenemos que orar.

Saludos cordiales.
26/07/16 12:54 AM
  
Javier Ejías
Efectivamente Dios no puede más que darnos su Amor.
El asunto es que las implicaciones de esto son muy diferentes a las deducciones que usted hace.
Nuestro Dios es ternura.

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Dios puede no amarnos, y en esa hipótesis, no nos crea. Porque es libre. Y si nos crea, puede no amarnos del modo necesario para ofrecernos el perdón de nuestros pecados, pues eso también lo hace libremente. Y por eso podemos agradecérselo.

Las implicaciones que deduzco en el "post" son correctas, porque lo que gratis se niega gratis se afirma.

Saludos cordiales.
26/07/16 9:51 AM
  
Antonio1
¿Por qué? ¿Por qué a todo lo que dices? Son todo peticiones de principio. ¿Por qué es más perfecto saber alemán desde el principio que aprenderlo?
¿Por qué las tres personas de la Santísima Trinidad se nos presentan con metáforas de movimiento en la Biblia.?

El Dios padre, zarza ardiendo, creador activo que habla y crea.
El Hijo, encarnado en el tiempo y el espacio, engendrado ( otro verbo de movimiento) y no creado.

El Espíritu, viento que sopla donde quiere, paloma que vuela.

La Santísima Trinidad no es un Dios inmutable, como el pagano motor inmóvil aristotélico, distante e indiferente. Es una relación amorosa entre tres personas.

El pasaje de la transfiguración tampoco es una visión de lo inmutable estático.

¿Por qué? ¿Por qué a todo lo que dices?

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Saber alemán es más perfecto que no saberlo, y aprenderlo implica no saberlo antes, y entonces, aprenderlo es menos perfecto que saberlo desde siempre, que excluye el no saberlo alguna vez e implica saberlo siempre.

Si ud. no puede entender esto, no se fatigue más con estos temas.

En cuanto a las metáforas trinitarias y bíblicas en general, efectivamente, son metáforas.

El criterio para saber cuándo algo dicho de Dios es metáfora y cuándo no, es, precisamente, que sea compatible o no con la Perfección absoluta, y también que forme o no parte del dogma de la fe.

Sólo así podemos estar seguros de que cuando la Biblia habla de los dedos, la mano, el brazo, los ojos, los oídos, la silla y el carro de Dios, habla metafóricamente.

En cuanto a la Transfiguración y todo lo que se refiere a Jesucristo Nuestro Señor, hay que recordar que Él tiene también la naturaleza humana, y que la Inmutabilidad es una propiedad solamente de la naturaleza divina.

Eso más allá de que en el caso de la Transfiguración se manifieste o no algún movimiento.

Saludos cordiales.
26/07/16 11:34 AM
  
Renzo
Néstor, quizás el problema es que usted escribió:

"...saber desde siempre alemán, es más perfecto que haber tenido que aprenderlo,"

lo que implica (salvo milagro) que no existe la posible perfección en este ejemplo. Toda persona que habla alemán (alemanes incluidos) ha tenido que aprender a hablarlo.

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NESTOR:

Lo que yo escribí inicialmente es:

"Por poner una imagen nada más: saber desde siempre alemán, es más perfecto que haber tenido que aprenderlo, porque lo segundo implica que hubo un tiempo en que no se sabía alemán, mientras que lo primero lo excluye."

Es una imagen, una comparación, y el punto importante es que no tener una perfección dada, es menos perfecto que tenerla, y que por eso tenerla desde siempre es más perfecto que aprenderla. Y además la explicación ya venía incluida allí mismo.

Es claro que nosotros no podemos saber nada desde siempre, pero Dios sabe desde siempre todo lo que sabe, y eso es parte de su Perfección absoluta, que por eso mismo implica la Inmutabilidad.

Y su objeción inicial no era que necesariamente el alemán hay que aprenderlo, sino:

"¿Por qué es más perfecto saber alemán desde el principio que aprenderlo?"

En todo caso, el sentido de mi argumento está al alcance de una inteligencia mediana.

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Guillermo:

"Lo expresado en él es la doctrina católica de siempre."

No digo lo contrario. La cuestión es que la "lista" de razones o demostraciones que nos ofrece Néstor para demostrar la perfección, omnisciencia, omnipotencia..., divinas, a mi me llevan al punto contrario, que no puede haber un ente que sea perfecto, omnisciente, omnipotente..., que cumpla con los "requisitos" sin dejar de ser uno o todos los adjetivos anteriores.

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NÉSTOR: Afirmación sin argumentos.

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Claro que luego está la "letra pequeña", es decir: metáforas, alegorías, etc..., que suelen usarse como ultimo recurso para justificar lo que no encaja.

Por ejemplo, la Biblia habla de la creación en 7 días (tenga el día la duración que se quiera, y obviando que un ser omnipotente tenga necesidad de descansar el séptimo). ¿Es una metáfora o la creación fue algo secuencial?, si lo fue, da que pensar que Dios tenía un plan poco acabado y lo fue puliendo sobre la marcha.
¿Creó a Adán antes que a Eva, o no?, si lo hizo hay que pensar que no tenía previsto, en principio la creación de la mujer y que fue más tarde cuando vio que podía hacer falta al hombre una compañera (dejando de lado cómo tenía pensado que se reprodujese, si es que tenía pensado que lo hiciese, claro).

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NÉSTOR: Ninguna de esas conclusiones se sigue necesariamente. Dios puede tener eternamente el plan de hacer algo secuencialmente, y de hacer primero al hombre y luego a la mujer.

De hecho, cuando al construir una casa se hace primero el comedor y luego el baño no quiere eso decir que el baño sea un remiendo al plano original del arquitecto...

Con esa falta de rigor en el razonamiento es claro que el Génesis no subsiste a la "crítica".

Y en cuanto a la metáfora del "descanso", pues eso, es una metáfora, precisamente porque el Omnipotente no necesita descansar. Lo que debería hacerle entender la verdad lo confirma en el error.

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Dice Néstor:
"Aun suponiendo que Dios pudiese haber ideado eternamente otro plan mejor que el actual, que en todo caso es una entre la multitud de opciones de que dispone la Voluntad divina respecto del hombre, ésa habría sido su elección eterna, y por tanto, la que eternamente habría considerado elegible entre todas, y es claro que esa elección divina no puede ser fallida ni por tanto sustituible por otra, una vez realizada."

Discrepo, si Dios tenía opciones/planes, es que podía elegir y, en ese caso, no es inmutable. Si no tenía opciones, es decir si sólo tenía una opción/plan, entonces no podía elegir, luego no es omnipotente.

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NÉSTOR: Del concepto de "elección" no se sigue tampoco, necesariamente, el concepto de "cambio", y desafío a que se demuestre lo contrario.

Lo bueno de la lógica, practicada con rigor, ese que nos ayuda a superar el provincianismo metafísico que nos hace creer que como son las cosas entre nosotros han de serlo siempre, y también en el caso de Dios.

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Todo eso, y algunas cosas más -el Diluvio, la Nueva Alianza, que todos los seres vivos estén sometidos a las mismas "reglas" de vida y muerte (casualmente, un ser infinitamente justo, castigó por igual a los hombres -a todas sus generaciones!!!-, al resto de animales y a los vegetales a lo que podemos esperar y explicar por pura Física y Biología Evolutiva, sin necesidad de planes divinos, por el pecado original, qué oportuno, eso sí es un buen encaje de bolillos)- no ofrecen una imagen de omnisciencia y perfección precisamente.

Saludos.

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NÉSTOR: Lo que eso ofrece es la imagen del batiburrillo de ideas que se arma en la cabeza de alguien que no tiene una tesis y un argumento precisos que exponer y discutir.

Saludos cordiales.
26/07/16 5:42 PM
  
Guillermo
Javier Ejías, ¿ya estamos con los comentarios inarticulados y las afirmaciones gratuitas? ¿Cuándo va a aprender usted?
26/07/16 7:20 PM
  
Renzo
Néstor dice:
"Del concepto de "elección" no se sigue tampoco, necesariamente, el concepto de "cambio", y desafío a que se demuestre lo contrario."

Si se puede elegir entre varias opciones es que se puede cambiar entre ellas, al menos hasta un determinado momento. Esto vale para nosotros, para un ser omnipotente esa restricción no existiría, así que volvemos a lo mismo, si puede cambiar no es inmutable y si no puede no es omnipotente. Póngalo usted del color que quiera, pero no hay otra y entenderlo está al alcance de una inteligencia mediana.


"Ninguna de esas conclusiones se sigue necesariamente. Dios puede tener eternamente el plan de hacer algo secuencialmente, y de hacer primero al hombre y luego a la mujer.

De hecho, cuando al construir una casa se hace primero el comedor y luego el baño no quiere eso decir que el baño sea un remiendo al plano original del arquitecto..."

¿Me está comparando la construcción de una casa, obra humana supeditada a las limitaciones humanas y temporales, con la obra de un ser omnipotente y eterno?

Con esa falta de rigor en el razonamiento es claro que cualquier argumento que le presente no subsiste a su "crítica".
Señor, las casas se construyen, normalmente, sobre un plano previo que incluye todas las habitaciones y dependencias, salvo modificaciones sobre la marcha, pero no se puede construir antes de los cimientos, ni poner la cubierta antes de la estructura que la soporte. No creo que esos impedimentos sean aplicables a quien es omnipotente.
Lo que usted nos ofrece es el batiburrillo de ideas que se arma en la cabeza de alguien que no tiene una tesis y un argumento precisos que exponer y discutir y que prefiere sus conjeturas metafísicas y su mundo mágico a cualquier argumento que, por muy avalado y consolidado que esté científicamente, le rompa los esquemas y las creencias.

Saludos.

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Lo que yo digo es que el que quiere A, pudiendo no quererlo, elige A, y que el que quiere A, pudiendo en su lugar querer B, también elige A.

Y digo que para eso no hace falta que se dé cambio ni tiempo alguno. Si Dios eternamente quiere A, pudiendo no quererlo, elige A, y lo mismo, si eternamente quiere A, pudiendo en su lugar querer B.

Porque, como de poder querer B no se sigue que se quiera B, ni de poder no querer A se sigue que no se quiera A, no hace falta ni que alguna vez se quiera B, ni que alguna vez no se quiera A, para poder elegir A en vez de B o en vez de No A.

Por eso, tampoco poder elegir entre A y No A o entre A y B implica necesariamente tener que cambiar de no querer A a quererlo o de querer B a querer A. Alcanza, como dije, si Alguien quiere desde la Eternidad A pudiendo no quererlo o querer B en su lugar, aunque nunca se dé de hecho que no quiera A o que quiera B.

Todos esos cambios y circunstancias agregadas al concepto mismo de la "elección" son características nuestras, propias de seres temporales y finitos como nosotros, y no de la elección como tal elección.

En Dios sólo podemos y debemos afirmar lo esencial del concepto de "elección" como tal, así como de todos los conceptos que afirmamos de Él.

En cuanto al Génesis, es claro que una vez que Dios determina crear un mundo temporal, los eventos de ese mundo se van a dar temporalmente, en forma secuencial. Para un mundo así, es obvio que es más perfecto un plan que desde el comienzo integra todas las etapas que han de darse sucesivamente en el tiempo, que otro al que hay que hacerle cambios posteriores.

Al contrario, es lo segundo lo que sería una limitación temporal, no lo primero, pues en este caso se supera, justamente, el tiempo, al poner juntas y simultáneamente, en un solo plan, todas las etapas del desarrollo efectivo posterior.

Lo de la falta de orden en las etapas del plan según el Génesis no lo vi en su argumentación anterior y no veo por tanto a qué se refiere.

En las cuestiones de lógica, así como en el ajedrez, impera la regla del campo minado: el que corre, pierde.

Por eso le pediría que tratase de ir más despacio con sus razonamientos, siendo más ordenado y riguroso, así evitaría pisar varios detonadores.

Saludos cordiales.
26/07/16 11:04 PM
  
Juan Argento
"El plan de Dios es eterno e inmutable como Dios mismo, porque Dios es Perfecto, y el que es Perfecto no necesita ni puede cambiar, porque en nada puede mejorar."

Este párrafo presenta un riesgo de mezcla de nociones.

Dios es inmutable porque es la absoluta plenitud del Ser, el Ser Subsistente, absolutamente Perfecto. Pero el plan de Dios, que incluye las acciones libres de las criaturas, es perfecto solamente en cuanto a las acciones de Dios y las acciones de las criaturas en cooperación con la acción divina, pero no lo es en cuanto a las acciones malas de las criaturas.

Por lo tanto, la derivacion de la inmutabilidad como consecuencia de la perfeccion absoluta vale solamente para Dios, pero no globalmente para un plan divino que involucre acciones libres de las criaturas.

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NÉSTOR:

El plan divino se puede considerar bajo dos aspectos: 1) En cuanto a su término creado 2) En cuanto en sí mismo considerado es un cierto tipo de perfección de la Inteligencia divina. Es bajo este segundo aspecto que es realmente idéntico a Dios mismo, como lo es la misma Inteligencia divina, y por lo mismo, Perfecto y por lo mismo,Inmutable.

Eso no quiere decir que Dios no habría podido tener otro plan, si miramos al contenido de ese plan, porque éste mira al término creado del plan, que es contingente. Pero sí quiere decir que dado que de hecho el plan divino es éste, no puede admitir cambio alguno desde la Eternidad y por la Eternidad.

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La razón por la que el plan divino es inmutable no es consecuencia de su perfeccion global, que no existe, sino de la presciencia divina. Término a mi juicio poco feliz porque parece implicar que Dios está en el tiempo y ve el futuro, lo cual es obviamente erróneo porque la realidad es que Dios ES fuera del tiempo y desde su eternidad ve a la vez toda la historia del universo.

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NÉSTOR:

Es que la misma omnisciencia divina, que incluye la "presciencia", es consecuencia de la Perfección divina.

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Lo dicho aquí es independiente de, pero no inconsistente con, lo que dije en mi primer comentario. Aun sabiendo que el hombre iba a pecar, Dios podía haber diseñado un plan que contemplase la posibilidad de que el hombre no hubiese pecado. De hecho es lo más lógico, porque el orden de causalidad lógica (no temporal) en la previsión divina es:

creación del hombre según un plan -> pecado del hombre

La previsión del pecado viene lógicamente luego de la previsión de la creación con su plan asociado. Es ilógico que la previsión de la creación requiera absolutamente el pecado subsiguiente.

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NÉSTOR:

La idea de una pluralidad de planes alternativos en Dios, sin más, lleva lógicamente a la idea de que la elección divina de uno de esos planes depende en definitiva de las opciones libres de la creatura racional, cosa que podrá ser en el molinismo, pero no en el tomismo y que en realidad considero difícilmente conciliable con la Perfección e Inmutabilidad divinas.

Menos conciliable con esos atributos divinos me parece la idea de un plan divino que toma existencia a partir del pecado del hombre, sustituyendo a otro plan anterior.

También me parece claramente ilógico que Dios haga un plan respecto de sus creaturas antes de poder tener en cuenta lo que Él mismo va a permitir o no en la Creación.

En nosotros, los planes dependen de elecciones voluntarias por las que restringimos el campo de las opciones posibles que contempla el intelecto, a un conjunto de pasos que luego la voluntad impera a las demás facultades del hombre para su ejecución.

En Dios la única facultad ejecutiva es la Voluntad divina misma, a la cual, siendo Omnipotente, le alcanza con querer algo consecuentemente para que ese algo exista. No es algo distinto en Dios, entonces, la formulación del plan respecto de lo creado, y el acto divino de ejecutar ese mismo plan.

La representación intelectual del plan divino en Dios mismo, entonces, depende de las opciones libres divinas que configuran ese plan y que por lo mismo hacen existir lo que está sujeto a ese plan.

Esas opciones libres divinas se reducen a dos clases: quereres y permisiones.

Sin duda que todos los quereres y permisiones divinos posibles están eternamente presentes ante el Intelecto divino, y también todos los planes divinos posibles, que son combinaciones de quereres y permisiones divinas posibles.

Pero más allá de eso sólo puede haber el plan divino efectivo respecto de lo actualmente creado, que depende de los quereres y permisiones actuales, efectivos, de la Voluntad divina.

En este último sentido, no tiene sentido, por tanto, la idea de un plan divino anterior a la permisión divina del pecado.

Porque además, la previsión divina del pecado supone la permisión divina del mismo,y por tanto, supone el plan de Dios efectivo respecto del mundo actual.

En efecto, Dios no recibe su conocimiento de la creatura, sino que todo lo conoce a partir de Sí mismo, y lo existente contingente, por tanto, lo conoce a partir de la libre decisión de la Voluntad divina de quererlo o permitirlo.

Saludos cordiales.
26/07/16 11:06 PM
  
Antonio1
Para mí, y creo que para la mayor parte de los docentes es mucho más importante y perfecto el proceso de aprendizaje y la capacidad de aprender que el saber estático y definitivo.

Eso creo que está al alcance de cualquier inteligencia media.

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NÉSTOR:

Aquí confunde Ud. el conocimiento estático en su término con el conocimiento estático, por así decir, por relación a su origen. No estamos discutiendo si es más perfecto no dejar nunca de aprender o llegar a un punto en el cual no se aprende más, sino si es más perfecto tener que aprender que saber desde siempre sin necesidad de aprender.

Y pienso que está al alcance de una inteligencia media que desde ese punto de vista es más perfecto lo segundo, porque implica, al revés de su opuesto, no haber carecido nunca del conocimiento.

Obviamente, para un ser mudable y temporal no hay más remedio que progresar hacia la perfección, y entonces, desde este punto de vista restringido y relativo a los seres temporales, es más perfecto moverse que no moverse.

Por eso para nosotros no aprender más es una imperfección.

Pero absolutamente hablando, mirando a la realidad en toda su globalidad, es decir, incluyendo a Dios mismo, lo más perfecto es la Inmutabilidad absoluta.

Por eso, para el Omnisciente, que lo sabe todo desde la Eternidad, no aprender más es condición necesaria de su Perfección misma. Porque más que "todo", no hay.

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Su ejemplo es muy pobre.

Las metáforas son metáforas, pero no tiene sentido utilizar una y otra vez metáforas en la Biblia para expresar lo contrario que la imagen quiere decir.

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NÉSTOR:

Las metáforas no son para expresar lo contrario de lo que la imagen dice, pero sí para expresarlo metafóricamente. Nadie que piensa que Obdulio Varela, el "león de Maracaná", tenía melena y garras interpreta correctamente la metáfora, y sin embargo, ésta tiene sentido.

Y sobre todo tiene sentido usar metáforas cuando hay que hablar al común de los mortales, que no son filósofos ni teólogos de profesión, nada menos que de Dios, que trasciende todo lo dado en nuestra experiencia.

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Cristo, para expresar dolor, no dice que el infierno es una brisa suave. Habla del fuego del infierno.

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NÉSTOR:

El fuego del Infierno no es metafórico, no es el mismo caso, por lo tanto.

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Si la Biblia repite una y otra vez metaforas de movimiento y acción para referirse a Dios no es para significar que Dios es inmutable y estático.

Esto creo que está al alcance de cualquier inteligencia media.

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NESTOR:

Pero sí es para significar metafóricamente cosas que en Dios son inmutables y sin movimiento.

Es algo parecido a lo que le sucede a los pintores cuanto tienen que pintar un ángel. No tienen más remedio que darle un cuerpo, porque lo inmaterial como tal no puede ser pintado. Eso no significa que induzcan a error a nadie que tenga una mínima idea de lo que es el arte y de lo que es un ángel.

Análogamente, nuestro lenguaje está tomado de este mundo en movimiento, así que es lógico que para hablar a todo el mundo acerca de Dios se usen metáforas en cuyas imágenes (no en su significado) hay movimiento.

Y es que si Obdulio Varela tuviese realmente melena, garras y etc., lo del "león de Maracaná" no sería metafórico.

Por otra parte, efectivamente la Biblia "insiste" con imágenes corporales, por ejemplo, para hablar de Dios: sus ojos, oídos, boca, narices, manos, brazos, pies, etc. Habla de su carro, su trono, el escabel de sus pies, etc. Y obviamente que de ahí no se puede inferir que la Biblia esté significando algo "corporal" en Dios.

Reitero que esto es bastante fácil de entender.

Saludos cordiales.
26/07/16 11:38 PM
  
Juan Argento
Respecto de la opinión por la Encarnación incondicional del Verbo, agrego:

- Además de Escoto, la sostienen también Raimundo Lulio [1] y Francisco Suárez.

- San Alberto Magno la tiene por más probable. San Buenaventura enseña que sólo Dios puede saberlo; que a juzgar por la razón parece más probable que sí; pero concuerda más con la piedad de la fe y con las autoridades de los Santos el negarlo. Alejandro de Halles hace suya la opinión de San Bernardo según la cual el diablo cayó por envidia al prever la Encarnación, lo cual presupone que Dios les había revelado a los ángeles su designio de que el Verbo se encarnara previamente al pecado. [1]

- Yo discrepo con Escoto y Lullio en cuanto a la finalidad de la Encarnación incondicional. Mientras según ellos el Verbo se encarna 1º, para ser hombre, por la glorificación intrínseca que eso procura a Dios, y 2º, para que el hombre sea partícipe de la naturaleza divina, y con este objeto redime, en mi opinión la Encarnación es solamente para el segundo fin: Dios quiso hacer a los hombres partícipes de la Persona de su Hijo, y la manera óptima de hacerlo es haciendo a su Hijo partícipe de la naturaleza humana. Mi posición está en línea con la enseñanza del Concilio Vaticano I en la Constitución "Dei Filius" de que Dios creó para manifestar su gloria, porque esa manifestación tiene sentido si es a personas creadas, no a una Persona divina que ya conoce y ama infinitamente a Dios Padre.

Por lo tanto, yo sostengo que la gracia original de Adán y Eva (y de hecho también la de los ángeles) era "gratia Christi" concedida en previsión exclusivamente de la Encarnación, mientras que la gracia otorgada a los hombres luego del pecado es concedida en previsión de la Pasión y Muerte de Jesús, las cuales obviamente presuponen su Encarnación.

[1] www.ramonllull.net/sw_studies/studies_original/finalid.html

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Ahí el problema principal, en mi opinión, es que "redención" no significa solamente "participación en la naturaleza divina", sino además, y muy precisamente, "liberación del pecado y de la condenación eterna".

Y la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, empezando por los mismos Credos, dicen que la finalidad de la Encarnación es la salvación de los hombres, lo cual es inseparable de su redención del pecado y de la muerte eterna. "Propter nos homines et propter nostram salutem".

Además, nosotros no podemos participar en las Personas divinas como tales, sino solamente en la Naturaleza divina. Ya entre nosotros la persona, Pedro, Juan, Alicia, es imparticipable, singular. Es la naturaleza humana común a todos aquello de lo que todos nosotros participamos.

Saludos cordiales.
26/07/16 11:52 PM
  
Mike
Néstor: respetuosamente pongo a consideración el siguiente caso. El punto es el pasaje de la Anunciación.
El ángel pone a la consideración si acepta o no ser la Madre de Dios.
Deduzco que ella pudo aceptar o no hacerlo. Y que el SI maravilloso que Maria le dio es un acto libre y soberano.
Por ello considero que en el ejercicio de esa libertad "pudo decir que NO".
Por el Reíno de Cristo a la gloria de Dios.

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Sin duda que la Virgen, en tanto que libre, pudo decir que no. El asunto es entender en qué sentido pudo decir que no, que sea compatible con el hecho de que no puede ser que lo que Dios sabe desde la Eternidad no suceda.

Allí vienen en nuestra ayuda, sin quererlo, los sofistas griegos que proponían esta adivinanza: "el que no está escribiendo ¿puede escribir?"

Si les respondían que sí, decían: ¿cómo va a escribir y no escribir al mismo tiempo? Porque si escribe, ya no es "el que no está escribiendo".

Y si les respondían que no, decían que obviamente esa respuesta era absurda, y que sin dificultad alguna podía, el que supiese hacerlo al menos, ponerse a escribir luego de no escribir.

Aristóteles responde con la distinción entre sentido compuesto y sentido dividido. En sentido compuesto, o sea, si tomamos al que no está escribiendo precisamente en tanto que no está escribiendo, es claro que no puede escribir.

En sentido dividido, o sea, si lo tomamos en tanto que hombre, simplemente, es claro que sí puede escribir, al menos en el caso de que sepa hacerlo.

Algo parecido podemos decir en este caso. En sentido dividido, o sea, considerada la elección de la Virgen en sí misma, pudo hacer algo distinto de lo que hizo, porque es una creatura racional dotada de libre albedrío.

En sentido compuesto, o sea, considerando la elección de la Virgen en el supuesto de que Dios desde la Eternidad ha previsto infaliblemente, como todo lo que Dios conoce, que diría "Fiat", no ha podido, evidentemente, no hacerlo.

Algo parecido sucede con nuestros mismos actos libres. Si alguien me ve levantar la mano libremente, en un sentido puedo no levantarla, en otro, no.

Puedo no levantarla, en sentido dividido, porque acabo de decir que la levanto libremente.

No puedo no levantarla, en sentido compuesto con el hecho de que me están viendo levantarla, porque es claro que es imposible que me vean levantar la mano y yo no la levante.

Saludos cordiales.
27/07/16 3:01 AM
  
Renzo
"Si Dios eternamente quiere A, pudiendo no quererlo, elige A, y lo mismo, si eternamente quiere A, pudiendo en su lugar querer B."

Néstor, ya me perdonará si no me siento impresionado por el uso de "eternamente" en su frase. La cuestión es bastante clara:

Si alguien elige algo es que tiene otra opción, sea elegir algo distinto o no elegir nada y quedarse con lo que tiene. Un ser inmutable y omnisciente, no puede plantearse ningún tipo de posible elección, sería absurdo. Si es inmutable no puede cambiar, su libertad está restringida frente a eso, ,luego no se podría decir que es omnipotente. Si es omnisciente no puede dudar, que es, en definitiva, lo que se plantea cuando hay una posibilidad de elegir. Si no puede elegir, para no dudar y dejar de ser omnisciente, entonces no es omnipotente. En resumen, si es inmutable no puede elegir y entonces no puede ser omnipotente (y no se trata aquí de poder hacer cosas contradictorias o lógicamente imposibles -no se le pide un círculo cuadrado-). Si puede elegir, entonces no es inmutable y tampoco es omnisciente, dado que, si lo fuera, no podría tener opción a elegir sobre nada, puesto que sobre nada tendría duda. Ambas situaciones le sitúan, automáticamente, fuera de ser perfecto y lo mismo si dejara de ser omnipotente.

Es el problema del abuso de los superlativos.

Saludos.

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No, es más bien un problema de no ser capaz de abstraer lo esencial de lo accidental.

La elección es querer algo pudiendo no quererlo o querer otra cosa. Implica por tanto cierta contingencia, pero, y aquí está en punto, esencialmente esa contingencia está en el objeto elegido, no necesariamente en la voluntad que lo elige.

En efecto, querer algo pudiendo no quererlo es no quererlo en forma necesaria, y eso se debe a que el bien elegido no es tan grande que obligue, por así decir, a la voluntad a elegirlo.

Es decir, se trata de un bien finito, contingente, que así como tiene bondad, tiene también limitación en su bondad, y si por el primer aspecto atrae a la voluntad, por el segundo no puede atraerla en forma necesaria.

Y es que, profundizando más todavía, el objeto necesario de toda voluntad es el bien sin límites, porque la voluntad es un apetito o deseo que depende del intelecto, y el intelecto, como conoce el ente en general, conoce también el bien en general, porque "el ente es bueno".

Siendo ése el objeto que necesariamente quiere toda voluntad, todo bien limitado puede ser querido por una voluntad cualquiera sólo contingentemente, es decir, ha de ser elegido, en todo caso, por ella.

Por eso, para que haya elección no es necesario que la voluntad misma sea contingente o variable, basta que lo sea el término a elegir, el objeto elegido. Y así es todo el orden de lo creado, respecto de la Voluntad divina, la cual lo elige con una elección que es inmutable en sí misma y mudable y contingente sólo en su término creado.

Sin duda que nuestra inteligencia puede apenas vislumbrar cómo es posible una libre elección de ese tipo, pero es que tampoco puede encontrar contradicción en ella, y además, puesto de otro modo, dado que una Voluntad eterna e inmutable quiere eterna e inmutablemente un bien finito, es claro que lo elige, porque por ser finito, ese bien no puede imponer necesidad, como dijimos, al querer de esa Voluntad, que por la misma limitación de ese bien siempre conserva la capacidad de no quererlo o de querer otro.

En nosotros, que además de ser inteligentes y libres somos temporales, se agregan otras cosas que son de suyo accidentales al concepto de la libre elección como tal. Por eso, para poder vislumbrar al menos cómo se aplican estos conceptos en Dios, es necesario primero abstraer en ellos de todo lo que es accidental al concepto mismo de la "elección" como tal.

Y es evidente que eso esencial está suficientemente enunciado con decir que la elección es querer algo pudiendo no quererlo o querer otra cosa. De lo cual no se puede deducir lógicamente ni el cambio ni la temporalidad, y lo cual es suficientemente satisfecho por la noción de una voluntad que tiene por objeto necesario únicamente el bien en general y es por eso libre ante todo bien limitado.

Saludos cordiales.
28/07/16 2:21 PM
  
Renzo
Néstor, no quisiera acaparar el debate, así que, por resumirlo:

- Dios, ¿puede o no puede elegir?
- Si no había nada contingente antes de que Él lo crease, ¿sobre qué eligió?, en caso de que lo hiciera, ya que usted afirma que "...esencialmente esa contingencia está en el objeto elegido, no necesariamente en la voluntad que lo elige", o bien volvemos a considerar que no eligió e hizo lo que debía hacer inevitablemente, cosa que nos lleva otra vez a lo que ya he escrito y que no hace falta volver a repetir.

Me temo que el problema nos es la incapacidad de "abstraer lo esencial de lo accidental", es más bien la excesiva capacidad para abstraerse de lo real y quedarse sólo con lo puramente conceptual.

Saludos.

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Cuando una voluntad cualquiera elige, lo único que necesita para poder elegir es la representación intelectual de las distintas alternativas elegibles. Dios elige una de las alternativas posibles, como tales eternamente presentes en la Inteligencia divina, que conoce no solamente todo lo que existe, sino también todo lo que puede existir.

Es, análogamente, claro, como cuando Miguel Ángel elige qué obra realizar. No necesita tener los cuadros o esculturas ya hechos delante de él para hacer esa elección, que además en ese caso sería imposible, porque llegaría tarde.

Es cierto que a diferencia del Creador, Miguel Ángel necesitaba una materia previa, existente, sobre la cual trabajar, pero eso no cambia lo esencial del asunto, porque no era sobre esa materia como tal que recaía la elección de Miguel Ángel, sino sobre el tipo de obra a realizar con esa materia, que de suyo podría ser utilizada en infinidad de otras obras diferentes, y que antes de haberla realizado, el artista sólo podía contemplar en su mente.

Aquí el problema, más que de abstracción, es de no haber contemplado con suficiente atención las mismas cosas humanas.

Saludos cordiales.
28/07/16 3:19 PM
  
Juan Argento
Néstor, en tu comentario al último mío escribiste:

"Además, nosotros no podemos participar en las Personas divinas como tales, sino solamente en la Naturaleza divina. Ya entre nosotros la persona, Pedro, Juan, Alicia, es imparticipable, singular. Es la naturaleza humana común a todos aquello de lo que todos nosotros participamos."

Sed contra, S. Tomás afirma que por la caridad participamos del Espíritu Santo (ST, Parte II-II, Cuestión 24):

"La caridad, pues, no está en nosotros ni de manera natural ni como efecto de las fuerzas naturales, sino por infusión del Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, y cuya participación en nosotros es la caridad misma creada, como ya hemos dicho (q.23 a.2 ad 1)." (Art. 2, Resp.)

"Esto es, en realidad, lo que hace Dios aumentando la caridad: que se enraice más y se participe mejor en el alma la semejanza del Espíritu Santo." (Art. 5, Resp. a la obj. 3)

"La caridad misma, por su propia especie, no tiene límite en su crecimiento, dado que es una participación de la infinita caridad, que es el Espíritu Santo." (Art. 7, Resp.)

A lo que agrego que, por la gracia santificante, participamos de la Persona del Hijo. Así, la gracia santificante y la caridad son "los preciosos y más grandes bienes prometidos" que Dios "nos ha regalado" "para que por ellos lleguemos a ser partícipes de la naturaleza divina", citando 2 Pe 1,4 de la Biblia de Navarra, con el solo cambio de "lleguéis" por "lleguemos".

Visto desde otro ángulo, cada persona humana es simplemente una instancia de la naturaleza humana del mismo modo que lo es cualquier otra persona. En cambio, las Personas divinas, aun siendo consustanciales, no son instancias de la naturaleza divina del mismo modo, sino que el Padre lo es en modo Ingénito ("Plenitud Fontal" según S. Buenaventura) y Engendrador, el Hijo lo es en modo Engendrado, y el Espíritu Santo lo es en modo Espirado. La esencia divina existe solamente en uno de estos tres modos, por lo que puede ser participada solamente en uno de estos tres modos. Por lo tanto, participamos de dos Personas divinas, del Hijo en la esencia del alma por la gracia santificante, y del Espíritu Santo en la voluntad por la caridad. Distinción reflejada en que somos "miembros" del Hijo y "templos" del Espíritu Santo, términos que no son intercambiables.

Creo innecesario notar que la distinción de las Personas divinas por su modo de Ser (tropos hyparxeos) es un concepto de los Padres Capadocios (específicamente de S. Basilio de Cesarea y su hermano S. Gregorio Niceno) y no tiene nada que ver con la herejía modalista que pretendía que las Personas divinas eran modos de aparecer.

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Dice Santo Tomás en I, q. 32, a. 1:

“Además, el poder creativo de Dios es común a toda la Trinidad; por eso pertenece a la unidad de esencia y no a la distinción de Personas. Así, pues, por la razón natural se puede llegar a tener conocimiento de lo que pertenece a la unidad de la esencia, no de lo que pertenece a la distinción de Personas.”

Y en I, q. 45, a. 6:

“Crear es propiamente causar o producir el ser de las cosas. Como todo agente hace algo semejante a sí mismo, el principio de la acción puede ser observado a partir del efecto de la acción. Ejemplo: El fuego produce fuego. De este modo crear le corresponde a Dios por su mismo ser, que es su esencia, y que es común a las tres Personas. Por lo tanto, crear no es propio de alguna persona, sino común a toda la Trinidad.”

Y en I, q. 32, a. 1:

Los filósofos no conocieron el misterio de la Trinidad de las divinas personas en lo que tienen de propio, como es la paternidad, la filiación y la procesión, según aquello del Apóstol en 1 Cor 2,6: Anunciamos la sabiduría de Dios, que no fue conocida por ningún príncipe de este mundo, esto es, ningún filósofo según la Glosa. Sin embargo, sí conocieron algunos atributos esenciales que se atribuyen a las personas, como el poder del Padre, la Sabiduría del Hijo, la bondad del Espíritu Santo, como se demostrará más adelante

Y en I, q. 39, a. 7:

“Para expresar mejor la fe, fue conveniente que los atributos esenciales fueran atribuidos a las personas. (…) La manifestación de las personas por medio de los atributos esenciales es llamada apropiación. Las personas divinas pueden manifestarse por medio de los atributos esenciales, de una doble manera. 1) Una, por semejanza. Es así como lo que pertenece al entendimiento se apropia al Hijo, que procede intelectualmente como Palabra. 2) Otra, por desemejanza. Es así como el poder se apropia al Padre, como dice Agustín, porque entre nosotros, los padres, por la vejez, suelen ser débiles; pero no pensemos lo mismo de Dios.”

En la respuesta a la primera objeción:

“Los atributos esenciales no hay que atribuirlos a las personas de modo que se diga que son suyos propios, sino para dar a conocer a las personas por semejanza o desemejanza, como acabamos de decir. Por eso, no se sigue ningún error de fe, sino, más bien, una manifestación de la verdad.”

Y en la respuesta la segunda objeción:

“Si los atributos esenciales se apropiaran a las personas de modo que fueran propios suyos, se seguiría que una se relacionaría con la otra con relación de forma. Lo cual lo rechaza Agustín en VII De Trin., mostrando que el Padre no es sabio por la sabiduría que engendra, como si sólo el Hijo fuera sabiduría, y únicamente pudiera ser llamado sabio el Padre junto con el Hijo, y no el Padre sin el Hijo. Pero el Hijo es llamado sabiduría del Padre, porque es la sabiduría que procede de la sabiduría del Padre, pues ambos por naturaleza son sabiduría, y en ambos simultáneamente hay una sola sabiduría. Por eso, el Padre no es sabio por la sabiduría que engendra, sino por la sabiduría que es su misma esencia.”

Por lo que afirmo:

1) Todo lo creado, como enseña Santo Tomás, es efecto común de las Tres Personas, ya que es efecto propio de la Esencia divina común a las Tres Personas, para la cual crear es precisamente hacer participar a la creatura de algún modo en el ser, que en Dios se realiza plenamente.

En efecto, sería absurdo decir que el Padre crea algo sin que lo creen también el Hijo y el Espíritu Santo. En realidad, llevaría al triteísmo.

En Dios es todo uno y lo mismo donde no obsta la oposición de las relaciones divinas. El Hijo se distingue del Padre solamente en la Filiación, todo lo demás, conocimiento, amor, ser, bondad, etc., lo tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo.

Eso quiere decir que las Personas divinas se distinguen solamente por sus relaciones mutuas. Para que se distinguiesen, entonces, por los efectos que producen, sería necesario que esos efectos fuesen idénticos a esas mismas relaciones divinas, lo cual es obviamente absurdo.

Igualmente absurdo sería que las Personas divinas, que no se distinguen por su Poder creador, que es común a las Tres, se distinguiesen por los efectos de ese Poder creador.

2) Todo lo que existe por participación en Dios es creado. Sólo Dios es el Imparticipado y Subsistente.

3) Afirmar una participación en lo propio de alguna de las Personas divinas es afirmar, entonces, un efecto creado propio de esa Persona divina y no común a las Tres Personas divinas, contra lo que sostiene Santo Tomás en los textos citados.

4) La gracia santificante y la caridad, por tanto, en la medida en que son algún tipo de participación nuestra en Dios, son algo creado y son una participación en la Naturaleza divina común a las tres Personas.

5) Por eso, cuando de alguna realidad creada, mirando a su naturaleza, se afirma una participación en alguna de las Personas divinas, eso sólo puede basarse en la “apropiación” a esa Persona divina, como dice Santo Tomás en el texto citado, de un atributo esencial común a las Tres Personas.

Decir que la Esencia divina sólo puede ser participada en uno de los tres modos personales en que subsiste, es negar que haya algún efecto creado común a las Tres Personas, cuando Santo Tomás dice que todos los efectos creados son comunes a las Tres Personas.

Saludos cordiales.
29/07/16 8:31 PM
  
Juan Argento
Néstor, sostengo totalmente el dogma de fe de la unidad de la operación divina ad extra, pero ese dogma no se opone a mi posición porque lo que afirma es que todas las operaciones de Dios ad extra son comunes a las tres Personas divinas en cuanto a su causa eficiente, no en cuanto a su término.

Para respaldar esto que dije, cito un pasaje de la encíclica "Mystici Corporis Christi", publicada por Pio XII en 1943:

"No ignoramos, ciertamente, que para la inteligencia y explicación de esta recóndita doctrina -que se refiere a nuestra unión con el Divino Redentor y de modo especial a la inhabitación del Espíritu Santo en nuestras almas- se interponen muchos velos, en los que la misma doctrina queda como envuelta por cierta oscuridad, supuesta la debilidad de nuestra mente. Pero sabemos que de la recta y asidua investigación de esta cuestión, así como del contraste de las diversas opiniones y de la coincidencia de pareceres, cuando el amor de la verdad y el obsequio debido a la Iglesia guían el estudio, brotan y se desprenden preciosos rayos con los que se logra un adelanto real también en estas disciplinas sagradas. No censuramos, por lo tanto, a los que usan diversos métodos para penetrar e ilustrar en lo posible tan profundo misterio de nuestra admirable unión con Cristo.

Pero todos tengan por norma general e indiscutible, si no quieren apartarse de la genuina doctrina y del verdadero magisterio de la Iglesia, la siguiente: han de rechazar, tratándose de esta unión mística, toda forma que haga a los fieles traspasar de cualquier modo el orden de las cosas creadas e invadir erróneamente lo divino, sin que ni un solo atributo, propio del sempiterno Dios, pueda atribuírsele como propio. Y, además, sostengan firmemente y con toda certeza que en estas cosas todo es común a la Santísima Trinidad, puesto que todo se refiere a Dios como a suprema causa eficiente."

Una obra divina ad extra en la que la Revelación divina muestra estos conceptos con total claridad es la Encarnación del Verbo. Por un lado, la Tradición Apostólica, tanto en el Credo de Nicea-Constantinopla como en el Símbolo de los Apóstoles, profesa que el Verbo se encarnó, o fue concebido, por obra del Espíritu Santo. Por otro lado, la Sagrada Escritura, en distintos pasajes, atribuye la obra de la Encarnación a cada una de las tres Personas divinas, dejando así en claro que es una obra común a la Santísima Trinidad. Estos pasajes son:

Atribución de la obra de la Encarnación al Espíritu Santo:

"La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo." (Mt 1,18-20)

"El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios." (Lc 1,35)

Atribución de la obra de la Encarnación al Hijo:

"al contrario, (Cristo Jesús) se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano," (Fil 2,7)

Atribución de la obra de la Encarnación al Padre:

"Por eso, al entrar en este mundo, (Cristo) dice: Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo." (Heb 10,5)

La obra divina de la Encarnación del Verbo ilustra así que las obras de Dios ad extra son comunes a las tres Personas divinas en cuanto a su causa eficiente, no en cuanto a su término: mientras que la obra de la Encarnación fue realizada en común por las tres Personas divinas como una sola causa eficiente, el resultado de esa obra fue una naturaleza humana unida hipostáticamente a, o asumida por, una sola Persona divina, la del Verbo.

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Una cosa es que el término de la acción "ad extra" común a las tres Personas divinas tenga una relación exclusiva con una de las Personas, como sucede con la naturaleza humana del Señor, y otra cosa es que haya una participación exclusiva de la creatura en lo propio de una de las Personas divinas.

Por lo pronto la naturaleza humana del Señor no implica una participación en lo propio de alguna de las Personas, sino sólo la participación en el ser según la medida de la esencia humana, lo cual dice relación a la Esencia divina común a las tres Personas, en cuanto dicha Esencia es el Ejemplar de todo lo creado.

Y además, la participación es la causalidad vista del lado del efecto, pues consiste en que la esencia finita posee en forma parcial una perfección que en Dios se da en forma eminente e infinita, lo cual implica que la esencia finita es actualizada en su potencialidad pasiva por el "actus essendi" que es dado por el Creador.

Por lo que decir que la causalidad divina "ad extra" es común a las tres Personas divinas y decir que toda realidad participada dice, en cuanto tal, relación a la Esencia divina común a las Tres Personas y no a alguna Persona en particular según lo propio y distintivo de ésta, es lo mismo.

Saludos cordiales.
31/07/16 6:53 PM
  
Juan Argento
Néstor, respecto de tu argumento en este párrafo:

"Además, nosotros no podemos participar en las Personas divinas como tales, sino solamente en la Naturaleza divina. Ya entre nosotros la persona, Pedro, Juan, Alicia, es imparticipable, singular. Es la naturaleza humana común a todos aquello de lo que todos nosotros participamos."

Lo que decís de las personas humanas es totalmente correcto, pero no se opone a mi posición por la diferencia entre la composición esencia-acto de ser de las personas humanas y la absoluta simplicidad de las personas divinas.

Cada persona humana es un compuesto de una instancia de la naturaleza humana y un acto de ser contingente. Justamente por eso la naturaleza humana de Jesús no constituye una persona humana: porque no existe por un acto de ser contingente creado sino bajo el Acto de Ser Subsistente que es el Verbo. La persona (en el caso de Jesús, Persona) reside en el acto de ser (en el caso de Jesús, acto de Ser), no en la naturaleza. Pero por la simplicidad divina absoluta, el Acto de Ser Subsistente es la esencia o naturaleza divina!

Por lo tanto, mientras que no hay una identidad entre persona humana y naturaleza humana, hay una identidad entre Persona divina, Acto de Ser Subsistente, y naturaleza divina. Dado que además la naturaleza o esencia divina no existe "anterior" a las Personas divinas, "por encima" o "aparte" de Ellas, sino solamente como Paternidad Subsistente (o Plenitud Fontal y Paternidad Subsistente, según S. Buenaventura), como Filiación Subsistente y como Procesión Subsistente, cuando un ser humano recibe la participación de la naturaleza divina en la esencia del alma, la recibe de una de las Relaciones Subsistentes, o sea de una de las Personas divinas, y lo mismo ocurre cuando recibe la participación de la naturaleza divina en la voluntad, donde la Persona divina en el segundo caso no es la misma que en el primero.

Así, por la infusión de la gracia santificante en la esencia del alma somos hechos partícipes de la naturaleza divina como Filiación Subsistente, o sea de la Persona del Hijo, y por la infusión de la caridad en la voluntad somos hechos partícipes de la naturaleza divina como Procesión Subsistente, o sea de la Persona del Espíritu Santo.

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El asunto es que "participar de una Relación Subsistente" puede entenderse, o bien de esa relación subsistente en tanto que realmente idéntica a la Esencia divina, y entonces, es participar de la Esencia divina común a las tres Personas, o bien, de la relación subsistente en sí misma considerada, en tanto que realmente distinta de las otras dos relaciones subsistentes.

Esto último es imposible. Porque por un lado, como bien decís, la relación subsistente divina no existe fuera de su identidad real con la Esencia divina, de modo que participar de aquella y participar de ésta es lo mismo, y esta Esencia divina es común a las tres Personas.

Sin una distinción real y no solamente de razón entre las relaciones subsistentes y la Esencia divina, cosa que con razón rechazás, no tiene sentido decir que se participa de la Esencia divina según alguna modalidad exclusiva de alguna de las Personas.

Por otro lado, las relaciones subsistentes divinas no son subsistentes por ser relaciones, lo cual sería absurdo, porque contradictorio, sino por ser realmente idénticas a la única Esencia divina absoluta y subsistente. Y es bajo la razón de subsistentes, en todo caso, que son participables, porque siempre lo participado es dependiente de lo Imparticipado, que por serlo, es subsistente, es decir, existe por sí mismo. Cosa que no se puede decir de la relación como tal, que es siempre "ad aliud", a otro. Luego, es en tanto que son idénticas con la Esencia divina subsistente, y por tanto, entre sí, que son participables las Personas, y no en tanto que se distinguen realmente, por su oposición relativa, unas de otras.

El mismo lenguaje de "recibir la participación de la naturaleza divina de una de las relaciones subsistentes" y no de las otras muestra que es inevitable atribuir a las Personas divinas una causalidad propia "ad extra", contra lo que enseña Santo Tomás, si se afirma una participación exclusiva de la creatura en alguna de ellas y no en las otras.

Saludos cordiales.
31/07/16 7:40 PM
  
Néstor
Y es que lo único que habilita una distinción real en lo tocante a Dios mismo es la oposición de relaciones subsistentes, que se da solamente entre las relaciones divinas mismas. "En Dios todo es uno y lo mismo donde no obsta la oposición de relaciones". La relación de dependencia de la creatura respecto del Creador no es subsistente y tampoco tiene oposición relativa con las Relaciones subsistentes.

Saludos cordiales.
08/08/16 3:33 PM
  
Luis I. Amorós
Magnífico artículo, Néstor, y bien explicadas las siempre complejas definiciones filosóficas. Es necesario rebatir los errores del pensamiento modernista infiltrado entre los católicos.

Meritorio el tiempo que dedicas a Renzo. Él es materialista-naturalista (probablemente mecanicista), y realmente piensa que la metafísica no responde a la realidad, y es un invento de la inteligencia humana para tratar de darle a la vida un sentido que él piensa que no tiene (pero nunca explica porqué el hombre necesita darle un sentido a su vida). Hace un esfuerzo por aportar argumentos filosóficos, lo cual es meritorio teniendo en cuenta que no cree mucho en ellos.

En cuanto a Antonio1 y Ejías, son cristianos que, he llegado a la conclusión con el tiempo, tienen actividades o situaciones irregulares en sus propias vidas, y tratan de "hacer" que la Iglesia, o pretenden que Dios, las apruebe, aunque siempre se haya enseñado lo contrario. Cualquier pretexto de supuesta "puesta al día" o como ahora "misericordia" les sirve para intentar que lo ilícito pase por lícito. Creo que han dejado de buscar la Verdad, que es a lo que el hombre a de tender siempre, aunque ello le suponga sacrificar su comodidad. La paga es muy elevada: la vida eterna.

Por mi parte, para entender estas cuestiones, siempre me ha servido el argumento (no sé si completamente ortodoxo o filosóficamente correcto, no soy teólogo) de la equiparación entre Dios y el Bien. Dios es el Bien y el Bien es Dios. Por ello Dios no puede pecar, porque es negarse. Por ello cualquier acto bueno tiende a Dios y cualquier acto malo niega a Dios (pecado). El mal no tiene entidad en sí mismo, salvo como ausencia de Bien, negación de Dios. Ángeles y hombres somos los únicos seres libres, capaces de negar a Dios.
¿Es correcta esta forma de pensar? gracias.

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Muchas gracias. En efecto, Dios es el Ser mismo Subsistente, y el ser es la perfección fundamental, sin la cual ninguna perfección ni bondad sería nada. Y no es tampoco que el bien exista por algo que se agrega al ser, porque fuera del ser sólo hay el no ser, que no es. El ser mismo, entonces, en cuanto tal, es bueno.

Por eso Dios, Acto Puro de Ser, es el mismo Bien supremo y subsistente, es decir, no participado, como bien, por un sujeto, sino siendo ese mismo Bien infinito su propio sujeto, por así decir. Porque participación y finitud van juntas. Ya que "participar" es "tener en forma parcial lo que otro tiene en forma total".

Por eso el mal es un no ser, una carencia de ser. No una carencia de Dios, propiamente hablando, sino la carencia de una perfección finita, exigida por la naturaleza del ente en cuestión. Porque sólo las perfecciones finitas son falibles y pueden perderse.

De ahí que el ente en potencia es imperfección, pero no, de suyo, mal, sino solamente condición de posibilidad del mal, porque sólo el ente en potencia, de suyo imperfecto, puede limitar al acto de ser y dar así lugar a un ente finito, imperfecto y falible. Dios es Infinito porque es Acto Puro de Ser, sin potencia pasiva alguna. Por eso, también, no puede cambiar.

El mal es entonces la carencia de un acto para el cual se está en potencia y que además es exigido por la naturaleza del ente en cuestión. Por eso no es un mal para el ser humano carecer de alas, pero sí, por ejemplo, carecer de vista.

Sin duda, nuestra unión con Dios depende de realidades finitas y creadas, como la gracia santificante, y por eso el pecado mortal, que destruye la gracia en nosotros, rompe nuestra unión con Dios.

En el caso de los bienes creados sobrenaturales, como la gracia, la potencia de que hablamos es la "potencia obediencial" de los teólogos, o sea, no una capacidad natural para alguna perfección, sino solamente la capacidad ínsita en todo lo creado de obedecer a la Omnipotencia divina, incluso más allá de los límites naturales.

Esos bienes sobrenaturales no es que estén exigidos por la naturaleza del hombre o el ángel en tanto que naturaleza, de lo contrario no serían sobrenaturales, sino sólo en tanto que ordenada por Dios a la Vida Eterna. Por eso carecer de ellos sí es un mal.

Saludos cordiales.
09/08/16 12:01 PM
  
antonio
Estimado Néstor,está, todo muy excelentemente explicado, Santo Tomas,San Agustin,la Metafisica!!!!!!!!Tengo tres cuñados dominicos, discípulos de Santo Domingo, es asi.
Toda Crisis de la iglesia, es la falta de Vida interior, Edith Stein Santa Benedicta, de la Cruz, que pudo hacer Santa Teresa en ese momento histórico bravió de la Decadencia de la Iglesia, como ahora, ponerse a ORAR!!!!Pero Oración la Oración!!!!!La Mistica!!!La oración Experimental!!!, que soy del Carmelo en la Tierra, pero claramente la Santa escribe todos sus libros para enamorar a todas las almas para ese bien tan alto, que está al alcance de todos, como lo manifiesta, en un convento y/o fuera del convento, no para ver sus fenómenos misticos, sino para practicarla, y siempre San Juan de la Cruz, que como expresa el Santo, esto mi Madre lo ha escrito mejor que yo, se complementan.Novo Millennio Adveunte, San Juan Pablo II, nuestras Iglesias deberían ser escuelas de Oración, y cita a estos Santos.
siempre ser muy fieles a la iglesia a CRISTO, sino no hay mistica que valga.

Que Dios te bendiga y lo haga con la Iglesia.Y te recuerdo lo que te pedi.Es Muy importante.

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Muchas gracias. En cuanto al pedido, si me lo puedes repetir por correo, te agradezco, porque se ve que se me ha ido de la cabeza.

Saludos cordiales.
26/08/16 2:38 PM
  
Pepito
Estimado profesor Néstor:

Lo que no acabo de entender es cómo la gracia divina, entendida como el don que Dios nos da para hacernos partícipes de la naturaleza divina, puede ser algo creado, es decir una creatura.

Pues toda creatura, por muy excelente que sea, lo más que alcanza es a hacernos participar de algo perteneciente al orden natural creado, pero nunca al orden sobrenatural e increado como es la misma naturaleza divina.

Una creatura lo más que puede hacer es producir efectos creados naturales y no efectos sobrenaturales como es hacernos partícipes de la misma naturaleza divina, hijos adoptivos de Dios y herederos del Cielo.

Me parece que hay total desproporción entre los efectos que puede causar una creatura y los efectos que causa en nosotros la gracia divina; por ello pienso que para causar efectos sobrenaturales, la gracia divina no puede ser algo creado sino el mismo Espíritu de Dios que se nos da graciosa o gratuitamente, sin merecimiento previo alguno de nuestra parte, a fin de hacernos partícipes del mismo modo de ser y modo de vivir divinos.

Ahora bien, si entendemos la gracia divina no como don que Dios nos da, sino como aquella calidad o estado que adquiere el alma humana cuando recibe la gracia-don, entonces no hay inconveniente para considerar la gracia como algo creado o causado, ya que efectivamente dicha cualidad o estado de participar el alma de la naturaleza divina es algo causado en el alma por la gracia-don que Dios gratuitamente nos da.

Sé que soy bastante osado e imprudente en llevar la contraria al profesor Néstor y a Santo Tomás en este tema, pero la verdad es que me parece que los efectos sobrenaturales que causa en nosotros la gracia están más allá o sobrepasan los efectos que puede causar en nosotros una simple creatura por muy elevada que sea.

Para causar efectos naturales basta ciertamente con seres creados, pero para causar efectos sobrenaturales, como son la participación en la misma naturaleza divina, la filiación adoptiva como hijos de Dios y el disfrute participativo de la misma vida de Dios, creo que es necesario algo más que un ser creado, es decir es necesario un don sobrenatural e increado que es el mismo Espíritu de Dios.

De hecho el Catecismo define a la gracia santificante principalmente como el mismo Espíritu de Dios. Sólo Dios dándonos graciosament4e su Espíritu y no algo meramente creado puede hacernos participar de algo tan sobrenatural como lo es sin duda la misma naturaleza divina.

Saludos cordiales.

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Ante todo habría que ver dónde está su desacuerdo con Santo Tomás, si es que existe. Porque en definitiva lo que la fe católica y él enseñan es que hay una Gracia Increada, que es el Espíritu Santo, y una gracia creada, que es la gracia santificante. Y me parece que cuando Ud. distingue entre la "gracia-don" y la gracia estado o cualidad que el alma adquiere al recibirla, está diciendo lo mismo.

Lo que es claro es que el Espíritu Santo no puede ser algo inherente a nuestra alma, tampoco sobrenaturalmente, porque es el mismo Dios.

Dice el Aquinate en Ia. IIae., q. 110, a.1:

"Es, pues, manifiesto que cualquier acto del amor divino induce en la criatura un bien, que se produce en un momento del tiempo, aunque el amor divino es eterno. Y así, según las diferencias de este bien, podemos inferir la existencia de un doble amor de Dios a la criatura. Uno común, en cuanto ama todas las cosas que existen, según se dice en Sab 11,25, por el que otorga a las cosas creadas su ser natural. Otro especial, por el que eleva la criatura racional sobre su condición natural haciéndola partícipe del bien divino. Y éste es el amor con el que se puede decir que Dios ama a alguien absolutamente, porque en este caso Dios quiere absolutamente para la criatura el bien eterno, que es él mismo.
Así, pues, cuando se dice que el hombre tiene la gracia divina se entiende que en él hay una realidad sobrenatural que proviene de Dios."

"Dios es vida del alma como causa eficiente; en cambio, el alma es vida del cuerpo como causa formal. Ahora bien, entre la forma y la materia no hay nada intermedio, pues la forma informa por sí misma; pero el agente no informa la materia por sí mismo, sino mediante la forma que causa en ella."

Y en el a. 2:

"Como ya vimos (a.1), decir que alguien tiene la gracia divina equivale a decir que hay en él un efecto producido gratuitamente por la voluntad de Dios."

Y es que Dios no es una transformación o cualidad o estado cualquiera de la creatura. Y sin tal transformación, cualidad y estado, la gracia no estaría en nosotros. Es a eso a lo que llamamos "gracia creada" y también "gracia santificante".

La Gracia Increada, como dice Santo Tomás, es causa eficiente de la gracia creada, y ésta es causa formal de la santificación de la creatura.

Como el pintor es causa eficiente del accidente "color" en el cuadro, y éste es causa formal de la figura que aparece en él.

Nuestra santificación es a la vez sobrenatural y creada, pues no se identifica con Dios mismo. Lo opuesto a "sobrenatural" no es "creado", sino "natural".

En total coherencia con ello, dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

"1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1, 12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14-17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 3-4), de la vida eterna (cf Jn 17, 3).

1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como “hijo adoptivo” puede ahora llamar “Padre” a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.

1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación (cf Jn 4, 14; 7, 38-39)(...)

2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación."

Saludos cordiales.
29/08/16 12:51 PM
  
Pepito
Gracias por su clara explicación profesor Néstor.

Dice Vd. que el Espíritu Santo no puede ser algo inherente a nuestra alma, tampoco sobrenaturalmente, porque es el mismo Dios.

De acuerdo si por inherente se entiende algo que pertenezca a la esencia misma del alma y que le sea debido en virtud de su misma naturaleza.

No de acuerdo si por inherente se entiende el estar presente accidental y gratuitamente en el alma habitando en la misma y haciéndola partícipe de la naturaleza divina, pues como dijo el mismo Cristo "el que me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él." En este sentido de habitar en nosotros haciéndonos partícipes de la naturaleza divina, sí que está el Espíritu Santo inherente en el alma e incluso la misma Trinidad, como dice Cristo.

Cierto que Dios no es una transformación, cualidad o estado de la creatura, sino que es la creatura la que se transforma, sin dejar de ser creatura, y adquiere una cualidad o estado deiforme de modo participado que antes de recibir la gracia o Espíritu de Dios no tenía.

Para Santo Tomás existe una entidad sobrenatural creada intermedia (la gracia santificante), causada por el mismo Dios, entre el Espíritu Santo y el alma que hace participar a ésta de la naturaleza divina. Dios causa esa entidad creada sobrenatural, (gracia santificante), la cual a su vez causa en el alma la participación en la naturaleza divina.

A mi entender tal entidad sobrenatural intermedia entre Dios y el alma no existe, sino que es el mismo Dios Espíritu Santo el que causa inmediatamente en el alma, inhabitando graciosamente en ella, la cualidad o estado de participar en la divina naturaleza que antes de tal inhabitación no tenía.

Siguiendo el ejemplo que Vd. pone sería como el pintor que sin necesidad de ningún color ni de nada intermedio, causa en el lienzo, con su mero poder, la figura.

Así Dios, a mi parecer, sin necesidad de ninguna creatura sobrenatural intermedia causa en el alma, por la mera y simple inhabitación en ella, su deiformidad sobrenatural o participación en la misma naturaleza divina, hasta el punto en que es posible a una creatura tal participación o deiformidad.

Podríamos decir que es el Espítu de Dios, inhabitando en el alma graciosamente, el que causa directamente en ella, sin intermedio de creatura sobrenatural alguna, la figura misma de Dios en el alma, haciéndola así deiforme hasta el punto que lo consiente la creatura.

Es como si Dios mismo se dibujase a sí mismo en el alma, sin utilizar nada instrumental ni formal intermedio, y en ésta obedecialmente quedase retratado el mismo Dios, quedando hecha así el alma lo más semejante posible a Dios. Es decir Dios sería al mismo tiempo causa eficiente y formal de su imagen o retrato en el alma, sin necesidad de nada creado intermedio.

Por último en el Credo confesamos al Espíritu Santo como Señor y Dador de Vida Eterna en nosotros, pero no a ninguna creatura sobrenatural intermedia entre Dios y el alma que causase en ésta la participación en la Vida divina.

En resumen, a mi juicio, la Gracia Increada es el mismo Dios o Espíritu Santo, y es esta misma Gracia Increada la que directa e inmediatamente, por su inhabitación o inherencia accidental y graciosa en el alma, sin necesidad de ninguna entidad creada sobrenatural intermedia causada por la Gracia Increada, causa en el alma la situación o estado de participar de la naturaleza divina, que antes de tal graciosa inhabitación el alma no tenía.

Es decir la gracia creada, a mi entender, no es una creatura o entidad sobrenatural, causada por Dios, e intermedia entre Dios y el alma, sino que es la misma alma en tanto que la misma inhabitación de la Gracia Increada o Espíritu le hace ser partícipe de la naturaleza divina o, siguiendo el símil del pintor, queda dibujado en el alma obedencialmente y hasta lo que permite la naturaleza creada, el retrato del mismo Dios y la hace parecerse a Dios cuanto es posible a la creatura.

Saludos cordiales, a pesar de la discrepancia.

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Dice el Concilio de Trento, en el decreto sobre la justificación (Dz 799), y hablando de las causas de la justificación del pecador:

"...la única causa formal [de la justificación] es la justicia de Dios, no aquella con la que Él es justo , sino aquella con la que nos hace a nosotros justos, es decir, aquella por la que, dotados por Él, somos renovados en el espíritu de nuestra mente y no sólo somos reputados justos, sino que verdaderamente nos llamamos y lo somos..."

Y en el correspondiente canon, dice (Dz 820):

"Can. 10. Si alguno dijere que los hombres se justifican sin la justicia de Cristo, por la que nos mereció justificarnos, o que por ella misma formalmente son justos , sea anatema."

Por donde se ve que la "justicia de Cristo" de la que habla en el anatema es la "justicia de Dios" de la que habla en el cuerpo del decreto.

Y entonces, es claro que Trento condena como herejía la tesis que dice que la gracia habitual consiste en la información de nuestra alma por la misma naturaleza divina, pues es cierto y parte de la doctrina católica tradicional que en Dios su Justicia y su Esencia se identifican realmente.

Y eso es así, porque nuestra unión con Dios por la gracia, o bien se debe a algo que hay en nosotros, o bien a algo que hay en Dios, o bien a algo que no está ni en nosotros ni en Dios.

Lo tercero obviamente es falso.

Lo segundo también, porque nuestra unión con Dios es contingente, pudo no haberse dado, si Dios no hubiese querido crear el mundo, por ejemplo, y entonces, no puede deberse a algo que si está en Dios, es Necesario como Dios mismo.

Luego, nuestra unión con Dios se debe a algo que está en nosotros.

Eso que está en nosotros, o es sustancia, o es accidente.

Si es sustancia, entonces, o bien es nuestra propia sustancia, o bien es la sustancia divina.

No puede ser lo primero, porque eso es natural, mientras que nuestra unión con Dios por la gracia es sobrenatural, y lo natural no puede ser principio de lo sobrenatural.

No puede ser lo segundo, porque la sustancia divina no puede estar en nosotros ni a modo de sustancia, ni a modo de accidente.

No a modo de sustancia, porque entonces nos identificaríamos con Dios.

No a modo de accidente, porque Dios no es un accidente, sino que es el Ser mismo subsistente.

Por tanto, eso que está en nosotros y que causa nuestra unión con Dios por la gracia es una realidad creada sobrenatural que inhiere en nuestra alma a modo de accidente. Y eso es justamente la gracia creada habitual, también llamada "santificante".

Y así lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica:

"2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación."

El Catecismo dice que la gracia habitual perfecciona al alma, pero no lo hace a modo de causa eficiente, sino de causa formal, inherente como accidente en nuestra alma, porque es una "disposición habitual" del alma.

Y Dios mismo no es, obviamente, una disposición habitual y accidental del alma humana.

Dice también el Concilio de Trento:

"D-842 Can. 32. Si alguno dijere que las buenas obras del hombre justificado de tal manera son dones de Dios, que no son también buenos merecimientos del mismo justificado, o que éste, por las buenas obras que se hacen en Dios y el mérito de Jesucristo, de quien es miembro vivo, no merece verdaderamente el aumento de la gracia , la vida eterna y la consecución de la misma vida eterna (a condición, sin embargo, de que muriere en gracia), y también el aumento de la gloria, sea anatema."

Por tanto, la gracia habitual puede aumentar. Pero Dios no puede aumentar. Por tanto, Dios no es la gracia habitual ni ésta es la Gracia Increada, que es Dios mismo.

Además, la gracia habitual es contingente, porque no habría existido si Dios, por ejemplo, no hubiese querido crear el mundo. Pero Dios no es contingente, sino Necesario. Por tanto, la gracia habitual no es Dios ni es la Gracia Increada.

Además, la gracia habitual comienza a existir en la justificación y deja de existir por el pecado mortal. Pero Dios ni comienza a existir ni deja de existir. Por tanto, la gracia habitual no es Dios ni la Gracia Increada.

Además, tampoco puede Dios por la gracia habitual darse inmediatamente a la naturaleza creada. La prueba clara la tenemos en el caso de la Unión Hipostática entre la Naturaleza divina y la naturaleza humana en la Persona divina de Jesucristo Nuestro Señor, donde la Iglesia expresamente condena, como expresión de la herejía nestoriana, la tesis que dice que esa unión se hace por la gracia habitual:

II CONCILIO DE CONSTANTINOPLA,553 (Dz 216):

"Los que piensan como Teodoro y Nestorio, gustando de la división, introducen una unión habitual. Pero la Santa Iglesia de Dios, rechazando la impiedad de una y otra herejía, confiesa la unión de Dios Verbo con la carne según composición, es decir, según hipóstasis."

Decreto para los jacobitas [De la Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1442] (Dz 710):

"Anatematiza también a Teodoro de Mopsuesta y a Nestorio, que afirman que la humanidad se unió al Hijo de Dios por gracia, y que por eso hay dos personas en Cristo, como confiesan haber dos naturalezas, por no ser capaces de entender que la unión de la humanidad con el Verbo fué hipostática, y por eso negaron que recibiera la subsistencia del Verbo. Porque, según esta blasfemia, el Verbo no se hizo carne, sino que el Verbo, por gracia, habitó en la carne; esto es, que el Hijo de Dios no se hizo hombre, sino que más bien el Hijo de Dios habitó en el hombre."

Por lo que se argumenta así: la unión hipostática es la máxima unión posible entre lo divino y lo humano. Pero no es inmediata, pues se realiza mediante la Persona divina del Verbo de Dios, ya que esa unión consiste en que la misma Persona divina del Verbo tiene ambas naturalezas: la divina, que recibe eternamente del Padre, y la humana, que asume en el tiempo de María. Luego, mucho menos puede ser inmediata la unión por gracia habitual entre Dios y el hombre.

La unión inmediata entre la sustancia divina y el alma humana llevaría al error opuesto al de Nestorio, al monofisismo de Eutiques, donde ambas naturalezas, la divina y la humana, se mezclan y fusionan entre sí.

Es cierto, entonces, que Dios causa inmediatamente en nosotros una participación sobrenatural en su misma Divinidad, participación que, como toda participación, es algo creado, pues el Increado es también el Imparticipado.

Recordemos que "participar" es "poseer en forma parcial algo que otro tiene en forma total".

Esa participación es precisamente la gracia creada, que causa, a su vez, la presencia inhabitante de Dios en el alma del justo.

No es, entonces, la presencia de Dios en el alma la que causa la participación nuestra en la vida divina, sino al revés, porque ciertamente que esa presencia divina en el alma del justo no es una presencia local, y entonces, sólo puede concebirse como una nueva relación real que la creatura tiene con Dios, no como una relación real que Dios tiene con la creatura, pues tales relaciones reales no existen, siendo Dios el Absoluto mismo. Y esa nueva relación real de la creatura con Dios sólo puede basarse en una transformación ontológica de la creatura misma por la gracia, transformación que a su vez sólo puede ser accidental, no sustancial, porque la creatura sigue siendo de la misma naturaleza, en nuestro caso, la humana.

Y es que es imposible, además, causar alguna figura en el lienzo sin el accidente "color".

Saludos cordiales.
29/08/16 9:24 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Lo sobrenatural, como su propio nombre indica, es lo que está sobre lo natural. Pero lo natural admite dos modos u órdenes: lo natural creado o causado (orden de las creaturas) y lo natural increado o incausado que es el orden natural propio y único de Dios, pues Dios también es algo natural, ya que tiene naturaleza, sólo que incausada o increada.

Ahora bien, lo sobrenatural tiene forzosamente que estar por encima o sobre lo natural creado, ya que sería absurdo que lo sobrenatural estuviese sobre lo natural increado, ya que sobre la naturaleza increada de Dios no puede haber cosa alguna.

Por tanto, parece evidente que lo que sea sobrenatural ha de estar necesariamente sobre lo natural creado, y que por tanto lo sobrenatural no puede ser algo creado o causado, sino por el contrario algo increado o incausado, es decir, Dios.

Por tanto si la gracia, entendida como el don que Dios da o pone en el alma y la hace participar de la naturaleza divina, fuese una realidad creada sobrenatural, por ser algo sobrenatural estaría sobre la naturaleza creada y por ser a la vez algo creado no lo estaría. Es decir la gracia divina sería en tal caso a la vez algo creado, por ser creatura, y algo no creado, por ser sobrenatural, lo cual parece contradictorio.

Por tanto entiendo que la gracia divina santificante no puede ser una realidad creada sobrenatural, pues las dos cosas a la vez, ser algo creado y algo sobrenatural o no creado, es contradictorio.

Por consiguiente, la gracia divina santificante, es decir aquel don o realidad positiva que Dios da o pone en el alma y la hace partícipar de la naturaleza divina, no puede ser una realidad creada sobrenatural, pues ambas cosas a la vez implican contradicción.

Por consiguiente entiendo, aunque admito poder estar equivocado, pues mi teología y filosofía son bastante escasas y un tanto atrabiliarias, que la gracia divina santificante o bien es una realidad sobrenatural e increada, o bien es una realidad natural o creada, pero las dos cosas a la vez considero que es imposible.

Como sería absurdo que la gracia santificante fuese una realidad creada o algo perteneciente al orden natural creado, pues en tal caso no sería capaz de causar en nuestra alma efectos sobrenaturales, ya que el poder de la creatura no alcanza a producir efectos que están sobre su naturaleza, es forzoso que la gracia santificante sea una realidad sobrenatural y por tanto algo increado.

Por otra parte, parece evidente que la gracia santificante tiene que ser algo más elevado, más noble o de mayor categoría ontológica que el alma humana, ya que la gracia hace participar al alma de la naturaleza divina y forzosamente tiene que ser mejor y más noble aquello que hace participar de la naturaleza divina que aquello que simplemente es hecho participar.

Por lo cual entiendo que la gracia santificante no puede ser algo meramente accidental o accidente, pues en tal caso el alma que es una realidad substancial o subtancia sería algo más elevado, noble y de mayor categoría ontológica que la gracia, ya que es más noble y elevado ser substancia que ser meramente accidente.

Por lo cual estimo que la gracia santificante, por ser algo más elevado o excelente que el alma, a la cual hace participar de la naturaleza divina, mientras que el alma es una simple partícipante, no puede ser tampoco una realidad accidental sino una realidad substancial.

En resumen, pienso que la gracia santificante, entendida como aquel don o realidad positiva que Dios da o pone en el alma y la hace participar de la naturaleza divina, no puede ser una realidad creada o causada por Dios, ni tampoco un ser accidental o accidente, sino que no puede ser otra cosa que el mismo Espíritu de Dios y por tanto algo substancial, que se une graciosa y gratuitamente al alma, sin confundirse substancialmente con ella, y causando en la misma, por esta unión o inhabitación en la misma esencia de ella, el efecto o cualidad sobrenatural de ser participante de la naturaleza divina.

Es decir, una cosa es la gracia santificante como don de Dios, que es el mismo Dios dándose al alma graciosamente haciéndola participar de la naturaleza divina, y otra cosa es el efecto o cualidad accidental de ser partícipe de la naturaleza divina que sí es algo causado en el alma por causa de la gracia don que es el mismo Dios.

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Ante todo, no es buen método teológico atenerse a sus presuntas evidencias racionales sin haber ajustado antes las cuentas con el Magisterio de la Iglesia, del cual le he hecho llegar algunos pasajes frente a los que debería explicarse el que sostenga una tesis como la suya.

Además, tampoco responde a la dificultad que dice que lo que inhiere en algo es accidente, que Dios no puede ser accidente, y que por tanto, Dios no puede inherir en nada.

En tercer lugar, lo absolutamente sobrenatural, o sea, lo que excede toda naturaleza creada o creable, es o bien una sustancia, o una operación. En el primer caso, sin duda que es solamente Dios.

En el segundo caso, puede ser una operación creada cuyo objeto formal sea el mismo que el de las operaciones divinas de conocimiento y amor, o sea, Dios en tanto que Dios. Y puede ser también la cualidad habitual que es principio radical de esas operaciones creadas.

Esas operaciones creadas son, en su plenitud escatológica, la visión beatífica de los bienaventurados y el amor a Dios así visto cara a cara, y en esta vida, la fe y la caridad.

Y el principio del que esas operaciones dependen radicalmente, accidental como ellas mismas, es la gracia habitual o santificante.

La trascendencia e infinitud de esas operaciones creadas y de la gracia habitual de la que dependen no es entitativa, sino intencional, tiene que ver con el objeto al que tienden esas operaciones: la misma Deidad como tal.

En efecto, la sobrenaturalidad de la gracia habitual está en que es principio de operaciones de conocimiento y amor de Dios en nosotros que son una semejanza o participación de las operaciones divinas, intratrinitarias, de conocimiento y amor de Dios por Dios mismo, operaciones divinas cuyo objeto es Dios en tanto que Dios y no solamente en tanto que Causa Primera.

Saludos cordiales.
30/08/16 10:47 PM
  
Pepito
Estimado Néstor:

Estoy dispuesto a retractarme sin reservas, si el Magisterio de la Iglesia dijese algo así: El que dijere que la gracia divina, entendida como el don o la realidad positiva que da o pone Dios en el alma y causa en ella la participación en la naturaleza divina es el mismo Dios o Espíritu Santo y no una realidad accidental creada sobrenatural, sea anatema.

De buena gana cedo de mis ideas si ellas van contra de lo clara y debidamente definido por la Iglesia y entran dentro de lo condenado como herético.

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Evidentemente, yo no tengo función magisterial en la Iglesia para definir con autoridad si algo es herejía o no. Me parece que las razones que he dado son más que suficientes para aceptar lo que por otra parte es la doctrina católica tradicional.

Saludos cordiales.
31/08/16 9:08 PM

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